Foto de H.R.Giger
Por Yolanda Arroyo Pizarro
Hoy mi cena de Acción de Gracias fue carne bíf, o “corned beef” con arroz guisado en salsa de ajo. Por tradición de la religión de mi esposo, hace siglos que no celebro el tan aclamado día de Thanksgiving, es por eso que en mi casa, ese día es como otro cualquiera. Le pregunté a la nena que qué quería comer y me dijo: carne bíf, mami, que la haces taaaan rica.
No la hago tan rica como la hacía mi mamita, pero trato. Mami la confeccionaba con amarillos adentro o la mezclaba con maíz. A mí lo más que me gustaba era que después de la jartera, yo me tiraba en sus piernas, ella sentada en el sillón y yo en el suelo, y me hacía trencitas. Y yo me quedaba dormida mientras mami me hacía la cuerda trimurti aquella que se inventaba con mis alisados cabellos.
Estos son los peores días para mí, los que se acercan. Creo también que son los peores para todos aquellos que han perdido un ser querido. En mi caso, yo perdí a mis dos padres, los que me criaron, los de a verdura, con cuatro días de diferencia. Mami murió un lunes en la mañana y el jueves en la noche de la misma semana, papi, de la pena, también dejó de existir. Pensar en los festejos, en las celebraciones, en las fiestas que se avecinan y saber que por cuarto año consecutivo ellos no estarán, duele. Y sé que el dolor ése, aunque te digan lo contrario mil veces, no se marcha.
Anoche ignoré los textos bíblicos y los cánones teológicos que dicen que hablar con muertos no es de “gente buena”. Me pasé los estatutos por donde no me da el sol e invoqué a mami. La senté en el borde de mi cama. Le toqué las manos. Aproveché que estaba completamente sola en la casa y que a mis anchas podía contarle lo que me diera en gana. Le hablé de todo lo que había pasado en días recientes. Le hablé de la maravillosa Feria de Libro de Miami, le hablé del padre de mi hija y nuestro nuevo estatus, le hablé de esa aurora boreal que me salió del vientre hace ocho años atrás, de lo grande que estaba, de lo coqueta que era, y por supuesto, le hablé de ti. Me recordó lo mucho que siempre te quiso, a pesar de todas sus sospechas y prejuicios iniciales. Nos reímos. Me mandó saludos para ti y los tuyos. Le dije que estabas bien, aunque ya no estabas conmigo.
“Entonces duró poco, pero valió la pena…”—me dijo la sabia mujer que aún es y yo asentí. Y antes de dormirme hablándole, añadió: “A lo mejor no te acuerdes de esta charla, mi niña, pero mañana, cuando tu hija quiera comer, te pedirá carne bíf. Espero, entonces, que vuelvas a pensar en mí”.
Tuvo razón, eso pidió mi hija hoy, pero total, el recordatorio no me hizo falta. Siempre estoy pensando en mi mami.
Recuerdo a tu mami, me acuerdo de cuanto te amaba. En casa no se hacia carne bi con amarillos o maiz, pero si con papas fritas, jajajaja. Se que la extrañas, y tienes razon, eso no parará nunca. Invocala siempre que puedas, no hace mal a nadie, te lo aseguro. Un beso, prieta, de este otro prieto que te adora.
ResponderBorrarLos grandes recuerdos surgen de momentos inesperados, de comidas simples y de Abrazos espontáneos.
ResponderBorrarE
Contra, Yolanda, ya he llorado bastante hoy. No contribuyas a la deshidratacion de mis ojos...
ResponderBorrarUn abrazo solidario!
No puedo decir que te entiendo, porque gracias a Señor tengo a mis padres conmigo y también a mis dos abuela y un abuelo. Mi otro abuelo nunca lo conocí, murió cuando mami era pequeña. Pero sí se lo que es un perder un ser querido. Mi tía, hermana de mami, murió por desición propia hace dos años. Nunca conoció a sus nietos y realmente, me duele que se haya ido y más de la manera que escogió.
ResponderBorrarAsí que un abrazo solidario y es lindo tener esa conección tan hermosa y mágica con un ser tan importante como es la madre. Lindo relato amiga.
P.D. Mmmm, yo la hago como tu mamá. Además de con papitas fritas. Con todos sabe deliciosa. Jajaja!