Ó: Antología del Colectivo Literario Homoerótica
Por: Daniel Torres
La Antología del Colectivo Literario Homoerótica, editada por
su fundador, el poeta Ángel Antonio Ruiz Laboy, es un libro para devorarse en
sus 193 páginas. Dividida en dos partes,
“Poesía” y “Narrativa”, no contiene ni una sola ficha biobibliográfica de los
autores. El texto de cada cual avala la
calidad del nombre del escribiente. Así
como el carácter de performance de cada entrega, según reza el comentario de
contraportada del editor:
Esta colección, representativa de los más de 500 valientes
textos poéticos y narrativos, leídos en plazas públicas, en discotecas,
librerías, en edificios oficiales del estado y en templos de la cultura, fueron
diseminados ampliamente a través de medios eletrónicos y son punto ineludible
en el camino trazado por nuestros predecesores hacia la equidad y la justicia.
Son poemas y narraciones que vieron primero la luz en el
mundo virtual y en las lecturas hechas en lugares públicos de toda índole. Llevar la literatura a ese campo interactivo
del contacto directo con los lectores es una de las características principales
de los novísimos literatos del nuevo milenio.
Aterrizar el proyecto en el medio tradicional del libro es también otro
hallazgo mediante el cual el editor recoge todo el entramado para una
posteridad concreta, como lo es el papel y la tinta. Ha sido publicado en Erizo Editorial,
proyecto que ya tiene a su haber diversos títulos clave como: Poesía reunida de
Víctor Fragoso, El jardín en luto de Miguel Ángel Náter, Empírea: saga de la
nueva ciudad de David Caleb Acevedo y el ya clásico El tiempo de los
escarabajos del mismo Ángel Antonio Ruiz Laboy, entre otros.
Abre el volumen “La rosa de los vientos” de Abniel Marat, un
autor que ya nos ha entregado sus Poemas de un homosexual puertorriqueño (uno
de los textos fundacionales de la literatura queer boricua) y quien también ha
incursionado en el teatro con obras como Dios en el Playgirl de Noviembre.
Marat hilvana un texto que deconstruye las nociones de masculinidad a la manera
en que la coregografía “El hombres es una rosa”, del gran bailarín ruso
Nijinsky, exploraba en movimiento las capacidades del hombre de ponerse en contacto con el género
femenino en su propia experiencia. Marat
nos dice: “No soy hombre…/ Soy una
mujer… Vivo en el viento…/ Yo soy lo que no puede ser: La Rosa de/ los Vientos”
(11-12). Ante la posibilidad de hacerse
mujer, el hablante lírico abre la puerta hacia la relatividad de las nociones
macho y hembra cuestionando el orden patriarcal heteronormativo. Y toda la antología se dedica a presentar la
carne a través del verbo como una de las características fundamentales de la
literatura queer.
Son variados los textos que toman esta tendencia como eje de
su escritura, donde se sigue explorando el péndulo entre lo masculino y
femenino como un espacio intermedio de lo queer. Ya no se trata de nociones cerradas de lo que
es el género sino de una amplitud de registros. Un cuento breve como “Objects
in mirror” de Ángel Antonio Ruiz Laboy ilustra este aspecto: “Hace tres años
que vendo ilusiones a un par de hombres y que me pagan por ser lo que me gusta
ser, mujer” (128). Un travesti que hace
la calle nos cuenta su experiencia. En
“Fabiola está de regreso” de Alexis G. Pedraza la famosa canción de Gloria
Trevi, “Todos me miran”, le sirve de subtexto al narrador para entregarnos la
historia de Fabiola, el alter ego de Peter, pareja de Luis Roberto, quien le
reprime a Peter la manifestación de Fabiola.
En el cuento vemos el criterio de libertad por el cual Peter/Fabiola se
desencadena de los prejuicios pequeño burgueses de Luis Roberto.
Otro eje que cruza la antología de principio a fin es el alto
grado de erotismo propio de los primeros textos escritos por autores noveles. “Conciencia” de Amárilis Pagán Jiménez es un
buen ejemplo: “Eres la alambrada translúcida/ que presta forma a mi cuerpo/
cuando inevitablemente intenta derramarse/ a través de tus espacios
invisibles…” (21). “Fragmentos” de
Angélica Díaz es otro ejemplo: “soy una mujer partida de labios/ una mujer que
se comparte ante la abertura del cuerpo/ una mujer que ha sabido hacerse hembra
hasta la hondura/ hasta desear su misma savia” (32). Uno de los poemas más viscerales de esta
corriente erótica es “Sin título” de David Caleb Acevedo: “Finalmente, al
estallar,/ hazlo en mi cara,/ riega tus esporas y clama por mi humillación
final/ mientras mi caverna, estremecida/ derrumba sus estatuas…” (40).
