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martes, septiembre 20, 2011
Poetas puertorriqueños enlazados por el cambio en 100 POETS FOR CHANGE
SANGRAR HASTA MORIR
Por Lynette Mabel Pérez
No queda de otra.
Hay que sangrar hasta morir.
Porque la opción es impensable, antinatural, ficticia.
Un mundo de sociópatas: asépticos, limpios de emociones.
¡Un poco de romanticismo por favor!
Un poco de Shelley, de Reynolds, de Stocker.
Una mordida del mismísimo Drácula.
Uno de esos susurros venenosos de Hyde.
Un verso de Bécquer.
Más lágrimas de sangre.
Más encuentros carnales que recordar.
Menos indiferencia.
Menos calores sentidos en teoría.
Menos canibalismo social.
Mejor sentir la bala que vivir inclinada.
Estudiantes
por Patricia Schaefer Röder
ejército de sueños
armado de flores
se acerca sin tregua
aniquilando al paso
desesperaciones
posiciones grises
extremos absurdos
inalcanzables
cardumen de sonrisas
aparece repentino
suavizando la tormenta
que el destino impuso
groseramente en la vereda
sumatoria del ímpetu invencible
sumatoria al infinito
sumatoria lógica
sumatoria desafiante
al odio
la resignación
la injusticia
siempre sumar y multiplicar
paz
libertad
siempre, por siempre
y nunca, nunca
dividir o restar
¡jamás!
miles de ojos gritan
haciendo añicos las estructuras
del pensamiento opresor
miles de bocas callan
dejando un espacio abierto
para expresar otra opinión
nueva
fresca
genuina
limpia
miles de manos caminan
manos creadoras
pulgares enganchados
como aves libres
manos que vuelan
vuelan lejos
en loca bandada
desbandada natural
del ser inquieto
caravana de ideales
que exige respeto
y tolerancia
sembrando esperanza
multicolor
multiforma
multipensamiento
multirealidad
multiplicando la felicidad
contagiando aquellos
que se veían perdidos
¡pero ya no más!
Ay madre, tú, huella
por José H. Cáez Romero
acudirá la lengua gozosa a entrometerse. Quién sabe en qué
lugares el inocente dedo se aposente y el diente que habrá para
ese tiempo transformado sus gustos tendrá apetitos que
concuerden con el olor del pelo.
~José María Lima~
A cada huella, azota el recuerdo. Esa luz que de repente te descubro en los ojos. La mítica salvación de cualquier tierra, de cualquier especie, de cualquier rastro de existencia, nace del misterio de tus ojos. Ahí mismito, como si fuera sepulcro de todas las constelaciones, como si fuera lo oscuro de un hoyo, se abre un abismo para mi cuerpo. Puedo jurar que te nacen manos para tocarme, para saberme la caricia de tu sencillez. Tus ojos apalabran la espiral del abrazo. Puedo jurar que se alinean todos los planetas, y ya en formación, alumbran la luz pálida, la luz luzada, la luz tubércula que amansa la salvaje ola de tu rostro. ¿Habrá una boca que espante los silencios, los ruidos, la presunción milenaria de cuanto abrace a la materia, esa tómbola de lo infinito que distraiga mis labios de perderme entre palabras que ya no juren soles o espectros? Yo digo que sí. A cada flor le espera su abeja, a cada retoyo le espera el polen fecundador. A mis manos yace la imperfección perfecta de tu anatomía. (Todo gira en reciprocidad, en la justa división de los términos.) Y tus labios devoran mis silencios, aniquilan el ruido, o quizá lo producen si confabulan tus dedos a perderse, si se entromete la lengua o alguna que otra succión. Si el diente marca con sangre la sílaba en mi encía.
Ante el antojo cualquier gesto prematuro cosquillea la sensación del pez. A veces siento que le haces homenajes a mi ombligo, a mi entrepierna, a ese laberinto de algas que esconde los secretos más apabullados de sombra. ¿Por qué tiene que ser la sombra un pájaro de luz como resbalosa sabandija dulce y ambientada al desperdicio o a la sabiduría innata de los poetas o a la sustancia grávida de la materia? ¿Dónde gravitas tú ave fénix? ¿Te abalanzas sobre mis pliegues, sobre mis ojos, sobre mi nariz, sobre mis dedos, sobre mi espalda, sobre mis nalgas, sobre mis piernas? Si yo no fuera materia, haría lo imposible por serlo. Yo sí tendría una sombra que dijera ecos ante tu luz. ¿Qué haría yo con tus huesos? Me haría espinas que fliparan mi carne. Llegaría a proponerte erizos para mis sentidos. Tu luz en la rendija. Una muerte blanca y escandalosa. Me queda mamarte el sufrimiento. Seguirte en la bendita velocidad de la luz. Azotarme, tatuarme por siempre tu huella. Ay madre, tú, huella.
