Páginas

martes, mayo 29, 2012

Los catarcisismos de Tellerías


Alexéi Tellerías, autor de Cuadernos de Catarsis



Los catarcisismos de Tellerías
Por Yolanda Arroyo Pizarro


Desde el Cero hasta El crudo, Alexéi Tellerías sabe purgar sus pasiones en este su poemario Cuaderno de Catarsis. En él [dentro de Alexéi, dentro del libro, entre las páginas] encontramos todo tipo de confesiones que nos hacen recordar lo que para Bretch era la catarsis persé, aquella “ilusión balsámica” casi ritualista, a veces perniciosa para la experiencia y no para lo ornamental. Este libro rojo, con portada de boca abierta, ancha, lista para el sacudión y el atragantamiento invasivo, nos permite la entrada a la reflexión cotidiana, como antesala al evento conciliatorio profundo de la psyque.

El poema ‘Sueño’, texto fundante del conjunto estético, denota un canvas fructífero en el esbozo de polemizar y teorizar la catarsis (tomo prestado tu aliento/ para empezar), que se ha traducido, según los filósofos como ‘purificación’. Lo mismo auguran los versos de ‘Súplica’ y ‘Noche surreal’ mientras damos vueltas en carrusel por la Duarte y permitimos el carácter elevado de la danza dialogística de ‘Pseudo’: “víctima indefensa/ de una ameba uasdiana/ enfermo empedernido/ maniaco-compulsivo/ yo/ obsesivo con la materia”.

‘Ausencia’, ‘A lo lejos’, ‘Celebrarte’ y ‘Catarsis’ completan mi set de favoritos junto a ‘Faltan diez para las doce’ y la prosa poética del ‘En crudo’.  Tellerías dota su abecedario de cierta extensión alquimista, de cierto lenguaje quimérico, lleno de bellezas y especias diversas que nos hacen sentir cada vez más y más livianos, con menos equipaje. Estamos frente a un documento bien pensado y bien logrado.

El método catártico en Alexéi (contraindicado por Sigmund Freud) pulsa y expulsa el aire, a la sazón poétizado; el sol poético, las incongruencias de la primera persona singular poética cuando cohabita y copula con la segunda, la tercera y las plurales poetizadas, a medida que sucumbe a la tragedia pormenorizada de la que hablaba Aristóteles hace dos milenios, pero que en el hoy de la vaina y los envainados, todavía nos salva. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario