Bueno, gracias a Borges, he sido escogida para este juego. El juego es mencionar 5 hábitos raros que tengo, entonces escojo 5 blogueros para que hagan lo mismo. Cinco extraños hábitos bochornosos...
1. Me quito los zapatos en casi cualquier lugar; no importa si es una casa que visite o un lugar público o privado.
2. Me juego con la planta de los pies hasta sacarme los pellejitos con demasiada frecuencia. Luego me da cargo de conciencia porque no es bonito ver las extremidades inferiores de una mujer que casi siempre se quita los zapatos en cualquier lugar del mundo, y cuyas plantas de los pies andan siempre despellejadas y feas.
3. Hago preguntas indiscretas sobre las menstruaciones de mis congéneres, aunque acabe de conocerlas y me gusta tocar a la gente. Es mi forma de saber que sigo aquí, en este planeta, y que lo que veo no es una invención de mi escape creativo.
4. No presto mis libros. Si por casualidad me encuentro en una encrucijada en donde alguien me pide uno prestado y me tiene contra la espada y la pared, “simulo” que se lo presto, y voy y me compro otro.
5. Nunca recuerdo si cerré el portón de mi casa, así que TODAS las veces que salgo, debo regresar a ver si lo he cerrado. El 99% de las veces está cerrado.
Mis 5 victimas:
Jesús Ramos Soodhoo-ramj
Ana Maria Fuster Lavin
Manuel Clavell-Carrasquillo
Joel Feliciano
Isaac Cazorla
Páginas
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viernes, enero 27, 2006
jueves, enero 19, 2006
Iluminación
Escritor Invitado: Carlos Esteban Cana
Entendí la complejidad de la vida cuando hojeaba esta mañana al periódico. La súbita revelación se dio mientras pasaba la mirada por dos titulares de la sección internacional. Ambos aparecieron en la página 65. El primero de ellos, con la introducción “Lo hiere tras patear pistola”, leía “Gato balea a su amo mientras cocinaba”. El segundo, con tipografía menor: “Liberan a burro detenido por accidente”.
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Carlos Esteban Cana ( Bayamón, Puerto Rico 1971) Escritor, comunicador y coordinador editorial. Fundador de la revista y colectivo Taller Literario. Sus cuentos y poesías han sido publicados en revistas como El Sótano 00931, Borinquen Literario, Cultura y Cundiamor, entre otras. Algunos de sus ensayos y reflexiones sobre la cultura editorial puertorriqueña han llegado al lector a través de periódicos como El Nuevo Día y el mensuario Diálogo. Tiene varios libros inéditos: Novo vía crucis (poesía), Versos apócrifos para la innombrable (poesía) y Fragmentos del mosaico humano vol. 1, vol. 2 y vol. 3 (cuentos).
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Carlos Esteban Cana ( Bayamón, Puerto Rico 1971) Escritor, comunicador y coordinador editorial. Fundador de la revista y colectivo Taller Literario. Sus cuentos y poesías han sido publicados en revistas como El Sótano 00931, Borinquen Literario, Cultura y Cundiamor, entre otras. Algunos de sus ensayos y reflexiones sobre la cultura editorial puertorriqueña han llegado al lector a través de periódicos como El Nuevo Día y el mensuario Diálogo. Tiene varios libros inéditos: Novo vía crucis (poesía), Versos apócrifos para la innombrable (poesía) y Fragmentos del mosaico humano vol. 1, vol. 2 y vol. 3 (cuentos).
viernes, enero 13, 2006
Del corazón de Voltaire
Editorial Norma, 2005. Colección "Literatura o Muerte"
Demasiada gente se emociona al leerla. Se ha convertido en la novela histórica favorita de los boricuas, escrita por un boricua. Se ha disparado a otros países hispanohablantes en una gesta que le hace justo mérito al esfuerzo genuino del autor. Un autor que, por años de años, ha creado huellas indelebles en su largo camino por fomentar el quehacer literario del patio.