Ángel de la muerte
por Walberto Vázquez
Tiempo, que importa qué lo marca,
Quién lo mira, qué importa si es
De día o de noche, quién detiene
El tiempo pasado, si no hay tiempo
No veo el tiempo, no se viste de
Camaleón, él es camaleón,
Quién puede abrir o cerrar el tiempo
Para renovar mis huesos o mejor aún
Cambiar esta osamenta,
Ya cansado estoy de sentirte caminar
En mi espalda,
Eres el ángel de la muerte,
Que no sabe darle muerte,
Al tiempo.
Tango
por Jessika Reyes Serrano
Tu maullido, como un nostálgico bandoneón,
despierta mi ternura.
-Piazolla la excita-
Y lames tu piel que sabe a danza.
Libre queda el clásico ronroneo de tu violín
que frota su arco sobre mi pelo.
Te paseas con tu cola abundante y erecta;
violonchelo que acaricia mis piernas.
Tus ojos zarcos;
son la viola que mira azul y amarilla
nuestro mundo imaginario.
Música. Maullidos. Palabras.
Suena tu pelaje como un piano
que suavemente me seduce.
Y me despiertas con tu lengua húmeda y áspera.
Tus caricias son eco de aquel contrabajo
que me poseyó mil veces.
Y sólo somos nosotros,
acompañándonos en la más rítmica soledad.
Somalia así es
por María Soledad Calero
Los niños somalíes comen tierra
Mientras acá seguimos comiendo mierda
Un inventor de pastillas para rebajar
Se forra de billetes
En Somalia la piel se les desgaja
Es chic estar flaco y a dieta
Si es con liposucción
Mejor
Las pancitas de los niños somalíes
Sobresalen del cuerpo
Son bolsitas de parásitos y hambre
Mírale las piernitas a los niños somalíes
Tienen rodillas
Mírale los pies a un niño somalí
Tienen dedos
Mira las caritas de los niños somalíes
Tienen ojos
Sus rodillas apenas los sostienen
Los dedos no tiene qué agarrar
Los ojos ven todo
La tierra que van a comer
La sed que van a padecer
Por no tener
No tienen ni esperanza
Tienen una pancita llena con la tierra que se comieron
Con la tierra que se los va a comer
Implosión
por Carmen Rodríguez-Marín
últimamente, amiga,
se me erizan de miedo
las hilachas de la venda del confort
al asomarme al abismo,
a la brecha, a la raja
que se abre en mi país,
millonarios miserables,
nada en medio y abajo
nosotras, con el dolor de saber;
la ranura profunda y reseca
que amenaza con separarnos,
como en un culebrón
sin personajes de cartón,
maquillaje impecable
de seductora arpía
al amanecer
ni la niña empalagosa
del ojo de un galán.
la rendija mohosa
del desempleo infinito
en un país que no existe,
del grosero subempleo
en el país que se murió,
del cansancio
de la explotación velada,
de las lágrimas con sordina
en la cama que compartimos,
donde nos despojamos a beso limpio
de la calle y su verdad.
sálvame, amiga,
ampárame en tu boca
de la espada de damocles
que firma otra copia de resumé
y ara el surco que se cubrirá
de esa maleza de aviones
y vuelos con escala
para encontrar tu abrazo
probar tu saliva
en el fondo de mi vaso
compartir la espuma
del jabón de almendras
y que me abras un huequito
en la tercera gaveta de tu buró.
Acurruca en tus brazos
el nudo en la garganta
de esta ristra de dígitos irrisorios
y ven, asomémonos juntas
al país
el día de su implosión.
