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jueves, diciembre 10, 2015

Una criatura que cuenta historias: Por Yolanda Arroyo Pizarro, novelista afropuertorriqueña


Autores del País narran sus experiencias durante su estadía en la FIL- Guadalajara

sábado, 5 de diciembre de 2015 - 12:00 AM


La fotógrafa de escritores Lisbeth Salas, como ya es reconocida en este recinto literario de la FIL Guadalajara, me pide que pose así o asá. Me invita a que me acerque o me retire, a que alce el mentón o despeine con mis dedos el afro que hace las veces de mi cabello. ‘Coloca tu mano derecha cerca del rostro’, me invita. ‘Ahora con tu mirada, búscame’, añade. Salas sabe manejarse en su oficio. Lo sabe a la perfección.

Lo que no sabe es que mis ojos la han abandonado para encontrarse con los de Salman Rushdie, que viene caminando a lo largo de la terraza del Salón de Autores de la FIL. Rushdie camina en medio de una caravana de guardaespaldas, pero eso no lo detiene para regalarme unas palabras: ‘Great photo’, pronuncia y me guiña un ojo, mientras sigue su andar hasta llegar tras bastidores a la sala en donde presentará su más reciente novela.

Aquella frase bastará para que Lisbeth y yo, entre risas, nos disputemos de manera generosa la atención del autor de “Los versos satánicos”. ‘Que le gustan las morenas y por eso te encuentra tan fotogénica’ —dice ella. ‘Que le encanta tu trabajo fotográfico’—alego yo e insisto que en realidad lo que Salman ha querido decir es: ‘Great photo… grapher’, pero que se ha comido las últimas sílabas sin querer y por la prisa.



Antes de ese encuentro, ya he visto y disfrutado de Rushdie durante su conferencia magistral sobre Scherezada, y hemos compartido algunas frases tomando tequila en el Salón de Autores, mientras muy amablemente ha accedido a firmarme dos de sus libros. El tequila es el agasajo popular a toda hora en la FIL. Los mozos te lo sirven en el desayuno, el almuerzo, la cena y los entremedios. Se te acercan amistosos y en vez de café, te preguntan: “¿Un tequilita?”.



Pienso en la FIL Guadalajara y en la continuidad electrizante de los discursos literarios de todos nosotros, los escritores, esta especie de “ser humano” que no es feliz sino escribiendo, leyendo, metido entre libros todo el tiempo. Somos una criatura extraña, exótica, cautivante. Somos eso que una vez describiera Salman Rushdie y que desde 2010 se convirtiera en la cita que inicia mi novela ‘Caparazones’: “The human being is a storytelling animal, or, actually, the storytelling animal; the only creature on Earth that tells itself stories in order to understand what sort of creature it is.”

Pienso en la frase y en el día 29 de noviembre de 2015, el día en que nadie se salvó del cuerpo. La literatura puertorriqueña fue la protagonista de la conferencia “Del cuerpo nadie se salva: erotismo y literatura en el Puerto Rico actual”. El junte se llevó a cabo en horario estelar, 7:00 pm, en el Salón Alfredo Placencia, planta alta de la Expo. Pienso en todo lo que dijimos Roxana Matienzo, David Caleb Acevedo, Ana Teresa Toro, el moderador Alejandro Álvarez Nieves y yo. Pienso en que por más de dos horas, entre nuestras intervenciones y las inteligentísimas preguntas de los lectores que nos acompañaban, intentamos definir qué tipo de criatura somos.



Escribir literatura en Puerto Rico en 2015, es un acto continuo de rebeldía y definición. Somos criaturas escribas, somos criaturas apasionadas, criaturas eróticas. Inventamos, conformamos y creamos personajes y mundos que nos identifican. Ana Teresa Toro, por ejemplo, destacó el hecho de cómo la literatura erótica es un reflejo de la situación colonial que se vive en nuestra Isla. “El cuerpo erotizado es un filtro para entender otras cosas que tienen que ver con el lugar de dónde venimos”, puntualizó.

David Caleb Acevedo conversó acerca de cómo en su literatura erótica se coloniza el cuerpo (se colonizan patológicamente los cuerpos) y cómo se ataca de forma infecciosa a las criaturas que sobreviven esa colonización isleña, desde el cuerpo explorado e inexplorado. Alejandro Álvarez Nieves dominó muy democráticamente la moderación de la mesa y fue aplaudido cuando hizo énfasis en el idioma, acaso los idiomas que se hablan en Puerto Rico, y los variados intentos de subsistencia lingüística que se masacran o no diariamente en la colonia.




Roxana Matienzo destacó en su ponencia el rescate del erotismo sugerido, más bien que abiertamente descrito, en un directo contrapunto a las propuestas de Acevedo, Toro y mías incluso. Habló además de cómo un escritor tiene la responsabilidad de seducir al lector constantemente, acaso definiendo la identidad de la criatura que es o no es.

Pienso además en lo que a viva voz dije yo, y que sacó en principio algunas carcajadas, pero también una reflexión profunda entre los asistentes: “¡Estoy tan buena; yo estoy tan rica que nadie se me puede resistir!... Hablo acerca del cuerpo de la mujer colonizada; hablo de las mujeres nativas que fueron erotizadas sin permiso por los conquistadores, de las taínas y esclavas negras violadas. Eso es lo que parece pensar el opresor, el conquistador abusador macho, incluso el machista violador de la actualidad: "No puedo resistirme, ese cuerpo de mujer me provoca, ella es la culpable, ella y sus curvas, ella y sus pechos, y su entrepierna...". Lo sucedido durante la época de la conquista, no es nada distinto a lo que sucede hoy día. Y esto es lo que hay que denunciar. Esto es lo que denuncio en mis libros”.


Pienso en las criaturas escribientes que somos aquellos que asistimos en plan de autor a una actividad tan inmensa y tan intensa como lo es la Feria Internacional de Libro de Guadalajara. Pienso en quién soy y en cómo soy, pero más que todo pienso en el extraordinario privilegio de coincidir con tantas mentes que desde sus literaturas gestan y cambian el mundo en el que vivo. Eso también is a great photo.

Fotos: Zulma Oliveras Vega


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