Que tanta gente la halague no debería extrañar; los libreros del país, los empleados de piso que trabajan en las librerías, los bohemios del café vegetariano, los morcilleros de cafetín, los tertulianos riopedrenses, los viejosanjuanenses, los gestores culturales, las amas de casa, los maestros de escuela, los periodistas, los talleristas literarios, los estudiantes y catedráticos con y sin ínfulas de posmodernismo en las venas, los abogados, los nutricionistas, los poetas. Que toda esta plétora versátil y polifacética de lectores estén dispuestos a sugerirla hasta de regalo de octavitas, lo mismo que para referencia de tesis e investigaciones literarias es todo un fenómeno. Y hablo desde la experiencia. Si me preguntan a mí, es todo un fenómeno como hace años no se ve en las letras de la Isla.
miércoles, enero 11, 2006
necia soy
martes, enero 03, 2006
Fallopian Kiss
Menstruation, collage by Vicky Steptoe
Hoy se acabaron los cinco días de mi sangre mensual. ¿Qué culpa tuve de que mi reconciliación con el príncipe se diera durante el segundo día? Por cierto, el más incómodo de los días. Estaba más hinchada que nunca, más adolorida que nunca. Palpitaban las caderas a ritmo de quistes que se derramarán durante la futura ovulación. Desgarre uterino, punzadas viscerales. Pero no podía dejar pasar esta oportunidad de abrazarlo de nuevo, ¡por fin!, de permitir que me acariciara otra vez. Nada de intromisiones a un cuerpo que despide líquidos oscuros acompañados de coágulos; no señor, nada de eso. Pero sí coqueteamos con frotaciones por encima y por debajo de la ropa, dedos entre la blusa y su camisa, agarres de espalda y más abajo; el corazón y el índice en giratorios por el monte Venus. Movibles, volubles, rotatorios. Orgasmos que no conocen de etiqueta de mesa y a los que poco les importa que el segundo día sea el más doloroso. Me acordé después, luego de las emanaciones, cuando terminaron las convulsiones y la ingle continuó temblando en su recorrido por alcanzar pacíficamente un punto indoloro. Me acordé del malestar más tarde. Y mientras los cólicos se aferraban al movimiento telúrico sobre la cama, quise gritar. Acaso la dolencia era apaciguada por su presencia abrazada a mi cintura. Acaso era ignorada por el sabor de su “tratemos de nuevo”.
Hoy se acabaron los cinco días de mi sangre mensual. ¿Qué culpa tuve de que mi reconciliación con el príncipe se diera durante el segundo día? Por cierto, el más incómodo de los días. Estaba más hinchada que nunca, más adolorida que nunca. Palpitaban las caderas a ritmo de quistes que se derramarán durante la futura ovulación. Desgarre uterino, punzadas viscerales. Pero no podía dejar pasar esta oportunidad de abrazarlo de nuevo, ¡por fin!, de permitir que me acariciara otra vez. Nada de intromisiones a un cuerpo que despide líquidos oscuros acompañados de coágulos; no señor, nada de eso. Pero sí coqueteamos con frotaciones por encima y por debajo de la ropa, dedos entre la blusa y su camisa, agarres de espalda y más abajo; el corazón y el índice en giratorios por el monte Venus. Movibles, volubles, rotatorios. Orgasmos que no conocen de etiqueta de mesa y a los que poco les importa que el segundo día sea el más doloroso. Me acordé después, luego de las emanaciones, cuando terminaron las convulsiones y la ingle continuó temblando en su recorrido por alcanzar pacíficamente un punto indoloro. Me acordé del malestar más tarde. Y mientras los cólicos se aferraban al movimiento telúrico sobre la cama, quise gritar. Acaso la dolencia era apaciguada por su presencia abrazada a mi cintura. Acaso era ignorada por el sabor de su “tratemos de nuevo”.
domingo, enero 01, 2006
Mientras, escribes.
Escritor Invitado: Daniel Navarro
Vino, vio y venció. Lo vieron. Lo vimos. Lo viste. Caminó con su corona de olivos, su espada de roca iridiscente. Nos tomó a todos por sorpresa, se instaló a sus anchas entre nuestros aparejos, discurrió maneras de hacernos creer que era infinito. Y justo cuando ya no pensábamos en él, nos recuerda que ya no está, que se fue ayer. En diferentes tiempos, sin descanso. Levanté el mantel, casi vi la totalidad de tus piernas. Empujé la puerta, te vi desnuda. En el espejo tu mirada de cerca removiendo una pestaña. Desde el patio, vi la cama con las sábanas revueltas. Dormía contigo, conmigo, con todos. Hoy no está. Terminas de pintar tus labios, se escucha que alguien toca a la puerta. Ladra el perro. Me miras. "Alguien llama." Entiendo. Abro la puerta. Tiene corona de olivos. Es él, pero no es. No pide permiso. Sólo entra. Se instala. Sonríe. Un aire de distancia le inunda la vista. Un velo de misterio le rodea. El periódico de mañana todavía no se imprime, mas ya lo trae bajo el brazo. Se instala. Sonríe contigo, te saluda. Hay tonalidad de complicidad. Respiras con alivio. Le das la bienvenida. Mientras, escribo.