POBRE diablo O POBRE YO
por Javier Febo
“No quiero las madrugadas
ni el lucero que me
regaló Lucifer”
- Miguel Angel Fornerín
Por qué no te envió
a Saturno
a otros oficios
como tejer estrellas
hacerle bucles
a Tetis a Dione
psicoanalizar a Japeto
Estas aquí
en el Camino De Leche
sembrando ortigas
descarrilando vías
recetando odio
pastoreando ortodoxamente
genocidios
autografiando holocausto
Por qué no te envió
a El Fogón
a filosofar del infierno
con Aamon
a limpiarle la mierda
a Juan Pablo II
en el asilo
del purgatorio
a pescar con Adramelech
genitales en el lago
de fuego
Estas aquí
en mi tribulación
buscando a Abaddona
Miguel la cubre
con sus cuatro alas
Huyes con Abrigor
a guarecerte del filo
de espada
a la aldea de Agramon
Por qué no te envió
al metal de una estatua
a los nervios de un beato
a un teorema cavernícola
al instinto de un mosquito
a la trastienda de un Aleluya
Estas aquí
birlando mis autorías
desde uno de tus altares
con humor inmoderado
abominable
El hartazgo de manzanas
en grasa de serpiente
la da brío a tu luz
y desploma mi vergüenza
He sabido
por José Ernesto Delgado Hernández
He sabido de la palabra que nació en el desierto
Y se hizo alma, alas y gaviota.
De la que se transfiguró en los labios
Y se transformó en amor, paz y guerra.
Se de la palabra inscrita en el pecho
Que palpita versos y poemas
De la enfundada en las manos
La empeñada en las promesas,
De la callada…
Supe de la palabra,
Aquella que se susurra y la que se grita.
Se de ti de tu voz liviana
Y la palabra que guardas tras los párpados
Que regalas en la mirada…
Yo he sabido del eterno verbo que no muere
Aquel que florece en los campos
De las sábanas húmedas
De este que sin pasado ni futuro
Alza vuelo hasta llegar a ti...
DESDE ARRIBA
Por la Paz
por María Juliana Villafañe
Rara vez puedo sentarme a mirar por la ventana
Como una pasajera cualquiera
Tendida está la alfombra de blancos ropajes
Cubre todo el horizonte
Debajo apenas se perciben las luces de algún relámpago
Arriba observo el cielo infinito
Lleno de millares de estrellas
De alguna forma esta noche brillan como nunca
Una sensación de soledad absoluta me invade
Todo está tan lejos, ajeno
Y allá, abajo, muy abajo
Lloran la muerte de tantos seres
Que perdieron la vida inocentemente
Siento el llanto llegar a mí
Como un clamor de la tierra
Un grito de dolor reclama
Que seamos nobles
Más amigos, más hermanos
Que la humanidad se ha convertido
En entes que flotan en aguas rojas
Y nadie pudo impedirlo
Ni siquiera puedo explicar
Este llanto que me puebla
Este luto que llevo
En estas horas en que me cruzo
Con tantas almas
Que en su viaje hacia el silencio de la eternidad
Me pasan por el lado
Y se despiden
Como estrellas fugaces invertidas.
Testamento a ser leído a las 4:44 en punto de la tarde
por © Cindy Jiménez Vera
A falta de capital
en metálico
bienes-raíces
de poseer
de manera cabal
todas mis facultades mentales
yo Cindy Jiménez Vera
dejo a quien le pueda interesar
o más bien
a quien corresponda
todo de cuanto he dispuesto
mientras estuve con vida.
Las carreteras taponadas
a los asesinos
para que nunca lleguen a tiempo
a cumplir el encargo.
El culto al automóvil
siempre despreciado
a quienes nunca sabrán
vivir en una ciudad de verdad.
Las reuniones a destiempo
de esas dejo a mansalva
a quien las quiera
lleven vino palabras
guitarra desamor.
Los besos robados
al marido de la dueña
de los carretones de bisutería
y carteras de diseñador falsas
de los centros comerciales
las ganas de seguírselos robando
me las llevo.
La alarma del reloj despertador
a las cinco de la madrugada
se la dejo a mi bisabuelo sordo
que en paz descanse.
El deseo de volver a Europa
y besarme con un griego
a mi prima Haydée
anda dejada del cuarto marido.
Las palabras hirientes
de esas pronuncié muchas
por dignidad me las llevo
son telas con encajes
bordadas de espinas.
La danza de la ira
la regalo a quien tenga
el valor de marcar el ritmo
y seguirle los pasos.
Mi signo zodiacal
a mi amigo Roque
que lleva
tacones lejanos y Chanel no. 5
que reparta el veneno
de femme fatale
aunque no sea noviembre
ni luna llena.
Mi labial rojo y mi rímel negro
a mi enemiga
espléndida
guapa
a ver si así
logro aprenderme su nombre
aun después de muerta.
La risa estridente
a mis sobrinas
que no hablan español
para que tengan
un leguaje común
con que hablarle al mundo.
