por Carlos Esteban Cana
El primer semestre del 2010 ha sido dinámico en cuanto a nuevas publicaciones. Abniel Marat, Noel Luna, Yarisa Colón, Marta Aponte Alsina, Yolanda Arroyo Pizarro, José Borges, Lina Nieves, Awilda Caez, Leticia Ruiz y Doris Melo figuran entre la treintena de autores que han dado continuidad al activo panorama literario puertorriqueño.
En esta edición de En las letras reseñamos cinco, de esa treintena de libros que han salido hasta la fecha en el 2010. La intención es clara y precisa. Aquí intentamos describir, de forma breve, la emoción de turno desde nuestra óptica personal como lector, cuando nos adentramos en el universo de Miss Carrusel, Mundo cruel, Angst, A lo lejos el cielo, y Catulo o la infamia de Roma. No pretendemos, por otro lado, usurparle a nadie la experiencia de devorar por sí mismo estas nuevas publicaciones.
No queremos cerrar este boletín sin informar a los lectores del fallecimiento de nuestro entrañable amigo, y uno de los colaboradores de Taller Literario, Joel Villanueva-Reyes. Comunicador por excelencia, este periodista tuvo una trayectoria que lo llevó desde las páginas de Enlace, revista del Decanato del Recinto de Río Piedras, al periódico Diálogo de la Universidad de Puerto Rico. Actualmente Joel estaba a cargo de la redacción del Todo Bayamón y colaboraba con otros medios de índole cristiana. En Taller, fue junto a Rodrigo López Chávez, Juan Carlos Fred Alvira y este servidor, quienes integrábamos el equipo de redacción de la revista de creación que marcó la última década del siglo XX en Puerto Rico y el colectivo literario que hoy es. Con gran sentido de humor Joel dio a todos una lección perdurable acerca de cómo enfrentar las diversas situaciones de la vida. Sin duda, lo echaremos de menos.
Título: Miss Carrusel
Autora: Mirna Estrella Pérez
Género: Poesía
Editorial: Sótano Editores
78 páginas.
Un poemario escrito con la mano firme de una mujer de hoy. No queda duda acerca de que la poesía escrita por una autora como Mirna Estrella Pérez nunca carecerá de lectores. Dividido en dos partes (Miss Carrusel y Con el labial de la abuela muerta) este libro despliega una poesía que adolece del exceso de metáforas, por el contrario, la cadencia lírica se enhebra en fibras firmes narrativas. La voz de la hablante lírica manifiesta decepción con el entorno, cierta conformidad con las circunstancias. Una atmósfera orgánica de des/ilusión se despliega por todo el poemario. Los siguientes versos del poema # 22 así lo evidencian:
Han quedado las flores
pudriéndose en los jardines.
Alguien olvidó recogerlas para ti.
Los trazos finales de las piezas sintetizan en pocas palabras lo que se ha desplegado en sinuosos versos y estrofas. Miss Carrusel es un libro para leerse quizás durante la tarde, nunca en las mañanas.
Título: Mundo Cruel
Autor: Luis Negrón
Género: Cuento
Editorial: La Secta de los Perros
102 páginas.
