A Federico García Lorca
Soy la infanta de Castilla y Aragón
Celosa de las manos del hombre que me pertenece
Celosa de su falo, mi hermoso
No quise ser como los hombres quisieron que yo fuese
No jugué al escondite con mi ser
Fui loba
Arrebaté; usurpé
Arranqué cabellos largos de otra
y escupí rostros
abofeteé intrusas
tomé lo que es mío para mí
Me tildaron de quincallera, desquiciada y delirante
velé sus ojos mancebos
dormidos en la muerte
besé sus labios antes del embalsamamiento, y después
probé su lengua fría
cerré mi corazón; ya para nadie más
escondidos en la tienda real
moví sobre sus caderas las mías
y permití que entrara toda su frialdad tiesa
en mis concavidades
muero altiva, exigente
mío de mí, sigue siendo este hombre
Me en can ta! Esta rabia de querer así. Bravo, bravísimo!
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