Los amantes
Por Adaly Seda Morales
Camino mi último trayecto por las calles de mi patria. Mañana caminaré otras calles.
Tropiezo con una mujer que a duras penas puede enderezarse por la nota. Drogada. Miro para el lado y veo una pareja, hombre-mujer, dentro de su auto discutiendo tan alto que ni los cristales cerrados acallan sus insultos. Detrás de los asientos los niños juegan a darse en la cara. Entro a una barrita a comprar una botella de agua. El señor que me atiende llora porque un coche bomba mató a su hijo en la guerra. Intento decir algo pero se desmaya, solo puedo marcar con urgencia para que venga una ambulancia. Atónita quedo, he visto como un hombre se desploma de dolor. Busco aire para reponerme de la impresión, el rostro de aquel hombre queda grabado en mi psiquis.
Cuántas cosas no se dijeron y hoy es un día que mañana no cuenta. Lo que guarde en su corazón es su redención o calvario. Para muchos el tiempo se detiene, para otros es infinito.
No presto atención al color rojo que predomina en las ropas de la gente en la calle. Creo que perdí algo importante. ¿En qué mes estamos? Septiembre- contesta una mujer. No entiendo nada, para mí que me afectó más de lo normal aquel hombre. Comienzo a ver como muchos, de los que veo están vestidos de rojo, cambian de aspecto. Sus rostros se tornan primitivos, el color y material de la ropa se vuelve marrón. No hablan entre sí, se miran a los ojos y sonríen. Esto está pasando de verdad o habré confundido agua con ron ¡no puede ser! hubiera arrugado la cara, el ron no pasa desapercibido. Coño tienen algo especial. ¿Por qué nadie los ve? Camino y detengo mi paso frente a una tienda de curiosidades. En el centro de la tienda ubica un libro gigantesco hecho de cuero, casi cuadrado, con las páginas en blanco hechas de tela. Lo cierro, una viejita me interrumpe. Ese libro guarda las almas rojas de aquellos amantes que trascienden los tiempos. Dice ábrelo y dime lo que ves. Sigo instrucciones. No veo nada. Concéntrate- me dice la viejita. Siento calor, la cara me suda. Hay un hombre que me llama, grita, sé que es a mí pero no mueve sus labios. Siento alegría, amor al verlo. No puedo ver bien porque una nube de polvo no me lo permite. No veo nada. Seco el sudor de mi cara y vuelvo a sentir el aire acondicionado. ¿Qué pasó? Tranquila muchacha, esto es para ti. Un dije hecho en piedra en posición fetal.
¿Qué significa esto? Pureza, Eternidad, la viejita desaparece. Estoy frente a la barrita en la que me paré a comprar agua y el señor llora. Pero bueno ¡otra vez aquí! Entro e instintivamente saco de la cartera una piedra transparente, hace un rato no estaba ahí, le pido de favor al joven que atiende que cuando vea al señor, a Don Cándido- me interrumpe. Sí a él, entréguele esto. No hizo preguntas y lo recibió. Algo me dice que esa piedra hará que le sirva. Ha sido un di..tarde ¡Dios mío como pasaron las horas! Debo llegar al restaurante que Gustavo me está esperando. Al sentarme en el restaurante miro la ropa de Gustavo y empieza a oscurecer, las líneas de su camisa no se distinguen. Mi vestido blanco se torna marrón. Observo su rostro y escucho el tono de voz del hombre al que miré y me llamó en la tienda de curiosidades, no movió sus labios. En su cuello cuelga un dije hecho en piedra en posición fetal, que al sacar el mío de la cartera y colocarlos de frente se miran entre sí. Lo observo nuevamente y está vestido de rojo, al igual que yo.
Por las calles de mi patria, mi último recorrido. Escucho en la radio del auto que el joven militar Pablo Conde fue sepultado con todos los honores. Don Cándido Conde, su padre, murió de un infarto masivo frente al féretro provocado por la impresión. Curiosamente guardaba en su puño una piedra roja y una pequeña foto de su hijo.
Gustavo debemos regresar se me quedó el pasaporte. Hizo un viraje en U en la zona debida. Un hombre discutía acaloradamente con su esposa y no se percató del carro de los jóvenes- dijo un testigo a la policía.
Me ha gustado mucho. Me dejó esa sensación de fatiga y suspiro que tanto me agrada al leer. De hecho quiero leer más de Adaly. Dime como hago. Un abrazo.
ResponderBorrares genial!!! yege a ste blogg buscando el significado de mi nombre y me encanto el contenido del poema, no se si aun se siga publicando algo en el blogg, pero fue bonito leer eso de mi tocaya adaly.
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