Ella llegó como una lluvia. Cayó desde lo alto y aterrizó en el Taller de Cuentos. Tiene un don para escribir. Lo he atestiguado con estos ojos devoradores de historias sin filtro, sin paracaídas y abundantes de catapulta. Ella ha catapultado sentidos, a solas, o en un grupo pequeño, lo mismo que ante alguna gran concurrencia. Implora a Baco e invoca un baño de espumosos líquidos alucinantes y espiritosos que le harán calmar los nervios. Entonces lee. Lee lo que ya las musas le han dictado, indignada ante alguna matanza de inocentes, escandalizada por la soberana idiotez de clérigos y religiones funestas, exasperada por la ignominia de macharranes con cara de castos corderos, sublevada por el dolor de algún pariente que ha perdido la noción de espacio y tiempo. Tiene el cabello rizo, los ojos saltones y el pecho empotrado en una ofrenda piramidal egipcia: pezón, pezón, y mentón de rostro. Triada de puntos que se mantienen delincuentes, al borde, en el margen. No quiere ser nunca “la obvia”. No lo será jamás, se los aseguro. Y con su aliento de especias inmaculadas y su palabreo inteligente ha gestado un libro artesanal. Yo tengo una copia. Soy afortunada.
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jueves, febrero 21, 2008
Tragarme un Maldes
Ella llegó como una lluvia. Cayó desde lo alto y aterrizó en el Taller de Cuentos. Tiene un don para escribir. Lo he atestiguado con estos ojos devoradores de historias sin filtro, sin paracaídas y abundantes de catapulta. Ella ha catapultado sentidos, a solas, o en un grupo pequeño, lo mismo que ante alguna gran concurrencia. Implora a Baco e invoca un baño de espumosos líquidos alucinantes y espiritosos que le harán calmar los nervios. Entonces lee. Lee lo que ya las musas le han dictado, indignada ante alguna matanza de inocentes, escandalizada por la soberana idiotez de clérigos y religiones funestas, exasperada por la ignominia de macharranes con cara de castos corderos, sublevada por el dolor de algún pariente que ha perdido la noción de espacio y tiempo. Tiene el cabello rizo, los ojos saltones y el pecho empotrado en una ofrenda piramidal egipcia: pezón, pezón, y mentón de rostro. Triada de puntos que se mantienen delincuentes, al borde, en el margen. No quiere ser nunca “la obvia”. No lo será jamás, se los aseguro. Y con su aliento de especias inmaculadas y su palabreo inteligente ha gestado un libro artesanal. Yo tengo una copia. Soy afortunada.
Que bellas!!!! Hermoso. Lograste captar la belleza y humanidad de la super Maldes.
ResponderBorrarMira que ejercité los lagrimales con esto. :)
Un abrazo a las cómplices.