Cuando eres queer, negra,
y además extranjera
Por Yolanda Arroyo Pizarro
«En el mundo habemos los que quieren
odiar, despreciar y reprimir a otros, y los que queremos amar, desear y chichar
libremente. Punto y se acabó.»
—Bernat Tort en 80 grados.net
Considero la cita que sirve de epígrafe a este texto,
como uno de los argumentos más convincentes que jamás haya yo leído o escuchado
para entender las razones que se necesitan, si fueran en efecto necesarias, en el
entendimiento puro del ser homosexual, lesbiana, gay, y demás inclusiones. Abre
la puerta a la posibilidad del atributo sexual de querer/decidir ser queer
porque se quiere/decide ser mejor persona. Soy LGBTQTTI porque quiero/decido
amar contra todo obstáculo, en contra incluso de una sociedad que intenta
dominar con odio al mundo. Quiero/decido «amar,
desear chichar libremente».
Pero, ¿qué pasa cuando esa fórmula de «amar» se
complica, corrompe o degrada? ¿Cuando no es pura? ¿Qué pasa cuando el que «ama»,
también «odia»?
Con motivo de aceptar la invitación al Congreso
Internacional de Mujeres Escritoras Africanas o Afrodescendientes Yari Yari Ntoaso: continuing the dialogue,
Zulma y yo viajamos a Ghana, África, y visitamos por primera vez Inglaterra que
es toda magia, toda Palacio de Buckinham y su cambio de guardias, toda Big Ben,
el British Museum, la abadía Westminster y Stonhenge. En nuestra escala nos hospedamos
en la ciudad de Londres por algunos días, intentando tomar una pausa de un
viaje larguísimo de 23 horas y aprovechando el descanso para aprendernos la
ciudad y ver el otro lado del mundo. Incluimos en nuestra agenda turística una visita
al Centro Comunitario LGBT de Camden, ya que llevábamos con nosotras el
objetivo de hacer lazos y contactos en esta lucha diaria por los derechos
igualitarios. Además, teníamos con
nosotras la banderita con los colores del orgullo gay estampada con la palabra
EQUIDAD de la iniciativa HAZ LO CORRECTO POR LA EQUIDAD que dirige en Puerto
Rico el Comité Amplio por la Búsqueda de la Equidad (CABE). Uno de los
propósitos iniciales de esa campaña es la visibilización de personas que se
identifican como queers y de personas solidarias que apoyan los derechos de
igualdad para todos los seres humanos. Todos los que desean apoyar el
movimiento se toman fotos con la bandera y las envían a la página del comité en
Facebook. Durante nuestra travesía, Zulma y yo nos fuimos tomando fotografías
en lugares emblemáticos con la bandera, en plena señal de orgullo y
consentimiento hacia la búsqueda de esa igualdad tan necesaria. Por razones obvias, quisimos hacer lo mismo
con el personal del Centro Comunitario LGBT de Camden. Teníamos la esperanza de
contarles nuestra historia, de decirles que veníamos de muy lejos, pero más que
todo, deseábamos dejarles saber que al otro lado del mundo tenían hermanos y
solidarios en la lucha.
Desafortunadamente, no se nos permitió.
El día anterior a ese, Zulma y yo habíamos discutido
el abierto y directo rechazo que cada una, por separado, había sentido en
Londres. En mi caso particular, si yo intentaba hablar con algún desconocido
para solicitar ayuda u orientación, para pedir direcciones o simplemente
sonreír y saludar, me había encontrado con una pared de rechazo e incluso
desprecio por algunas personas. En más de una ocasión atribuí el asunto a la
posibilidad de que soy evidentemente negra, de que soy evidentemente
extranjera, que pronuncio el idioma inglés no tan bien, o muy mal en ocasiones,
sobre todo cuando estoy nerviosa. Hubo una dama, camino al museo, a la que le
hablé pausadamente y le pedí que por favor me ayudara a identificar dónde me
encontraba y con rostro de molestia me dijo rotundamente que no. Con algunos
taxistas, algunos guías turísticos y algunos meseros corrí la misma suerte. Me
hablaban fastidiados, claramente incómodos. Acostumbrada como estoy a los
buenos modales incluso de parte de extraños, no pude evitar darme cuenta de la incuestionable
situación. Zulma, por su parte, pasó por
lo mismo, fuera que estuviéramos juntas o separadas. En un momento dado en que
estaba sin mí, le denegaron la entrada a un restaurante que estaba por cerrar.
Ella pidió cortésmente que le permitieran comprar un sándwich para llevarlo a
su habitación de hotel, algo que tomaría dos minutos ya que el sándwich estaba
servido en las neveras del local para mantener su frescura y todo lo que había
que hacer era tomarlo y pagar. Fueron rudísimos con ella. Cuando me lo contó,
yo no lo podía creer.
Entonces, cuando muy animadas visitamos el Centro
Comunitario LGBT de Camden, pensando que nos retrataríamos con el grupo de
líderes queer de la comunidad, nos llevamos la desilusión de la vida.
No nos quisieron atender. Primero un joven gay inglés blanco nos indicó que
estaba muy ocupado, a pesar de que intentamos explicarle nuestro propósito como
activistas, y luego la dama inglesa blanca a la que él designó para
“atendernos” claramente nos dijo que no podía hacer nada por nosotras. Y todo
fue tan seco, tan escueto, tan de mala manera; nada de sonrisas alegres ante la
solidaridad y el reconocimiento de sabernos uno en el otro. Nada de alegría
conspiratoria o celebratoria por todos los logros que se habían sumado a
nuestras comunidades alrededor del mundo. Nada de nada.
¿Fuimos discriminadas? ¿Discriminadas por los nuestros? No lo sé a ciencia cierta, pero sí fuimos
despreciadas. Hubo un desaire. Lección aprendida.
Epígrafe citado de http://www.80grados.net/darwin-homosexualidad-y-pateria/
Epígrafe citado de http://www.80grados.net/darwin-homosexualidad-y-pateria/
Yoly... lamento mucho de corazón esa experiencia, pero como bien dices, lección aprendida... Conocía que había racismo en Inglaterra, ¡ah! disculpa, la información que yo tenía era de Francia, no de Inglaterra. No sabía para nada que en Inglaterra hubiese tal nivel de racismo.
ResponderBorrarPor lo menos ahora queda claro el por qué del racismo tan odioso y malsano que tiene su hijo predilecto los US of A.
Definitivamente, por lo que me cuentas esto es la tapa'el pomo de la xenofobia.
Al menos te queda el consuelo de que no te toca echar raíces ahí, y que donde has decidido/querido echar tus raíces, tendrá sus altibajos y sus momentos cítricos, pero también está dispuesto a saturarte de abrazos.
Yo voy calentando los míos, tanto para Zulma como para ti. Su Puerto Rico diverso, negro, fundamentalista, fanático, queer, blanco curtío, negro y parisero disfuncional, las espera.