La ausencia de pretensión de este libro es lo que le confiere la presencia que ha ido adquiriendo entre los lectores. Mundo Cruel muestra unos cuentos impecables, tanto en la construcción de la trama como en el uso del lenguaje. Con mano templada, sin ser barroco, quien escribe muestra la formación de un autor – y librero- que no ha tenido prisa en forjarse camino. Por lo anterior, este libro de 102 páginas casi se puede leer de una sentada. Desde el dominio del habla coloquial, como en el cuento Junito, hasta la ternura que aromatiza el cuento El jardín, Mundo Cruel se deja sentir. La caracterización de personajes en Botella, el humor en Por Guayama, y el ambiente que desarrolla el autor en El elegido, coloca este libro de nueve cuentos en sintonía con títulos de reciente publicación como Cinco minutos para ser infiel de Emilio del Carril, 8% de desk-cuentos de Carlos Vázquez Cruz y Nocturno y otros desamparos de Moisés Agosto. En cada una de las historias de Mundo cruel es palpable la denuncia en contra del discrimen contra la comunidad gay y lésbica, pero lo anterior no le impide al autor examinar los matices, con sus luces y sombras, que esa comunidad exhibe en la sociedad, tal como se presenta en el cuento que le da título a la colección. Las ventas de este libro han ido viento en popa y ya circulan noticias de una nueva edición. Luis Negrón, quien ya había ganado notoriedad por su participación como uno de los antólogos de Los otros cuerpos, va forjando, sin prisa pero sin pausa, su lugar como escritor puertorriqueño en esta nueva década.
Título: Angst
Autor: (no se identifica)
Género: Poesía
Editorial: Agentes Catalíticos
116 páginas.
Jerarquía Divina
3. ¿Nació Dios de la costilla de un abecedario?
Honesto y original. Aunque aquí lo original no está reñido con la tradición. Es evidente la correspondencia de Angst con La luz necesaria de Julio César Pol y con Dosis de Mayda Colón, que a su vez tienen eco de la poesía minimalista de Alberto Martínez-Márquez y los famosos epigramas de Julio César López. Adolece, eso sí, de cierta ironía meta-literaria que de tenerla acercaría este libro a los Casquillos de Capiello.
-7
Las palomas electrocutadas sobre las vías del tren
no sabían del peso de los vagones ausentes.
(ni que matan, a canto de sirena,
con el chillido liviano que llama a su paso.)
Advertido de su existencia esperaba sonriendo,
con los audífonos puestos
y mis dientes manchados de plumas.
Angst es un festín para quien quiere apartarse del cliché, o está cansado de fórmulas recicladas. Incluso, la ausencia del nombre del autor pone en juego el rol o lugar de quien escribe, problematiza la importancia del autor ante la obra. El título Angst destila reminiscencias existenciales, recordemos que esta palabra en danés significa miedo, por lo que es evidente en todo el poemario cierta sensación de exilio en el poeta, sobre si mismo y su entorno; condición, por otro lado, necesaria para el artista que busca conocer y reconocer, bucear sus propias profundidades. Quien escribe y entra al laberinto de conceptualizar este libro se instala en una especie de faro apalabrado, a distancia saludable, para ser testigo, tal como lo planteaba el escritor Edward Said, de lo que implica su experiencia de ser humano.
Cuando el árbol
Sospecho que algo así existe, un incendio de tal magnitud,
que hay bosques de un verde suficientemente grande
como para encontrarlos riendo lo salvaje.
Lugares donde los animales no se clasifican,
ni las flores se estudian. Donde no se disecan las cosas
ni se guardan.
Donde se dejan pasar la lluvia
y los ruidos como bestiecitas que mueren.
Así se hacen de nuevo tierra y de nuevo planta.
Allá de seguro habrá ríos
repletos sus cauces de un agua imposible
que aún moja solamente porque moja,
y allí todavía la gota es gota
y no quema como acá que se quiere fuego,
fuego y por tal ceniza
y a veces cuarto y a veces papel,
y siempre sin objeto voraz, desesperado y sin causa.
Este poemario destaca además por varios detalles en su diseño: la peculiaridad de las imágenes que forman los bordes de las páginas, la ausencia de números pares, la invisibilidad del título en la portada, incluso el texto en la página final, nos recuerda los experimentos o innovaciones propias del sencillo Rain o el I’m Only Sleeping del Revolver de los Beatles. El contenido de las páginas de Angst pueden destilar emociones homólogas a la propuesta acústica-electrónica del Modern Guilt de Beck.
Articulación de una primera necedad
El arte aspira a ser una silla de ruedas
obstruyendo una rampa de impedidos.
