La
dedicatoria que a puño y letra firmara la autora del libro Sagrada Familia lee: “Para Yolanda y Zulma, porque no existe
religión más sagrada que nuestra amistad.” Es así como Johanny Vázquez Paz
establece desde la propia primera página un nexo entre lo sagrado y la familia,
aquella con la que se nace, y aquella que se escoge desde la amistad más
profunda. Los rasgos de validación y denuncia sobre el tema de la religión que se
encuentran intrínsecamente ligados desde el propio título en el texto, nos
sirven de brújula para ir decidiendo si realmente la familia es algo digno de
sacralizar, bendecir o maldecir.
Vázquez Paz
abre este libro publicado por Isla Negra Editores con un epígrafe que da en el
clavo: “La religión tiene por padre a la miseria y por madre a la imaginación”.
Un segundo epígrafe lee: “Toda crítica comienza por la crítica a la religión.”
Es así como
el poemario que se divide en seis partes medulares, nos invita a la reflexión
desde los lazos consanguíneos, pero también desde la espiritualidad que se
espera, o de aquella que creemos que hace falta en el núcleo intrafamiliar. La
autora mezcla poemas confesionales junto a memorabilia que vienen a ser las
distintas fotografías de ella y de su familia con las que nos topamos a lo
largo del texto. Casi todos los títulos de las piezas hacen referencia a algún
orden místico, a algún sacramento, algún rezo o plegaria. Pero tal metaforización
es solamente la punta del iceberg, puesto que una vez adentrados en el corpus
de cada historia versada nos damos cuenta de la irreverencia, del
cuestionamiento, de la impureza de pensamientos que se arraigan con cada destino.
Es por eso que puede sentirse una consagración, lo mismo que una profanación en
poemas como Los domingos en la misa. Allí
la niña reflexiona sobre la conducta católica apostólica y romana, se entera de
la impostura de las normas del vestir, de la ordenación de ser recatada y con
moral y debe decidir si seguir las reglas o romperlas.
Mi parte
favorita del libro es aquella que lleva el título de Niña pecadora. Las piezas que la componen dan una cartografía de la
crianza y el crecimiento, de la dicha y el dolor, de la amonestación y la
celebración que se dan con el pasar de los años. En esta sección se encuentran
los poemas El largo de mi falda, Fuerza de
voluntad, Arrugas y un poema que se entrelaza con la historia papal escondida
y los personajes que el Vaticano guarda con secretividad, como aquel que nos
habla de la papisa Juana. El poema se titula Respuesta a mis hermanas cuando me llamaban Juanita para molestarme.
Sentí mucha
nostalgia en las páginas que recogen las piezas en inglés, aquellas del final
tituladas Speaking in tongues.
Vázquez Paz nos regala una reflexión teológica, que es a su vez uno de los
mejores poemarios que se han publicado este año. Enhorabuena.
Yolanda,
ResponderBorrarQué maravillosa eres. Gracias por esta hermosa reseña que explica muy bien mis intenciones con el libro. Y viniendo de una escritora como tú a la cual admiro tanto, esa aseveración de que está entre los mejores libros, me deja entre el llanto y las ganas de saltar. Gracias por tu solidaridad y por tu incansable trabajo en pro de las letras puertorriqueñas. Un fuerte abrazo, Johanny.