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sábado, octubre 11, 2008
La vida privada de Alejandro Zambra
Magnífica. La vida privada de los árboles es de lo mejor que he leído. Alejandro Zambra sabe cómo se escribe y para qué. Zambra es un ferviente admirador de Georges Perec. Las transiciones, las conversiones de la ficción, los retazos construidos de lo que se cuenta es lo mejor con lo que carga esta novela. El manejo del tiempo establece una nueva tónica, un nuevo acercamiento a los raccontos, flash backs y otros retrocesos histriónicos. El minimalismo exponenciado deja a uno sin aire, y esa multiplicación de la probabilidad existencial se deshoja frente a nosotros con la historia de Julian y su Veronica, que no llega. Es un juego de ausentes, una crónica de cuando lo presente importa precisamente por la carencia, porque se ha cesado de tener. El tono intimista se desborda en cada una de las 117 páginas asignadas por Anagrama y “mientras en la improvisada espera irrumpen en constantes imágenes los recuerdos, la invención de posibles explicaciones a la tardanza de Verónica, y un imaginado futuro para la niña que ahora duerme en la habitación de al lado. Todos estos pensamientos de Julián deben estirarse porque la novela nace con una única condición: el libro sólo podrá terminar cuando su mujer regrese o cuando Julián esté seguro de que ya no volverá.” (ya lo dijo quien lo dijo). Mis odas a este Zambra que me ha dejado con mucha hambre.
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