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domingo, diciembre 27, 2009

Aurora, buen viaje.


¿Cómo dejarla ir, si la tuve dentro? Cuarenta y dos semanas. Nació pasada de tiempo y contrario a cualquier vaticinio médico que especifica que los niños que nacen después de las cuarenta semanas demuestran complicaciones cognitivas y motoras, la niña nació bien. Nació alegre. Nació mamándome el pezón izquierdo. Adherido a él y chupándome la savia que nos uniría en el lazo energético invisible madre-hija. Nació bella. Inteligente. Madura y curiosa. Con talento y con criterio propio. Y con sentido de pertenencia y una opinión muy suya sobre el asunto de la vida, el libre albedrio y las preferencias. Nació con ganas de decir “no”. Con ganas de decir “no estoy de acuerdo”, “explíquenmelo”, qué significa eso en español, qué significa en inglés”, “¿cómo se dice caballo en francés?” Nació para decir “mi madre es negra y por eso yo en los dibujos del kinder me pinto de marrón”, para decir “¿y a quién le importan las decisiones de pareja de la gente, después que haya felicidad de por medio?” Nació para decir “mi progenitora me ha enseñado que no existen los obstáculos, ni las porfías, ni los imposibles”, para decir “yo también creo en Francia, y en El Principito, y en las lunas de este planeta y de todos los que existen”.

¿Cómo no dejarla ir, ahora? ¿Ahora que mi guerrera aventurera quiere mundo? Ahora que desea irse a estudiar en otro idioma, a otro país. Ahora que se lo ha ganado. Que llora porque va a abandonarme, pero que ríe porque va a abandonarme, y eso está bien. Eso es lo correcto. Lo esperaba a los quince, a los veinte, quizás. No ahora, que tiene once. Y me besa. Y me abraza y me acaricia las mejillas y me dice: yo sé que lo entiendes, mamá, porque soy como tú. Somos iguales. Tú harías lo mismo. Tú has hecho lo mismo. Y yo le digo que sí. Con el corazón más roto que nunca, más destrozado que nunca. Nadie me lo ha roto de este modo. Ningún otro amor. Sólo ella. Y en el fondo, soy dichosa.

4 comentarios:

  1. No hay mejor prueba de que lo has hecho bien, muy bien, cabronamente bien......sabes que lloro y rio con las dos y por las dos!!!

    La mujer cruda

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  2. Tus reflexiones sobre tu vida siempre tocan mi corazon por ser tan genuinas. Las madres tienen el don de apaciguar el espiritu.

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  3. qué suerte tienen las dos!
    me encataría conocer a esa viejita! ;) yo nací más tarde de lo debido también y mi abuela decía que por eso siempre fui niña viejita!

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  4. Hola Yolanda, mi nombre es Guillermo Camacho el editor de la revista Aurora Boreal para los amantes del español que hacemos desde Dinamarca (versión impresa y digital). Queremos contactar contigo para publicar algo tuyo y que nuestros lectores puedan concoer tu obra. Mi correo es info@auroraboreal.dk o nos puedes visitar en www.auroraboreal.net
    Ojalá podamos contactar contigo. Un cordial saludo, Guillermo

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