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domingo, febrero 05, 2006

El aquelarre de palabras
Escritora Invitada: Ana María Fuster Lavín


Boceto para el amanecer de un libro

El susurro de la sangre llenaba la habitación de palabras; él persiste en su infame intento de recordar todas las contradicciones de sus instintos. Los espíritus de sus víctimas rugen acompasados con la tenue brisa que anuncia la madrugada, capturan su silencio y tratan de confundir al hombre en su misión, aunque trastoquen su guarida, él es ya un semidiós obsceno, perverso, las voces van in crescendo, pero ha logrado dejar sordos a sus personajes… Pasan las horas, la soledad es tanta que la sangre rondante es un vapor denso y las palabras fluyen sincopadas; por fin, él se ha mirado sus manos, y a pesar de estar cansadas, los espíritus temen. Él lo sabe y sólo así puede capturar sus contradicciones. Sangre y voces, sombras y palabras, comienzan a gritar, pero ya no se escuchan. En la habitación comienza un aquelarre invocado por la lujuria de un reloj de arena que confunde el principio y el fin de los personajes, pero el hombre sigue su misión sin divagar, controlando los deseos de olvidar su trabajo. Mira su reloj digital y sonríe, le ganó a las horas. El flujo de palabras ha logrado su epílogo, logró terminar su libro de cuentos, el editor lo espera cuando los rayos del sol dancen en el cenit. Comienza a amanecer, la sangre se coagula, los espíritus fueron vencidos. Las palabras, entretanto, siguen con su vuelo de regreso a la sangre y el escritor apaga la computadora.

Del libro de cuentos inédito Bocetos de una ciudad silente

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