Lo único que identifica, en algo, al autor de Angst es una foto de un niño en la página final. Según mis fuentes, el escritor en cuestión podría estar vinculado a la propia editorial y colectivo responsable de la publicación del libro. De todas maneras aquí lo importante es consignar la valía de este poemario, en el que las piezas mínimas que lo conforman revelan… insinúan…
Título: A lo lejos, el cielo
Autor: Hugo Ríos Cordero
Género: Cuento
Editorial: Isla Negra Editores
100 páginas.
Cuando Oasis sacó su disco más reciente Dig Out Your Soul no tenían que demostrarle nada a nadie. La grandeza del conjunto británico que hizo posible el Don’t Look Back In Anger o el Champagne Super Nova del (What’s The Story) Morning Glory? en el 1995 ha sido palpable en la década siguiente con la infinidad de grupos que los tomaron como grupo de cabecera. A la altura del 2009 Oasis, que a su vez tienen como principal influencia a Los Beatles, estaba trabajando en la música que ellos como conjunto, quizás por puro placer, querían escuchar.
Escribo el párrafo anterior como metáfora de lo que significa A lo lejos, el cielo para la trayectoria de Hugo Ríos Cordero. Un escritor que sacudió el primer lustro de la pasada década, tanto con En el nombre del padre, Premio Certamen de Cuento de El Nuevo Día, (2002) así como con Marcos sin retratos (2003), por el que recibió el Premio Pen Club al mejor libro de cuentos de ese año. Siete años después Ríos Cordero obsequia al lector un libro fino, elegante, donde casi nada sobra. En estas páginas encontramos, sin duda, ecos del proceso inagotable de Franz Kafka, la aparente caricia sutil del aquí no ocurre nada cuando está ocurriendo todo de Anton Chejov, tambien el Borges de narraciones que aparentan no ser en su Historia universal de la infamia.
Es un libro para ser desmenuzado una y otra vez. Minucioso en detalles que, sin embargo, no abruman. Cada nueva visita a las páginas de A lo lejos, el cielo es un proceso dinámico ganado, no un desperdicio de tiempo. Y así lo vemos en la integridad orgánica de la colección.
En el cuento que inicia el libro, Coloso, pasando por los títulos Viernes negro, El ingeniero americano Tom Parker o el propio cuento que da nombre al libro, A lo lejos, el cielo, vemos cuentos que, entre otros, se ocupan de situaciones con las que cualquier lector se puede identificar, esto sin que la ubicación geográfica y cultural impida comprenderlos. Son cuentos que afirman lo que Orhan Pamuk argumenta acerca de las virtudes que tiene para los escritores desarrollar una historia en un ámbito local; el Premio Nobel turco apunta a que lo anterior no va en detrimento a la comprensión del relato, lo contrario a lo que esgrimen algunos críticos que sólo privilegian lo “universal”. En la narrativa desplegada en varios cuentos de este libro es evidente la huella digital de nuestra latitud boricua.
En cuanto a los cuentos que destacan por su excelencia en los diversos elementos que constituyen al género, y que dejan a uno pegado a la página desde la primera a la última palabra, puedo mencionar los cuentos Juegos de niños, Turnos, Relato de un vampiro, Los dos Marcos, Días de sueño, Sala de espera y El callejón de los gatos. Hay historias, por otro lado, que destacan por su carácter introspectivo e intimista, como Culpas, Te observo, Las horas y Las buenas noticias. En otros cuentos, como San Valentín, La estación de los suicidas o La ventana, el escritor se sitúa en ocasiones como personaje, en ocasiones como mero observador, siendo siempre interesante la manera de describir. También tiene relieve particular como el narrador se acerca a ciertos episodios o acontecimientos en la vida de personajes femeninos: Horas de oficina, El faro, Al margen del calendario y Otra forma de exorcismo, así lo ejemplifican. Y resalta además esa ambigüedad deliciosa que arrojan cuentos como El robo y A vuelta de correo.
