Fotos cortesía de Zulma Oliveras Vega |
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miércoles, agosto 24, 2011
La cola de la tormenta Irene
La estela de un huracán nos cambia la vida, hasta los destinos. Eso que creíamos, no era. Era otra cosa. Amigas teñidas en las lágrimas, habitaciones de la casa inundadas, marquesinas desaguadas cada dos horas, la lluvia, el aguacero, los relámpagos, el cansancio… La tormenta Irene no se esperaba, así como no se esperaban los desatinos, las traiciones, las llamadas de dolor. Estar aislada, sin comunicación, sin internet, sin teléfono, sin energía eléctrica ni servicio de agua potable. Sin la familiaridad de una voz que prometió alguna vez protegerte de tanto y de todo. Lo siento, Glory. Mi Glory. Lo siento tanto.
Com um solidário e sentido abraço, Yolanda
ResponderBorrarneste, em todos os momentos!
Leonardo B.
Tienes razón que no se esperaba. El mismo domingo me di cuenta que estaban vigilando a Irene. Pero tenemos que recordarnos que vivimos en una isla tropical y estas cosas pueden pasar.
ResponderBorrarTienes razón que no se esperaba. El mismo domingo me di cuenta que estaban vigilando a Irene. Pero tenemos que recordarnos que vivimos en una isla tropical y estas cosas pueden pasar.
ResponderBorrarNada q lamentar, fueron tus palabras las mejores tormenteras contra todos los vientos huracanados q amenazaron mi seguridad. NUNCA me has fallado, y esta no fue la excepción. Gracias a Zu, por q tambien ha sido linterna en mi camino. Las amo!!!
ResponderBorrarGlory