Páginas

miércoles, marzo 05, 2008

Candela en la pedicura


Photobucket



"—Me dicen Candela.
Imanol, sin fuerzas y con frío en el alma, bajo el aguacero, se viene por segunda vez con una deuda de quinientos pesos."


La pedicurista me exfolia los pellejos del pie izquierdo y sube las cejas con curiosidad. Estudia mi reacción. Sabe que algo raro, más allá de las cosquillas en la planta del pie, le sucede a mi cuerpo. Yo espero que no descubra que me excito mientras degusto este Rey Emmanuel Andújar con sabor a Black Label y a Chivas. Ruego porque no se me note el emboque trepidante de huracanes caribeños que baten las vidas libidinosas de la negra y su ‘milagro’ revelado.

Rey ‘se pasa’ y nos incinera con este texto tan cabronamente bien escrito, tan magistralmente ensamblado, tan poéticamente intrigante. Atrajo mi atención el evento inicial de Caribe Tours y el viaje de los boricuas de Toa Baja. Me recordaron mi propia odisea en esa línea de autobuses en donde a mí también, en unas vacaciones de baratillo, una vez me vomitaron los pies por lo largo del trayecto.

En esta obra de Andújar, los truenos, las lloviznas y una mujer con estirpe haitiana, con mezcolanza de negra isleña, con un secreto y una muerte, la de Renato Castratte —caído de un quinto piso—, deja que todo a su alrededor coja fuego y arda. Una sospechosa, Sera y su futura boda, y el estríper que le bailotea, y su misterio de llevar adentro el semen de un hombre muerto, cocinan una historia feroz. Y tan antillana, carajo.

Destacan la Buela que cuenta el inicio de la creación con una mitología inventada, la bruja vaticinadora de sueños que con la lectura de hojas y borras de café afecta a todo aquel que le huele el grajo. Cruces y entrecruces, una ciudad al borde de un huracán y las disyuntivas entre haitianos y dominicanos — aquellos que llevan el ‘negro detrás de la oreja’—, logran un carnaval muy veloz. Embriagan además, el agente Aceituno, Petafunte, Gustaf y su muñón, y el escritor Lubrini.

Habrá que no perderse esta Candela y evocar el mantra etéreo de llanto sostenido que recita el Sublime Coro de las Mamasijayas. En las propias palabras del autor ‘Candela te agarra del pelo y dice “Oui, mon petit” dando golpes de cintura como si ese cuerpo no fuera de ella’ (pag. 102). Y es cierto, deja de ser su cuerpo para convertirse en el mío, y en el de todo aquel que la siga y se quiera prender por su embeleso.

2 comentarios:

  1. Es increíble como la gente se derrama en comentarios cuando el post es un chismorreo sobre algún “poeta adúltero” (no en este, sino en otros blogs) y sin embargo, no se toman el tiempo en solidarizarse con tus reseñas u opinar sobre la extraordinaria labor que realizas, y dicho sea de paso, con los autores a quienes reseñas.

    Un gran abrazo.

    ResponderBorrar
  2. Bravo por "Candela". A coger fuego toel mundo!!!!!!!!!

    ResponderBorrar