Que la gente me importe
se lo dejo a los indiscretos
que se vuelva epidemia.
La locura de la vida
a mi marido
para que se atreva
a apretujarse con otra rubia
con derrière generoso
cuando ya no me extrañe
a las 4:44 de la tarde.
Esperando a Godot
Iris Maldonado
Ella me guiñó con su ojo derecho y se pintó los labios. Otro guiño. Azul y Rojo. Hacía tanto que no corría. Perdí un zapato. Luego regreso por él. El asfalto, ruido y silencio. Ruido y silencio. Ruido y silencio. Consecuencia de correr con un solo tacón. Cómo se me vino a ocurrir vestirme de frambuesa para correr. Tengo taquicardia. Y todo por un lápiz labial. Bien dice la chica que escribe historias de mendigos. Una mujer nunca se abandona. Dónde se habrá metido este hombre. Se llevó mi carruaje. La verdad no importa. No me importa. Qué hermosa mujer. Aunque el labial sería demasiado con esta ropa. Cuándo se me vino a ocurrir vestirme de frambuesa para buscar. Qué muchas vueltas he dado y siempre termino en la misma calle. Se me parece todo esto a la escena de Esperando a Godot. Y el reloj. Son las cinco y treinta de la mañana. Esto debe ser un milagro. Acaso decidí por fin comenzar una rutina de ejercicios matutina. Me provoca recostarme un momento. El asfalto está bien. Ahí está mi otro tacón. Por qué se me vino a ocurrir vestirme de sangre para dormir. Qué más da. Ni la primera. Ni la última. Sola. Una más.
Pintura de una sagrada familia
por Jesús Santiago Rosado
“Desde el principio siempre fuimos Nosotros
los primeros
que nada tuvimos que ver con el Jardín”.
David Caleb Acevedo
Retocando día a día el cuadro de los sueños,
de esos forjados desde el acompañamiento,
vamos dando forma en el lienzo tatuado
por el junte de nuestros andares,
cargado de años e instancias,
a estampas de una historia
que se niega a tener fin.
En cada abrazo punzante,
decidido y cargado de significado
vas añadiendo colores, detalles y trazos
de mil y una noches incontables, inacabables.
Entonces redescubro la infinitud de lo posible,
y el pincel se me apodera haciéndome saber
que a nuestra obra todavía le faltan sonrisas,
lágrimas,
que necesitamos seguir pintando proyectos, agendas y latidos nuevos
que se sumen al compás de los nuestros.
Armándome de todo el espectro de luces
te lanzo la propuesta que convertirá
nuestra magistral creación
en proyecto parido de vida,
en lo completo.
Sonríes y te sumas.
Tarde de verano en la que,
como apoderados por el espíritu de un perturbado, liberado, contradictorio y sacrílego Miguel Ángel,
descubrimos el toque de gracia
de los artistas sin miedo,
de esos que desafían las formas establecidas,
decididos a añadir más diversidad a lo existente
y acordamos perpetuar nuestra historia pintada sumándole otra.
Lo imaginamos, le asignamos nombre,
lo pensamos y decidimos plasmarlo,
darle forma, con tonalidades no tradicionales
obligando al Bosco a que convierta la nuestra,
en la octava estampa capital
que siga manteniendo viva a la gente
y a Spregelburd a sumar
otra pieza a su Heptalogía.
Esa será la parte que inmortalizará nuestra pieza,
la que nos garantizará la entrada
al museo de la plenitud incorruptible.
Pintémoslo,
pero no le coloquemos un marco.
Raza
por Yolanda Arroyo Pizarro
When I was eight years old
I was already astute
a smart worm
a perceptive cactus
who knew at that point
that during school recess
in order to prevent
my classmates jokes about my hair
my skin color
mis bembas grandes
big lips
big hips
I must get into the bathroom
to hide
or to picnic there
to write novels
to talk to my imaginary friends
there were many
legion
to laugh
to recite poems
to practice what I was taught in class
to review the math test
to fancy the teacher
and imagined she was my girlfriend
to conclude my science project
to inhale the albuterol medicine
for my asthma attacks
to cough
to perform an invisible kiss
waiting for it to happen
I learned to see my world
stuck in that bathroom
of Colegio San Vicente Ferrer
spent many years making this place my den
my cave
my hideaway
I also knew
that once I sat in class
if Mrs. Guzmán mentioned the word "Africa"
while teaching Social Studies
I was supposed to wear a stoic mask
pretend it did not happen
assume an I do not care attitude
thereby obviate the long awaited reaction
of José Manuel or Eliseo
or anyone else who joined in the harassment
there was always the cry proclaiming funny
Yolanda, you are African!
