Otra vez, abochornada del mundo, de mi país, de los terrícolas. Una mujer con seis meses de embarazo se recuesta en su cama a tomar una siesta, y una bala perdida no le permite volver a levantarse. Le sacan la hija del vientre y ahora la salvada no conocerá nunca a su madre. Hace unos días atrás, fue encontrada otra víctima de violencia doméstica hecha pedacitos, y minuciosamente divida en tres pailas de pintura. ¿En que se piensa cuando se corta el primer pedazo de carne con piel, con manos, con sortijas o aretes? ¿De dónde se saca el valor para seguir cortando? A veces pareciera que soy el simple cuadro de una galería o un museo, una pintura al óleo, un lienzo, y que el resto de los seres humanos observan mi espectáculo como si yo estuviera colgada de la pared. Y no entienden mis trazos, ni la cronometría de las sombras, ni las pigmentaciones de mis lamentos.
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viernes, octubre 31, 2008
Exposición
Otra vez, abochornada del mundo, de mi país, de los terrícolas. Una mujer con seis meses de embarazo se recuesta en su cama a tomar una siesta, y una bala perdida no le permite volver a levantarse. Le sacan la hija del vientre y ahora la salvada no conocerá nunca a su madre. Hace unos días atrás, fue encontrada otra víctima de violencia doméstica hecha pedacitos, y minuciosamente divida en tres pailas de pintura. ¿En que se piensa cuando se corta el primer pedazo de carne con piel, con manos, con sortijas o aretes? ¿De dónde se saca el valor para seguir cortando? A veces pareciera que soy el simple cuadro de una galería o un museo, una pintura al óleo, un lienzo, y que el resto de los seres humanos observan mi espectáculo como si yo estuviera colgada de la pared. Y no entienden mis trazos, ni la cronometría de las sombras, ni las pigmentaciones de mis lamentos.
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