SOBRE DOSIS
(Poemario de Mayda Colón)
Palabras de presentación de Magaly Quiñones
Comenzaré por decir que conozco a Mayda Colón desde
que ella era muy niña. Su madre, Neyda Pagán, en su desempeño profesional, fue
bibliotecaria como yo y tuve la suerte de que fuera mi compañera de labores en
la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras durante varios años.
Puedo dar fe, con testimonios de primera mano, de
que desde su adolescencia Mayda mostró interés por los libros y sobre todo por
la poesía. Y yendo aún más atrás, de infante, estando en la cuna aborrecía el
silencio, -a tal grado- que su madre y su abuela mantenían todo el día el radio
prendido para apaciguar a la niña. Si escuchaba sonidos de conversación o
música, dejaba de llorar. Esta anécdota curiosa ya revelada –a mi juicio-
aspectos determinantes de la personalidad de esta autora.
Posteriormente, cuando se convierte en una joven
estudiante universitaria, entra a trabajar, bajo mi supervisión, en la
biblioteca de Planificación del Recinto y continúa dando señales de su amor por
las palabras y su afición a la poesía. En varias ocasiones, fui yo el oído
receptor que escuchó las primicias de muchos de sus poemas. Cuando me percaté
de que estaba haciendo de la escritura un oficio le pregunté -¿Mayda, por qué
no publicas? Pero siempre encontré renuencia de su parte a compartir-con un
grupo mayor- los frutos de su pluma. Sin embargo, en múltiples ocasiones,
coincidimos en lecturas y encuentros literarios y la vi desempeñarse con
soltura en los escenarios locales. Mayda nos acostumbró a una poesía pesada, densa,
de largo metraje y –por momentos-sentimentales- y abolerada pues comenzó
–atravesando una mescla de tradición y de ondas pos-modernas-, a combinar y
mezclar sus versos con retazos de canciones-basadas en composiciones poéticas-
que fueron en algún momento popularizadas por Lucecita, Mercedes Sosa o Silvia
Rexach, entre otros.
Hoy, ¡algunos cambios en su psiquis ha traído el
2008! –Mayda ha decidido presentar su primera entrega y nos aborda con un
libro-objeto. ¿Qué nos quiere decir Mayda, cuando decide finalmente compartir
su poesía con un público mayor? Querrá
subrayar que el libro tradicional está viviendo su etapa final, o por el
contrario, quiere insinuar que el libro –comúnmente utilizado para ordenar,
almacenar el saber y difundir la cultura- tiene múltiples posibilidades, que
puede ser una experiencia visual, táctil y hasta olorosa, y que –por su
hechura- puede usarse y guardarse en los lugares más insospechados: como lo son
el botiquín, una gaveta, en el baño, en la cocina, en el dormitorio… El empaque
es ingenioso- incluye poemas en forma de rollo o recetario dividido en unidades
de volumen comúnmente conocidas cono ccs; poemas inmersos en un frasco plástico
destinado a pastillas o pociones curativas, que pretenden fungir como elemento
destinado a curar los males del cuerpo, la mente y el espíritu. El poeta es
presentado como doctor y la palabra –por ende- es la pastilla o poción
curativa. Y me pregunto, ¿por qué un pastillero? A lo largo de mi vida he
podido ver, sobre todo en las últimas décadas y en ciudades americanas o
europeas, múltiples libros-objetos, trabajos artesanales realizados
manualmente, muchos de ellos hermosos. Ahora bien, por qué un frasco
terapéutico cuando podría haber sido un frasco de vidrio con tapa de corcho
para ser colocado entre los “canisters” de la cocina, o una alcancía donde
guardar los bienes literarios y anímicos o quizás un estuche con un disco
compacto que guardara poemas y en su voz varios bolerazos cortavenas y tantas
otras cosas. Pensando en su producción anterior, guardada aún en innumerables
cuadernos inéditos, pienso que el lenguaje científico que aborda al lector como
se aborda a un paciente es recurrente en la obra de Mayda. Pienso que el libro
tradicional –por su unidad literaria y su monotonía visual-, sugiere unos
valores tranquilizadores y unitarios mientras que el libro-objeto proporciona
nuevas formas de comunicar. Y que en este caso, el frasco es una metáfora que,
al alejarse de lo tradicional, trae nuevos significados. Definitivamente,
después de su batalla inicial contra el silencio, Mayda quiere que leamos lo
que tiene que decirnos y esta es su forma de llamar nuestra atención, ella
quiere ser oída porque considera de importancia vital el que recibamos su
palabra. ¿Y no es ese, o al menos a mi juicio, no debería ser el propósito o
meta de todo artista?.
