Nadie dijo que vendría
nadie apostó a la ruptura de ausencias
nadie decantó la nostálgica devoción de llorarle,
y sudar amarillos en una vertiginosa erupción de océanos,
nadie explicó cómo esperar la madrugada
cómo llamarle al mar… y sin embargo
nadie nombró la partitura justa en que escribirle
nadie pronunció jamás su nombre con más voces que sus voces
mientras se insertan traviesas por algún orificio de mi esencia.
Se hizo verbo:
hizo que mi garganta decantara el ímpetu de mil legiones de silencio
mientras afinaba mis cuerdas una a una
derramando su preludio de peros sobre mil naciones dominadas;
hurgó con sus dedos la piel de los abismos,
como si por sus versos en mi vientre olvidara la traición de las esperas.
Hizo con aquel pretexto un grito hondo:
manos predispuestas a rozar mis mendigos de infancia
cómo supieran sus manos surcar cicatrices guardarlas adentro
hondo
la asfixia de los ojos marcando de compases un horizonte impreciso
hondo
que ya no sé si se agota su voz entre mis poros elucubrando acuarelas
hondo
como una huella de agua sobre un verbo por tantos siglos dormido
hondo
como la ola a la roca imprime el determinado rumor de su embate.
Tan hondo
que juro que fue una paloma
pero nadie me advirtió de su llegada
Excelente! Se lee con la misma fuerza que la autora lo escribio, estoy segura. Buenisimo!
ResponderBorrarTan hondo tan profundo, que fue imposible que la paloma se equivocara...
ResponderBorrarMayda, eres grande, tus versos son potentes como tu voz y tu alma.
te quiero mucho
Yolanda, gracias por tu talento y tu labor inmensa literaria y cultural, también te quiero mucho