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jueves, agosto 26, 2010
Literatura erótica para curar el asma
Asmática. Así estoy. Otra vez los polvos (sí, los polvos) del desierto del Sahara que cobran el peaje de paso por la Isla. Para dejar que las horas sigan su curso pacientemente, y para que la terapia respiratoria (así, así, suavecito, dale), las inyecciones (chinazos a diestra y siniestra) y las medicinas orales (anjá, orales) hagan su efecto, me recuesto semi sentada, con tres almohadas entre mi espalda y el cabezal de la cama, a leer ‘Cuentos Eróticos de Verano’ publicado por Tusquets en su segunda edición 2006.
Leo a un coleccionista de ombligos y la idea, desde ya, me hace la boca agua. Tríadas, cuadros. Besos de colores, unos más oscuros que otros. El cuento de Fernando Iwasaki, en el que el protagonista conoce a una española en el Village, es fabuloso. Un hombre que, por su descripción, me recuerda a Manolo. Un Manolo. Uno que que me llama, de vez en cuando, amazona de ébano, se cuela por las páginas. Cerré los ojos y fantaseé un poco, algo inofensivo, pero ahí estaba la promesa.
El tempo de las narraciones varía; suben, bajan, se estiran, se caen. Pero cada uno de los textos tiene algo. Me hicieron respirar, hiperventilar, mejorarme (dije mejorarme, no mojarme).
Lindas cherries..., las de la portada.
Yo tuve asma, pero me curé... bastante.
ResponderBorrarSaludos.