En la colección de poemas –que podríamos llamar
epigramas, o en ocasiones, aforismos o sentencias breves, la autora –con voz
rica, vibrante, en ocasiones dramática- concentra con precisión y agudeza- temas
medulares y eternos como son la muerte, la soledad, el amor y, principalmente-
el tema de la ausencia. La ausencia, antítesis de presencia, se mueve por todas
las esferas y circunstancias en las que se mueve la autora. ¿Será la ausencia y
sus efectos lo que Mayda pretende curar con su poesía, nos servirá esta receta
dosificada para curar el mal que nos provocan nuestra ausencias personales y la
suya propia?
Con gran acierto la escritora venezolana María
Isabel Novillo, señala en una breve Nota al Lector, a modo de prólogo, que “el
medicamento que encierran estos versos (confeccionados con humor, profundidad y
una dosis filosófica) no pasan por la sangre ni se eliminan en las aguas. Sino
que por el contrario permanece en nuestro cuerpo un residuo de ellos y se va
eliminando lentamente en medio de una reflexión.” Y cuán acertado su juicio
porque efectivamente, a eso nos lleva la lectura de este libro de Mayda, a
reflexionar sobre los temas que hoy nos presenta. La urgencia de comunicarse es
evidente en el cc #5 donde nos dice: “Busco una canción o puede que un papel,
porque los pájaros ya no me caben en el cuerpo”. Y ahí aparecen las dos vías de
su expresión, la poesía en el papel, la canción que carga en su voz. Por el
texto # 22 desfilan las dudas y las certezas propias a su crecimiento, “Qué
ganas de edificar un muro con todas las piedras que se me tornan lágrimas, de
llevarme la rebeldía de mi madre a las estrellas, postergar la fe; no sufrir la
apatía de ser cómplice por seguir repitiéndome lo mismo en diferentes para ver
si por fin entiendo.”
A mí, que la conozco desde siempre, no me queda duda
de que Mayda está creciendo a pasos agigantados, y es que cuando nació ya venía
algo crecidita porque, como ella misma nos dice, nació vieja. Aún le queda
camino por andar pero ya puede dar lecciones a los jóvenes y a otros no tan
jóvenes. Y lo mejor de todo es que puede aleccionar por medio de la belleza,
porque de eso se trata la poesía.
Sus versos pueden aclarar mejor que yo –con mis
disquisiciones- las dudas o preguntas que quedan sobre el tapete. Les dejo con
la autora, Mayda Colón para que les lea lo que gusten del cuerpo de su primer
hijo. ¡Mi enhorabuena Mayda, y que se repita!
Magaly
Quiñones
Septiembre
2008
Una de las tragedias de nuestra crítica literaria es este secuestro autobiográfico mediante el cual el alegado crítico oscurece la línea divisoria indispensable entre sí mismo y su víctima, es decir, el objeto de su crítica. Cuando el crítico habla en función de su propia experiencia vital con el objeto de su crítica, y cuando además le cuesta distinguir entre el autor y el libro, los problemas aumentan, pues el sentimentalismo prevalece sobre el juicio, sobre eso que hace el "crités" (en griego, "juez"), es decir, el juez que debería ejercer su buen juicio al hablar de un libro. Obviamente sabemos que una obra puede ser buena independientemente de las palabras y los secuestros y los sentimentalismos del crítico. Y digo todo esto para afirmar que, en este caso particular, Dosis es excelente a pesar de este comentario sobre la obra de Mayda Colón. Pero, vaya, no se me quita la esperanza de un día, quizás pronto, "Dosis" tenga su buena crítica.
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