you are so black
so ugly black
so bembetrueno
big lips thunder
big hip hurricane
while the teacher tried to scold the commotion
(silent children
show respect for others
remember that God punishes without rod and no whip)
while she tried to implement bullying policies
that have not yet been invented
by 1978
GLOBAL WARMING
Zulma Oliveras Vega
Te inventaré una palabra para nombrarte y que existas
Jesús M. Santiago Rosado
Despierto
será “Global Warming” causa de este sudor
calor de tus nalgas frente a mí
al satín de tu piel
como buena sabandija
me refugio
Despiertas
de lado perreas
acarician las caderas del Yunque
amanecer que entra por nuestra ventana
tu parte favorita encrespa
me conviertes en máscara para tu asma
soy tu árbol de oliva
raíz Catalana
sienta en mi tronco
tu fruta guayaba rosa
para llegar a tu Changó
a tu Yemayá
entre abrazos
abolimos cadenas de odio
siglos de segregación
cuerpos trazados
calentamiento Global
movimiento de caderas
haces Patria una y otra vez
haces Patria si te vienes
hago Patria con mi leche
hacemos Patria la boca
hacemos Patria el puño
hacemos Patria a gritos
dedico madrugadas hostigando tu oído
Planto bandera de conquista
tus profundidades de Pizarro
revolución
Eva III
por David Caleb Acevedo
A Yolanda Arroyo Pizarro
Culpa a Medea del infortunio del veneno
que corre por la sangre
del que se deleita en los males peregrinos
lentos pero progresivos.
Culpa a Circe de que los hombres
ante el reflejo de la soberanía
y el espejismo del sexo
sean revelados como cerdos.
Culpa a Baba Yaga
de la leche cortada
y los abortos primigenios;
de que las niñas se pierdan en los bosques
y regresen embarazadas por los lobos.
Culpa a la Malvada Bruja del Oeste
de que el Mago de Oz no tenga
poder real o poder alguno;
de la falta de corazón en los hombres de hojalata
y la estrechez de mente de los espantapájaros.
Culpa a la madre,
que somos nosotras las culpables de los árboles secos,
la globalización y el efecto de invernadero,
cúlpanos de todo, hasta de tu astucia de culparnos,
que una mujer aguanta más dolor
que cien hombres que gritan por uñeros en los pies,
cúlpame, que soy Eva, y todas las mujeres se resumen en mí,
aunque en tus designios sólo haya espacio
para la puta y la santa madre
cúlpame, que yo aguanto las blasfemias de Dios y Adán,
sin repostar mi aliento
que yo no salí del Edén
que me lo llevé adentro,
una sola semilla del Árbol de la Vida
en mi esponja de vientre que se burla de las culpas
y la delicadeza original de los pájaros
mientras aquí,
en la ciudad perdida de los ángeles con espada
se me descose la cesárea de más de un millón de años
y sale la semilla que reemplaza los árboles secos
Yggdrasill con mi sangre
mi odio y mi fuego.
Gruta de escape
por Mairym Cruz-Bernal
Busco un hombre inocente
que vibre como el susurro de los violines
que su labios se abran redondos para la boca del oboe
y la música la haga su gemido en mi oído
busco un hombre bueno
que me deje mirarle a los ojos
ese lugar de donde no se escapa la verdad
que crea en el iris de la luna
y la busque como quien busca la esperanza
un solo hombre que pise firme sobre la tierra verde
y galope con el viento como fiera y caballo
que su olor a origen impregne mi lecho
que entre mis piernas se derrame
y me suplante su aroma
que su lengua peligrosa nos recorra la matriz de la vida
que sus dos sombras sustituyan la ausencia de mi sombra
busco un hombre bueno
que ignore el conjuro bajo el sombrero
y se entregue sonámbulo a su propio hechizo
que venga de su soledad y de sus soledades venga
erguido indómito inatrapable y libre
un hombre con dos manos para tocar mis senos al unísono
arrancarle un nuevo grito a mi garganta
que encuentre en el desierto de mi vientre un jardín iluminado
un hombre inocente y bueno
que haya tenido una madre buena
y un padre con quien reír
que tenga hijos muchos hijos
un hombre a quien hacer vivir en estos versos
en la hora exacta de su risa
acaso ya encontrado y acariciado
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