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miércoles, agosto 11, 2010

Suculentos diarios de Susan Sontag



Por estos días se habla del tema. Un dilema moral. ¿Mostrar o no mostrar el secreto una vez se ha muerto? David Rieff, el hijo de Susan Sontag, asegura que su madre le dijo en su lecho de muerte: “Ya sabes dónde están los diarios”. ¿Es esto el permiso? ¿Da derecho? ¿Estaba consintiendo o pedía privacidad?

El debate continua fraguándose. Mientras, Mondadori se prepara para publicarlos en español. En inglés ya se puede adquirir el primero de los tres tomos. Dicho sea de paso, ese primero, ya está en mis brazos desde el pasado mes de agosto 2009.

Añade El País:

Son jirones de pensamiento, ideas bosquejadas. Hay largos listados, planes de lectura, un inmodesto goteo de nombres del mundo de la cultura. ¿Qué falta hace publicar algo así? Ahora ya sabemos que a los 14 años Sontag carecía todavía de glamour intelectual, ¿y qué? Se podría leer como una novela fragmentaria sobre un proceso formativo. Probablemente, la joven Susan, varada en una familia del montón, armó para sí un proyecto de autopromoción para superdotados como estrategia de supervivencia.

El libro que desnuda a Susan Sontag.
Nuestra jovencita lee a Rilke, a Aldous Huxley y a André Gide. Ideas acerca del hecho de ser judío. Ahí se detecta cierta ansia de redención. Escucha a Vivaldi y escribe: “La música es la más viva y maravillosa de todas las artes –la más abstracta, perfecta y pura– y, al mismo tiempo, la más sensual. Escucho con todo mi cuerpo…”. A los 16 años descubre que su cuerpo desea a las mujeres.
La idea de renacer surge en este contexto del amor físico. “Ahora empieza todo, he renacido”, anota tras su primera experiencia lésbica. Los amoríos dan pie a las entradas más largas. Resulta difícil encontrar una escena que permita adivinar a la novelista posterior. Uno añora la ligereza con que fluye el texto de los diarios de Virginia Woolf. Y se pregunta qué significa que apenas haya entradas que aludan al matrimonio con Rieff o a su disolución; el nacimiento de David en 1952 no aparece registrado. Una de las entradas más largas describe el día en que abandona a Rieff y al niño; es un protocolo opresivo minuto a minuto, comer, beber, cerrar la maleta, como si eso brindara el único sostén posible. Las relaciones con mujeres se exploran mucho más minuciosamente, en París y luego en Manhattan, se descomponen en detalles desquiciantes, desesperados, a veces sucios.

1 comentario:

  1. Pués yo soy de las que piensa que no se deben publicar a menos que esté expresamente escrito por la o el moribundo. Lo demás me parece que es explotación de la intimidad ajena.
    Todavía me revienta que la iglesia católica se haya atrevido a publicar las cartas de la Madre Teresa a sus confesores. Es simplemente tomar ventaja del que ya no puede consentir y lo detesto.

    Arlene

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