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lunes, abril 25, 2011

Los lunáticos ojos de una cuentera
por David Caleb Acevedo

Los lunáticos ojos de una cuentera:
Ojos de Luna, de Yolanda Arroyo Pizarro
Reseña por David Caleb Acevedo

Ojos de luna es el libro de cuentos de la autora puertorriqueña Yolanda Arroyo Pizarro, una de los participantes de Bogotá 39 (los mejores 39 escritores menores de 39 años de edad de Latinoamérica). Lo más que me impactó de este libro es la sensibilidad extrema con la que la autora se lanza hacia el vacío escritural. Alguien una vez me dijo que la sensibilidad hay que domarla, “hay que hacerla tu esclava, tu prostituta”. Eso hace Yolanda Arroyo Pizarro en pasajes tan maravillosos como:

“Al nuevo crío se le han hecho los rituales necesarios para determinar si los invasores que han llegado en las canoas gigantes, a quienes se les han regalado mujeres naborias, y que se han apostado en el Nabíviri o Navidá de la orilla, vienen de las deidades del cielo y el mar. Para la sorpresa de todos, la criatura no ha sobrevivido ninguno de los ritos; ni el de la inmersión en el río, ni el de la lanza atravesada para saber si su sangre es de otro color, ni el de la prueba de las extremidades arrancadas.”

Lo que me lleva a la temática de este libro: la mujer, porque estos cuentos son sobre la mujer, aún la mujer que tenemos los hombres adentro. El primer cuento, “Los ojos de la luna”, nos remonta a un pasado taíno en el que las mujeres dirigían el ejército y eran guerreras, Anacaona era una gran cacica pero también un tipo de mesías espiritual y las niñas pasaban por algo llamado el ritual de las niñas.

“Saeta” trata de una esclava africana de la tribu Namaqua que no entiende nada de español y que ejecuta venganza sobre su amo, un conde de curioso apellido Pizarro (¿acaso un intento de la autora de trazar algún vestigio perdido de su árbol genealógico?), matándolo con la misma flecha con la que él había matado el perro de su propio hijo. Y tal vez, eso es lo que más encanta de los cuentos de este libro: el poder justiciero de la mujer. Los cuentos nos dejan con una sensación de que el infierno mismo se desatará en contra de la gente injusta.

Pero quizás el cuento más importante de este libro sea acaso “Alborotadores”. En él, una joven judía, Lea, se inicia en el mundo impuro de las mujeres con una improbable pero preciosa amistad con un soldado romano llamado Neris. La niña, una rebelde natural contra el sistema judío machista, se acerca al soldado a través de los dibujos que hacía de éste. Comparten palabras nuevas, mientras él le afeita su cabeza. Aprenden el lenguaje del otro hasta la fluidez. La niña se hace mujer sangrando entre las piernas cuando le regala al soldado sus trenzas en su cumpleaños. Finalmente, se prometen huir juntos, justo durante el episodio en el que “El Alborotador”, Jesucristo, vuelca las mesas de los mercaderes en el tabernáculo.

El hilo conector es la menstruación, pero este no es un libro de mujeres para mujeres, como lo son las películas del canal Lifetime. Este libro es una vuelta a la mitología, por supuesto, con mujeres taínas guerreras y un Puerto Rico prehistórico dirigido por ellas, con esclavas que se rebelan contra sus amos y utilizan lo último que queda de la magia de sus tierras nativas para sobrevivir la muerte y poder vengarse, con niñas que se hacen mujeres delante de soldados romanos de cabeza afeitada mientras que éstos les ponen misericordiosamente toallas entre las piernas para salvar algo del pudor. Este libro es un intento por devolverle el mito y la mitología (la ciencia de entender el mito) al ser humano.

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