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miércoles, junio 06, 2007
De ex hijos y virginidades
El ex te llama y te lo dice. No importa cuanto tiempo ha pasado, aquel hijo del ex, que criabas como tuyo, que fue el primer presagio de vientre parido, hoy ha perdido la virginidad. Ya es un señorito que juega a ser adulto y que guarda en su teléfono móvil fotos de una novia sonriente que muestra sus pechos. Una novia que al igual que él, experimenta. Son primicias ambos de un sistema sensorial erótico. Vorágine de las pieles juveniles, de las que aún no se arrugan, de los cabellos que aún no se pueblan de canas.
Te sonríes en un inicio. Nerviosa. ¿Alegre? Luego te cobija la terrible sombra de la distancia. No puedes verle el rostro al ex hijo, está en otro país. No puedes abrazarlo y darle la malvenida a este juego de pasiones carnal que a veces se acompaña de las sentimentales. Preguntas qué ha dicho la madre suplente, la que ahora toma tu lugar y te arrepientes de inmediato. No quieres saberlo. No importa ella, ella no es importante. Ella no existe para ti.
Lo importante es el nene, y sus diecisiete. El magma de su cuerpo ahora arropado por profilácticos para evitar las venéreas y los embarazos. Nuestro hijo ya es grande, me dices y a mí se me aguan los ojos. Es mentira. Eso no significa ser grande. Ser grande es otra cosa. Ni siquiera yo me considero aún que soy grande. Si lo fuera, no me desmoronaría de esta manera sintiendo tantas nostalgias juntas.
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