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lunes, noviembre 14, 2005

4to Microrelato Certamen EL ESCRITOR Y LA HOJA EN BLANCO

Título: Plegaria a la diosa de las palabras
Por Nydia E. Chéverez Rodríguez


Imploro a la diosa de las palabras. La que pare las ideas que se cuajan en creaciones sobre el papel. Al principio no escucha mis ruegos. Será que le divierte la desesperación de mis manos truncas que anhelan deslizarse con agilidad sobre el teclado y exorcizar los demonios del “no se me ocurre nada”. Dispuesta a humillarme con tal de que me bendiga con el don de la expresión; con sincera devoción y fe, oro: creadora del lenguaje, patrona de las más inefables emociones y sentimientos que a través del decir, del canto o la poesía nos hace trascender la fugacidad de la vida y vivir eternamente en aquellos que nos incorporan a sus recuerdos; aquellos que viajan por las neuronas y se almacenan en el cerebro o los de los sentidos que estimulados por algún delicioso aroma, un suave roce o caricia, una visión hermosa, o, un halago o susurro seductor que se desliza suavemente por los oídos , se traducen en un borboteo de palabras, de sonrisas... o de gemidos. Por el poder creador que me concedes, me alientas a creer en ocasiones, que estoy hecha a tu imagen y semejanza. Me creo un pequeño dios cada vez que, como si fuera barro, amasijo las palabras que me regalas y que sobre el papel en blanco, fecundan y se convierten en nuevas criaturas: cuentos, cartas, poemas, discursos, y un sinfin de hijos e hijas que con orgullo muestro a los demás. Aunque como dijo Gibrán, sé que han venido a través de mí, pero no me pertenecen. A través del internet, la grabadora, la televisión, la radio y todas las maneras de difusión posibles, se van regalando a todo el que los necesita o quiere recibir.

Diosa de las palabras: eres la madre eterna. Yo, a través del intelecto y la emoción, soy la hija: el papel en blanco es el espíritu que completa esta santísima trinidad que llamaremos literatura. A través de ella muchos se salvarán de la apatía y la incultura. Aquellos que estén dispuestos a recibirla, serán liberados del pecado de la ignorancia. Los convertidos serán un ejército poderoso. Sus infalibles armas serán las palabras. Y la palabra nos hará libres...

Diosa de las palabras; aquí estoy, dispuesta a ser una de tus fieles apóstolas. Intenta intimidarme y frustrar mis intenciones la página en blanco. Me siento tentada a rendirme, a huir y no escuchar el llamado de tu voz... Estoy enferma de inacción, me siento débil e indefensa. Sin embargo, como el mantra de un rosario, repito sin cesar: señora, tal vez no soy digna de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

Y se hizo la luz en mi consciencia. La diosa se reveló y me hizo ver que mi petición ya estaba concedida.

- ¿Pero qué pides hija mía, que no tengas ya en tu poder? ¿Acaso no ves que has vencido a la página en blanco, que dejó de serlo porque, precisamente, la has llenado con tu plegaria?

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Nydia E. Chéverez Rodríguez (Morovis, 1957). Profesión: Educadora en Salud Pública. Aspirante a escritora. Publicó el libro de poemas: De soledad, desamores(¿adicciones?), y otras pasiones(1997).

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