Otro poema singular es “La Venida” de la gran Nemir Matos Cintrón: “Oigo
crujientes mástiles legendarios/ estallar en agujas lanzadas hacia el cielo al
venirte en mi/ boca” (79). Moisés Agosto
aporta su tanto a esta explosión colectiva de poemas y narraciones donde lo
homoerótico y lésbicoerótico hace su agosto en plena libertad impresa:
“Compañero de sexo roto,/ pensé en ti con el puño a cuestas,/ relatos
divergentes me recuerdan tu nombre/ cuando la inmensidad de tu mano/ me invadió
el cuerpo” (78). La caricia del amor y
del sexo, el estallido de la venida, el derrame y el partirse de labios son
todas imágenes que gráficamente convocan una de las experiencias más humanas:
la del amor y el sexo. Esta Antología
del Colectivo Literario Homoerótica es una contrapartida de lectura a las ya
legendarias Cachaperismos en sus dos entregas, editadas por la escritora
Yolanda Arroyo Pizarro, quien también pone aquí su buen grano de arena en este
periplo erótico con el poema “Bruja”: “Se solicita una maga que también muerda
los labios de abajo/ que haga a veces brotar la sangre, y a veces la saliva”
(105).
Y entre el amor y el sexo hay una narración magistral de
Xavier Valcárcel que sería uno de los mejores ejemplos de la literatura queer
boricua en esta antología. Se trata de
“Nudo”. Aquí se narra el encuentro de
dos jóvenes que asisten a “la retrospectiva de Tom of Finland” (189) y se
conquistan: “éramos sólo nosotros y todas aquellas imágenes desplegándonos
sexo” (189). “José de papel y de
palabras” de Max Chárriez es un cuento que reescribe en narrativa el famoso
poema de Manuel Ramos Otero al José de brocha gorda, pintor cubano por el que
el poeta pierde la cabeza en Niuyol.
Luis Negrón vuelve con su ya clásico “Por Guayama”, de su bestseller
Mundo cruel, y asumimos que aquí el texto aparece porque fue en las lecturas
públicas del Colectivo Literario Homoerótica donde se dio a conocer por primera
vez el cuento. La poesía madura de Aixa
Ardín Pauneto (“travesía del hiponauta”) elude lo erótico para plantarse en la
idea de esa navegante que va “por debajo de” o tiene “escasez de” en un texto
redondo: “el capitán de hielo y su hiponauta/ juegan a poblar el planeta”
(16). Rita Jarcor con su “Lección 1:
Lluvia dorada” internacionaliza la antología desde México así como lo hace Gastón Malgieri desde Argentina, con su poema
a Néstor Perlongher, otro autor fundacional de la literatura queer
latinoamericana.
Cierro estos breves comentarios con el poema breve “Hablarle
a la pared” de Karen Sevilla porque lo dice todo: “Acaso notas de la lejanía un
huirte indescifrado/ por todo tu cuerpo rígido y tu boca de piedra./ Te amo
malcriada./ Es parte del proceso”
(66). Podríamos decir que esta
Antología del Colectivo Literario Homoerótica editada por Ángel Antonio Ruiz
Laboy es parte del proceso de llevar al centro del corpus de lecturas queer
boricuas, una selección del quehacer del colectivo en los últimos años,
abogando por una literatura amplia donde el deseo lésbicogay encuentre su
lenguaje propio, en pos de “seguir caminando con la solidaridad como bandera
que abrace nuestras adversidades”, como reza el comentario de contraportada del
antólogo. Y esperemos que no sigamos
hablándole a la pared porque ya es hora que se reconozca la labor de estos
jóvenes escritores que hablan con libertad de sus criterios del amor entre
hombres y entre mujeres sin tapujos de ninguna índole en el Puerto Rico del
Siglo XXI.
Gracias Yolanda por postear esta resenha! Manhana saldra en EL POSTANTILLANO y la puedes repostear. Perdona los anglicismos. Saludos desde Mexico.
ResponderBorrarDaniel Torres