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viernes, abril 11, 2008

Jardín de cemento de McEwan



En una casa de los suburbios de Londres, viven cuatro hermanos con una madre apunto de fallecer. Entonces Ian McEwan traza un retrato de cada personaje en donde nos muestra los favoritismos del más pequeño, las majaderías de la más grande, las rivalidades de los de en medio. Cómo se roban cosas entre sí, como callan secretos, cómo rompen, escriben sobre ellos mismos y sobre sus compañeros de clase y cómo manejan ambas muertes de los padres. A este grupo de “nuevos indigentes” ahora les toca estar ante una nueva soledad, les toca volverse solidarios, les toca guardar silencio.

‘Jardín de cemento’ retrata una familia que es como cualquiera otra, hasta que es necesario cruzar el borde, esa línea divisoria de lo bueno-noble, malo-incorrecto. Una familia que rozará los límites. La repentina e inesperada ausencia de la autoridad, del punto de referencia que siempre es un padre, en su diminuta y gran comunidad de adolescentes los invita a crear una nueva organización, un nuevo sistema de vida, unas nuevas reglas que se encaraman en los postulados de conciencia y cuyas consecuencias habrán de pagar todos si alguna vez se rompen.

¿Se volverán pequeños monstruos? ¿Imitarán a los personajes de sus historietas infantiles, de sus cuentos juveniles? ¿Bastará con querer desaparecer a otro mundo, a otra galaxia, a otro sistema solar? ¿Bastará? Esta historia “shockante” es, según el autor, “un relato, algo estremecedor acerca de las cadenas edípicas que a la vez amenazan y cimentan las relaciones familiares”.

La novela está centrada en uno de los hermanos, Jack, el cual se encuentra en la alborada de la rebeldía, de romper con todo lo que conoce, de dejar de bañarse porque sí y del descubrimiento del sexo con una fijación “perturbante” hacia la hermana mayor. Es él quien nos mueve a través de las diferentes escenas. ‘Jardín de cemento’ es interesante y audaz.


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