Podríamos destacar, sin duda, otros aspectos que no he mencionado, como utilizar a la propia literatura como materia prima (no sé por qué Días salados se me antoja como una especie de Bartleby caribeño) o la textura que otorga a estos cuentos el paso sinuoso del tiempo. A lo lejos, el cielo sin duda llegará a su grado de perfección si le despejan ciertos errores corrección y edición, detalles menores que le quitan el lustre clásico que merece. Si me quitara el sombrero de lector y, en cambio, me colocara el de escritor hubiera concluido el libro con otro cuento, y no con A lo lejos, el cielo, quizás con una historia de corte intimista que le diera cierto cierre orgánico, como El irremediable oficio de escribir. Pero esto último lo señalo por puro capricho.
Título: Catulo o la infamia de Roma
Autor: Yván Silén
Género: Poesía
Editorial: Terranova Editores
160 páginas.
El problema con la obra de Silén es que nunca va a tener la exposición que merece. La situación política de Puerto Rico no se lo permite. Más allá del acceso que propicia el espacio tecnológico y cibernético en su lado luminoso, la obra de un Gran Poeta se pierde en la espesura si no cuenta con un circuito de embajadas e intercambios que propicien el conocimiento del acervo cultural de los diferentes países o estados que conforman el mapa internacional. Como a Virgilio en La divina comedia, tal parece que a Silén le a tocado purgar penas en el limbo.
Catulo o la infamia de Roma vuelve a colocar la obra de Yván en un lugar que solo ocupa él, en el panorama de la literatura puertorriqueña actual. Lo mismo hizo el año anterior, en otro género, con La novela de Jesús (Editorial Tiempo Nuevo, 2009). Ahora, sin embargo, regresa a la poesía que lo ha dado a conocer en latitudes lejanas al archipiélago boricua.
Aquí la poesía está en su máximo esplendor. Aunque santurrones y ortodoxos religiosos puedan persignarse cuando lean alguno de estos poemas. El Catulo de Silén tiene como base inicial, el estilo libertino de Pietro Aretino (1492-1556). La columna vertebral de este libro es la relación tormentosa del propio poeta latino Catulo con la Lesbia de sus famosos poemas, además de la presencia diversa de un mosaico de dioses característicos de la mitología romana. Desde Hera hasta Narciso, pasando por Afrodita o por Orfeo, el poeta se sirve del dinámico y diverso panorama de relaciones intensas y pasionales, propias de estos personajes, para dirigir su lírica erótica a una Lesbia, a una Amara, a una Leda. Incluso el tópico de la muerte es una constante en el poemario que gana mayor presencia en las páginas finales.
En los pasajes metafóricos de Catulo reina un lenguaje visceral, sin reserva ni inhibición alguna. Una poesía para degustarse en alta voz. Sin duda su autor fue confeccionando las poesías teniendo eso en mente; el apóstrofo entre una palabra que termina en una vocal y la otra subsiguiente que inicia con la misma vocal, lo hace evidente. Por otra parte, el poeta maneja de forma novedosa la tradición, tal como Iris Závala lo hizo en la novela El sueño del amor.
Catulo o la infamia de Roma es un libro con 154 páginas de poesías (el 154 siempre me remite a los sonetos de Shakespeare). Sucede que los 106 poemas que lo integran casi llegan a la misma cantidad del corpus Catuliano y algunos podrían señalar que es demasiado largo, pero, para utilizar otro equivalente musical, lo mismo dijeron del White Album y hoy “El disco blanco” es la obra maestra que todos conocemos.
Sobre Silén se puede decir lo mismo que aquel inciso de la “Analecta”, del Confucio traducido por Pound, que reza: “El hombre que conserva vivo lo viejo y sabe reconocer la novedad, ese, llegado el caso, puede enseñar”. Sin duda Yván Silen es un docto en la buena poesía y su Catulo o la infamia de Roma lo puede confirmar.
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