Páginas

sábado, abril 11, 2015

Serie narradoras puertorriqueñas: Ana María Fuster Lavín y los miedos al miedo



Serie narradoras puertorriqueñas: Ana María Fuster Lavín y los miedos al miedo
Cómo escribí mi cuento favorito
Especial para Boreales de Yolanda Arroyo Pizarro


“Palabras encadenadas, palabras que matan, muerte, morir, moribundamente… Muerte puta, muerte trapecista, una amante a la que nunca logramos satisfacer, pero nos cautiva hasta la obsesión, como las sombras que emborrachan la noche, o como el sexo más esquizoide y ardiente.  Ojalá nunca hubiese tropezado mi camino con el de ella, pues antes de nuestro encuentro, disfrutaba como adolescente, en mi hogar, en Miramar, y todavía era virgen de esas sensaciones.  […]  Comencé a desarrollar una hipersensibilidad nocturna, también cambié mis hábitos alimenticios. Mi sentido de audición se desarrolló hasta poder escuchar las pisadas del rocío. Esto me llevó a una cacería de sombras, habitando un libro de historias ajenas, vidas y calles de verdades efímeras, hasta ahora desconocidas para mí, quise ser el propio tío Francisco, su diario de trascendencia, sus pasiones y luchas; encontrar otras verdades pequeñitas, temporeras, y hacerlas propias en mi misma carne, y es que la gente pasa y pasa por aquí, por allá, sin identidad, sin destino.”  Entre sombras y palabras, Ana María Fuster.

Este fragmento pertenece al cuento Entre sombras y palabras (ganó premio en el antiguo certamen literario del Ateneo Puertorriqueño, 2006) Bocetos de una ciudad silente  (ed. Isla Negra, 2007). Ya había publicado en narrativa Verdades Caprichosas (2002), Réquiem (2005),  aunque desde la universidad en los ochenta supe que la necesidad por trabajar historias psicológicas y orgánicas era inminente.

¿Por qué lo escojo? No tengo un cuento favorito, pero se me ocurre seleccionar este. Digamos que Entre sombras y palabras encierra mis temas recurrentes: la lucha entre el amor y las pasiones contra la locura, la crueldad y la muerte. Así abrirme sin ningún tipo de miedo a escribir sobre los miedos y las perversiones más ocultas, de sexo, sangre, las pesadillas más terribles, con la misma libertad que del amor, la demencia, los sueños, las luchas de género, de sociedad, la poesía, y la piel. De todos eso se tratan los cuentos que transitan por una ciudad llamada Santurce en Bocetos de una ciudad silente.  Escribir y leer son actividades tan innatas en mí como respirar, pensar, comer, amar. Aunque acepto que el libro que trabajé con mayor devoción fue (In)somnio  (Ed. Isla Negra, 2013) y la novela que estoy editando-corrigiendo ahora y publicaré a finales de año.

Este cuento trabaja el autodescubrimiento del yo, el cuerpo, el canibalismo social en un adolescente a través de su primer contacto con la muerte. Ocurre desde el día de la misma muerte de su tío Guillermo a quién la familia admiraba. Se descubren los lados oscuros de esa familia así como el misterio del tío y su doble vida, un reconocido abogado de la capital y por otro lado sentía un placer por asesinar y el canibalismo. El tierno protagonista termina convirtiéndose en ese mismo monstruo que fue su tío.


Aquí no solo el personaje siente a la muerte como una entidad viva, a quien no conocía pero una vez se topa con ella ya nada volverá a ser igual, como ocurre cuando esa mujer u hombre te besa y te desordena el mundo, y quieres seguir ahí, porque ya no tienes otro remedio. O como la propia crueldad de la existencia, que no importa lo que hagas morirás. Aquí juega a huir de la muerte y a la vez se siente seducido por ella.  Es una de esas relaciones de amor-odio, que te llevan a hacer lo que sea por el objeto del amor. Además, me interesa y que, a su vez, mi personaje principal --que vive estas pasiones de amor, locura, soledad y muerte-- tenga una relación del mismo tipo con la palabra (la materia prima del escritor) y que esta lo lleve a una hipersensibilidad con el mundo.  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario