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jueves, diciembre 21, 2006

De Asma, Narices y la Ganga

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Bueno, primero lo primero. Tengo asma. Me duele el pecho, pero aún así no dejan de sentirse otras dolamas. Esta temporada es la peor para mis pulmones, nunca ha sido diferente, siempre ha sido lo mismo. El friíto borincano en épocas festivas me desbarajusta el sistema por más vitamina C y equinacea que tome. Pienso, en medio de mis pavores de falta de aire, que me sucederá igual que a Marcel Proust, prolífico escritor asesinado por un absceso en los pulmones. Proust era asmático crónico, lo cual no le impidió realizar su obra en 16 volúmenes "En busca del tiempo perdido", cumbre de la literatura universal y pionera de la novela moderna, pero el escritor francés no le ganó al sube y baja de pectorales en busca de oxigenación. A lo mejor yo tampoco. Quien sabe.

En fin, que hoy viajé para mi pueblito de antaño. Me encontré con la Ganga que organiza los eventos culturales y me puse al día con los talleres de arte, teatro y los certámenes literarios que se quieren producir y fomentar en mi bello barrio Amelia. Allí, en medio de aquella Ganga, apareció el Hombre de la Nariz, aquel jovencito enclenque que a mis trece años, besó por primera vez mis labios con pasión sublime y profunda. El hombre bailarín de Copani que me derretía y hacía que me temblaran las rodillas. De piel blanca, de labios finos, de boca suave, de nariz cosquillosa cuando me metía la lengua hasta la garganta.

Hoy porta unas canas guapísimas y ya no es tan enjuto. Se ha hecho grande, vistoso y cauteloso. Me observó toda la noche con estudiada astucia y añadió comentarios invaluables a la conversación. Se acordó de todas nuestras dulces y románticas travesuras. Me recordó de cómo las mismas, a esa tierna edad, se habían quedado inconclusas. Nos debemos cosas, nos interrumpió la vida. Reímos. Me invitó una Heneken, pero le acepté una Coors Light en vez. Luego pagamos otros “rounds”. A mí se me incrementaba el asma con la sonrisa, con lo sonrojado, con la canillera de las piernas. A él se le esquivaba la mirada mientras medía daños y consecuencias. Me fui con un saludo caballeroso de manos que se tocan a la mitad. Me fui con un aroma a su perfume y un tufo a mezcla de licor irlandés en las rocas con cerveza barata. Me fui con el pito de la fatiga más agudizado que cuando llegué. Me fui… pero algo me pide que vuelva. Quizás un día de estos.

1 comentario:

  1. Qué mal, admirada, el asma!
    Lo padecí cuando trabajaba pedacitos de madera, tela de "saco", pintura en aerosol e higuera. Luego vinieron algunas bronquitis en plena Navidad y Reyes, tomando café muy cargado que aunado a los broncodilatadores, me convertía en Correcaminos (pipíp!). Escribiendo aquí estoy tosiendo productivamente, jaja!

    Por otro lado conste, qué bueno retornar a gente que alguna vez nos impactó positivamente sin dejar dolor a su paso, ni dudas, ni malas interpretaciones, ni malas opiniones, ni juicios de nuestro pasado, ni... en fin, creo se entiende. :\

    Disfruta estos días junto a quienes amas y te aman y cúidate mucho.
    Por cierto llevo años tratando de recordar el título de un cuento de un Rey que abría un papelito en plena gloria del éxito o plena derrota del fracaso buscando respuesta a ese trance de su vida y siempre leía: "Esto también pasará".
    Lo bello prevalece!

    Felicidad genuina a ti y tus lectores!

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