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martes, abril 06, 2010

María, tú que velas junto a mí, y ves el fuego de mi inquietud






De pequeña me enseñaron a rezar el rosario, a querer ser parte del coro de la Parroquia Santa Rosa de Lima de Amelia, a anhelar convertirme en Hija de María y luego catequista, y hasta enamorar a monaguillos. Todo eso fue voluntario. Lo que no lo fue: ser el objeto del deseo de un Ministro de la Eucaristía. Salí ilesa. El tipejo no logró violarme. Pero eso fue a mí. Me pregunto cuántas otras no corrieron mi misma suerte y hoy lo miran con trauma y repugnancia desde la palestra política que ahora enarbola.

Desde aquellos días (yo tenía 13) no visitaba una iglesia católica. Este fin de semana pasado fui, por aquello de la investigación cultural literaria. Saqué fotos y pietaje. Fue de lo más interesante. Canté algunos coritos (en mi barca, no hay oro ni espadas), recordé a la Pascua Juvenil… pero no aplaudí a la virgen (¿?) cuando entró al altar. Si de verdad concede milagros, debió haber velado por las Hijas de María a las que sí les fueron arrebatados sus hímenes a la espera de que algún dios grandioso ejecutara la concepción en ellas.

1 comentario:

  1. Hace años no entro a una iglesia. El dia que vaya ocurre un terremoto! Lindas las fotos, saludos!

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