Desperté en tinieblas. Pero no faltó tu tacto. No faltó tu arrumaco de consuelo por el miedo a volar. Tu abrazo consolador ante la ausencia de países, patrias hechas en el despojo bravío. Regresaré en un abrir y cerrar de ojos. A tu hueco de nuca, a tu jabonera ladeada y olorosa. A tu playa medialuna de Vieques que te dibuja la boca. A tu inconformidad justiciera. A tus labios. Desperté en tinieblas. Pero tu cadera con espuma de embestida golosa hacía presencia. Me penetraba entera. Taladró mis formas y palpitó mis contornos como si fueran un manuscrito en braille. No te veía, y mi espalda sabía que eras tú. Desperté en tinieblas. Y allí estabas.
wow, me encanta
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