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lunes, mayo 26, 2008

Ajá. Y luego del divorcio, ¿qué?



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A punto de cumplir mi primer mes de soltera (después de catorce años atada al grillete), miro por la ventana al inconfundible baño de luna, y reflexiono sobre los últimos eventos. Numero uno en esa lista aparece el nombre de mi heredera: Aurora. Grandes cambios en torno a ella, en torno a cómo se divide su tiempo, quién la busca en la escuela, en donde se queda por las noches, fraccionamiento de sus fines de semana; éste conmigo, el otro con el donante, y añádase el malévolo jueguito ese que se crea en torno a “ ¿Y tu mami cómo la está pasando, a quién ve, con quien sale?, No es que me importe, pero…” Ya se sabe que los divorcios son aterradores, incluso los que terminan cordiales. Incluso esos dejan una estela de vacío descomunal. Enfrentarse con ese espacio en la cama en donde ahora hay ausencia de un cuerpo que roncaba, o que chirriaba los dientes, o que lanzaba peos es doloroso. Por más apestosas que fueran esas ventosidades, o por más muelechichones que se hayan convertido los días en los cuales había que suspirar por la toalla mojada en el suelo, y los calzoncillos nuevos mezclados con los viejos, y la caja de corn flakes vacía todavía ocupando el mismo espacio de las supuestas llenas. Con todo, el vacío es kilométrico. Con todo y ese descanso que se vislumbra al doblar la esquina, se siente una como si le hubieran espetado un alfiler en el ojo. Ujúm. Claro, y en la lista de las reflexiones aparecen más cosas; libros por publicar, presentaciones por asistir, manuscritos sin revisión, lavar la ropa, mapear la casa, pintar la fachada... Y el susto de la economía que ahora depende enteramente de ti, y el susto por poder balancear labores profesionales con domésticas, y el susto, el maldito susto de todo lo que es incertidumbre, que al final y a la postre resulta que es everything, y resulta que igual así mismito se sentía mientras compartías tu vida con el intruso que ahora se ha vuelto invisible. Ah, y ni hablar del nuevo “dating period”, que también da un miedo espantosamente cabrón.

6 comentarios:

  1. Celebremos pues tu mesario de soltera. :) Tienes razón, en lo que escribes. Ahora te digo que igual es emocionante y da cosquillas ricas el no saber lo que ocurra. A la vuelta de cada esquina o fin de semana poder oler cuerpos nuevos y saborear otras pieles. ¿No crees? :):)

    P.D. estoy tan positiva ultimamente que ni me reoconozco. pero sigo siendo bicha.

    besos! TQM

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  2. Yolanda,

    No sabía que estuvieras pasando por esto. Quiero que sepas que te admiro mucho porque fuiste valiente. Hay muchos que se quedan por cobardía e inercia. Te felicito por escoger tu felicidad, y mientras más feliz seas, mejor madre serás.

    Espero verte y compartir contigo cuando vaya a Puerto Rico. Un abrazo y haz todo lo que antes no podías hacer, Johanny

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  3. Yolanda

    Bienvenida al club de las Jefas de familia, aunque parece que estabas en el sin darte cuenta. Sigue con la lista de reflexiones que mencionas, porque de ella se desprende mucho por hacer, gente que te espera, una hija hermosa que seguir cuidando de la mano de una mujer como tu talentosa, inteligente, bella que otros cuerpos buscaran. El susto, el miedo a enfrentarlo para acabar con el. Mi abrazo SOLIDARIO.

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  4. El frío olímpico es inevitable, y quien te diga que no lo sintió en esa situación te miente. Estamos programados para trabajar un hogar en pareja y aunque mucho del peso haya caído por buen tiempo sobre una, los sentimientos negativos empujan nuestros hombros. Se puede. Duele, pero se puede. Mis mejores deseos te acompañan (y la Energía Divina).
    Besos!

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  5. Un abrazo de solidaridad de parte de alguien que pasó por eso.

    Es algo triste, la muerte de una relación. Indudablemente se pasa por un período de duelo. Pero es infinitamente liberador a la misma vez, independiente de quién haya iniciado el proceso.

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  6. Después de cierto tiempo atada a una misma piel, se hace difícil imaginar y mucho menos realizar cómo será la vida sin esa dependencia. Aún cuando el peso de la familia haya recaído sobre ti tanto que la sentías como tu segunda piel, el hecho de no tener la sombra masculina dentro (y fuera) de la casa se sentirá raro por un tiempo. Buscarás ese verdadero aire fresco que llene tus pulmones y se vaya colando por cada poro. Y un día, no muy lejano, verás que el verdadero aire puro está dentro de ti, que lo compartiste primero con el gran tesoro que representa tu hija y de aquí en adelante, el control será tuyo. He podido ver a través de lo que tus ojos y tu sonrisa dicen y no dicen, que eres un gran ser humano y tu verdadero andar recién comienza.

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