NARRATIVA LATINOAMERICANA
Entre Gabo y Facebook
La antología "El futuro no es nuestro" compila cuentos de 20 escritores latinoamericanos menores de 40 años y desde su prólogo podría ser considerada un manifiesto. Marketing, redes sociales y herencia.
Por: Guido Carelli Lynch
"¿Quién de todos se quedará en la historia?" Muchos aconsejan no comenzar jamás con una pregunta, menos con una solemne, pero en la séptima línea del prólogo de El futuro no es nuestro, Diego Trelles Paz (novelista peruano, alguna vez periodista, renegado profesor universitario, en fin, niño precoz) retoma la pregunta simple y directa, que no era suya sino, como otorga, del uruguayo Angel Rama.
La pregunta metaliteraria y metafísica más antigua de todas, la primera, la inevitable sobre lo inevitable quedó zanjada hace tiempo. El prologuista y antologista Trelles Paz también asume desde el título la probable y cínica verdad acerca de la inexorable muerte de todos nosotros, de todo, y también de los que ya están muertos: incluso Dante, Shakespere o Cervantes. Entonces surge otra inevitable pregunta, aunque bastante más terrenal y menos pretenciosa que la primera: ¿Qué quiere ser esta recopilación de cuentos que prologados por Trelles tienen el halo y la vehemencia de un Manifiesto?
El futuro no es nuestro no es un aggiornado McOndo ni cualquiera de las muy recomendables antologías sobre jóvenes escritores latinoamericanos que ya aparecieron hace tiempo. Porque aunque pertenecen estrictamente a la generación nacida entre 1970 y 1980, a la promoción de Trelles Paz, asumen en su voz, o al menos en este volumen sus coincidencias y su sentido marginal de pertenencia a este grupo sin nombre.
La novedad además es que hasta esta publicación, muchas de las caras visibles de esta generación asumían su compromiso, desde el mandato de compartir espacios de difusión y la necesidad de dejar de lado las diferencias estéticas para poder mostrarse. Ahora, en cambio, también aceptan problemáticas compartidas y, en definitiva, una forma más desacralizada de afrontar la escritura y el mundo que la rodea. La mayoría de los 20 nombres propios aquí presentados –entre otros Oliverio Coelho, Antonio Ungar y Antonio Ortuño– y la mayoría de los 63 latinoamericanos que incluye la versión libre y más ambiciosa publicada en Internet (piedepagina.com) han adquirido notoriedad en el endogámico y pequeño mundo de las letras hispanoamericanas.
Ese reconocimiento es hijo de la actitud prolífica de la mayoría de estos narradores menores de 35 años y, también, de los órganos de legitimación pública como los premios editoriales, los festivales internacionales, la crítica académica o la mediática, o todo un mix de lo anterior licuado por las reglas del marketing y los canales de promoción editorial a los que ellos también se someten.
Con El futuro... , los autores eligen una carta alternativa de presentación distinta a la de las multinacionales que operan en América Latina o a la fiebre amarilla de la española Anagrama. Es un puente nuevo entre los nuevos autores y los lectores hispanoamericanos. Es sugerente también porque muchos de ellos, como Trelles y sus compatriotas Roncagliolo y Daniel Alarcón, cuestionan desde su experiencia de emigrados al "Primer Mundo" y desde su discurso, la vetusta noción de "literaturas nacionales".
Tienen en común la coyuntura generacional, Internet: tienen blogs y se autopromocionan a través de redes sociales como Facebook. Comparten además una visión sobre los nombres en bronce del Boom que no es parricida, pero sí autónoma. Comparten una visión menos exótica de la región, una infancia militarizada y un presente socialmente convulsionado y flanqueado por la apatía y el escepticismo. No son pocos los que eligen esta manera alternativa de presentarse. "Nos interesaba desenmarcar un poco la relación fuerte que ha habido entre la literatura y el marketing y mostrarnos como un grupo. Es un grupo bastante solidario, de internautas. Casi todos nos conocimos por Internet y decidimos todo por e-mail. Mi idea era presentarnos, recuperar esa relación horizontal que siempre ha habido con el lector, sin necesidad de condicionamientos extraliterarios, sin simplificar nuestras diferencias", confirma Trelles desde su casa en Nueva York.
Tendrá sus razones Francis Ford Coppola y los responsables editoriales de su revista trimestral "Zoetrope" para presentar una edición bilingüe de algunos de los mejores cuentos de los narradores del proyecto. Tamaña distinción –con ilustraciones del cineasta mexicano Guillermo del Toro– difícilmente no contribuyan a la construcción de ese aura de celebrities literarias –del escritor como espectáculo–, en fin, de los estigmas "del marketing y de las poses del escritor ultra cool que mira-pero-no-mira los destellos de los flashes" que Trelles rechaza al final de la declaración de principios que significa su prólogo.
Aunque muchos son novelistas y también se animan al cuento –género desde hace décadas supuestamente condenado a la desaparición y a un no-futuro– en el plano estético comparten, con excepción de los argentinos, nada más que la realidad realista de la literatura actual latinoamericana. Otros comparten gustos y lecturas como (Bolaño, Aira, Puig, Bellatín). Y sin embargo el antalogista prologuista afirma que "si algo nos une debe ser esa disgregación germinal que permite la heterogeneidad" de este volumen. Sin embargo, Trelles reconoce que hay dos temas dominantes en la antología. El de "la violencia, política y la generada por el racismo en el primer mundo" y, por otra parte, un tratamiento del erotismo sin tabúes, desde diferentes ópticas. "¿Cómo se lee una escritora de Bolivia, a un cubano o a un nicaragüense si no es con este tipo de proyectos. Esa era la idea", se pregunta Trelles Paz.
"El proyecto" es, antes que nada, una antología que reúne a veinte autores para disfrutar y leer arbitrariamente, sin prejuicios ni notas al pie. El hecho de que sean 20 en la versión impresa, y 63 en la digital da qué pensar, sobre todo en la posibilidad de aquellos nombres inéditos, todavía a la sombra y ojalá no siempre desconocidos, los que están de uno u otro modo afuera, off-line, desconectados.
Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/03/21/_-01881389.htm
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