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jueves, agosto 13, 2009

Desde la Soledad de Hiroshima / Respuestas al abandono



Escoger o no la mejor contestación:

a) Porque, al igual que la señora que me parió, se abandona por placer, por sentir el tinguiling de la excitación de mirar atrás, y ver lo que se va alejando, lo que se va dejando. Desamparo. Porque se siente goce de atestiguar el desorden de corazones malheridos, la anarquía de sentimientos, el atiborro del desosirio. Porque la desolación de otros es alimento al alma.

b) Porque se prefiere otro vicio más allá que el de mi boca, que el de mis labios vaginales, que el de mi ombligo adornado de estrías, que el de mis caderas abundantes y asesinas en el soliloquio de la embestida. Porque se necesita un “rush” mayor, más adrenalina que la que dan mis jadeos. Porque el intercambio con Bacco dura trescientos sesenta y cinco días y un mes más. Porque la borrachera de sustancias sicotrópicas es más satisfactoria. El embriague es la excusa perfecta para la injuria, el agravio del que luego se pide perdón. El arrebato da el pie forzado al jamaqueo y a la amenaza de bofetadas o partidas de boca si te atreves, si te atreves a dejarme tú, si te veo con otro.

c) Porque se tienen miles de complejos y le gusta hacerte sentir poca cosa, poquitísima cosita linda, “Coco”, para que creas que no tienes alternativa, que no hay autoestima, que no tienes otra opción. Porque nuestro viaje a la sexualidad ha abierto las puertas de todas tus posibilidades, y debido a ello se tiene que perdonar todo. Todo. Todo. Me lo tienes que perdonar todo, más te vale, o haré que Orula acabe contigo.

d) Todas las anteriores

1 comentario:

  1. e) Ninguna de las anteriores:
    Porque una es la que escoje. Se aprende a verbalizar el no, a desintoxicarse de presencias adictivas y que diluyen. Extirpar esos seres que se adhieren a la luz de otros para sobrevivir. Saber que toca el autorescate, que no soy superman ni tengo ínfulas de salvavidas con los demás. Porque no quiero rendirme a chantajes emocionales, que el enamorarse no es por méritos o recompensas de sufrimientos. Y por el terror de convertirme en lo que es la otra persona. En fin, por lo que soy, sobre todas las cosas.

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