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miércoles, noviembre 19, 2014

Poemario: "maneras de quererse" (2014) por Yolanda Arroyo Pizarro

I. asma

entre la tarde que se obstina
y la noche que se acumula
hay la mirada de una niña
—Octavio Paz, Días hábiles (1958)

la mano de nena negrísima
los negros ojos
pestañas como alas de pichón
tiempo que entreabre los párpados
y se deja mirar y nos mira
mareado cielo
que alguna vez fue yoruba
que se encaja zulu
y hoy es isla caribe poblada de ancestras
en las tonadas de una aurora austral
en el silencio de una madre que dice no quererte
tableta tras tableta

las picas de caballos en una fiesta patronal
y los tesoros de tus partes
y un padrastro que te ignora accidentado
paciente y enfermo
en una esquina asilenciada
hombre que usa yeso en la pierna
y murmulla
se queja

una curiosidad que nace
que quiere hacer contigo

lo que la primavera hace con los cerezos




hay una veta
un ribete vetusto de colores en las paredes pobres
lo rancio de tragedias en Trastalleres
Maelo que canta en los altavoces
la lancha que lleva a la capital
musicalizada en las dolamas de la bahía
y te pasea por Cataño
y ojalá no hubiese soledad desbordada
ni tantos lagartos arrastrados en los setos
tragando mosquitos

tiempo para mirar el yeso, la pierna, los bultos de piel
hambre para esperar que alguien duerma
que nadie mire

estudiar la barba
caminar a tientas
la noche boca arriba
y a navajazos los amantes del piso de abajo
que se escuchan gemir
las azoteas de los ecos
los truenos empachados de savia
vibrato desconocido entre los muslos

contarás mariposas monarcas
rodeando alborotadas los ombligos
y a nadie te pareces desde que yo te amo
la madrugada boscosa
posa tu mano negrísima sobre el aleteo
los vacíos que pregonan decadencias
lejos del catecismo
un padrastro que ya no te ignora accidentado
paciente y enfermizo
en una esquina asilenciada




todo oráculo es un labio presionado
un secreto que crees nadie averiguará
el espejo que te enseña a besar
para practicar en su lengua
el deseo con hambruna de latir en la piel

las bembas feas
dos cejas irredentas y acomplejadas
lo prieto
la peste
pómulos abanderados con el sol
y la respiración sentenciosa
inhalación de salamandras




déjame tenderte entre guirnaldas amarillas
quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur
¿acaso Neruda resucitado?
¿cómo sabes eso de memoria, si eres tan chica?

él se queda quieto
así lo besas




un parque de las palomas que bate plumas
soleado y húmedo
en la refrescante muralla sanjuanera
que se vislumbra desde Isla de Cabras
un volcán de alérgenos timoratos
que expulsa lava
y arrasan estornudos
cual aliento de las preguntas inocentes
¿estoy creciendo?
¿mis pechos a qué saben?
¿es esta la fruta de mi centro?

te dejas tender como una guirnalda amarilla
un cuerpo desvirgado en la playa
un bulto de carne por primera vez
varias garitas
otro beso
quien escribe tu nombre te lanza humo de cannabis al rostro
los labios de la herida
la boca de la sangre
y la primicia
plumas en forma de girasoles
contrapuestas unas y otras
en el sendero desmemoriado
de hermosura prístina

corsarios que desgarran botines
aparecen y se van
grito en garganta como la opera Ofelia
y nada importan las fracturas
ni las edades
o las diferencias aparenteladas
crece la noche y se agrandan los escondites que resoplan

cuello
templos
rotonda
jaranas

una isla sin invierno
que nada penetra
y a la que nada duele
todo es barba suave
todo es soliloquio

una abeja sin aguijón
y el primer ataque
el primer jadeo
la inicial respiración iracunda
marea ceñuda
débil la herida
acunada en la espiga que oxigena desde el tanque
aquel hombre con yeso se recupera

¿quieres ser mi novio?

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