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lunes, noviembre 10, 2014

Javier Febo Santiago y el arte de "llegar"


Comentario a El anarquista de Javier Febo Santiago
por Yolanda Arroyo Pizarro

La voz poética nos incluye en la página 48 del libro El anarquista una pregunta que dicta: “¿Llegué?”. Este es un texto que nos da pistas de cómo se ve el propio autor. Enseguida hacen aparición, a modo de contestación identataria, los dragones lanzalluvias, los generales con sotanas, las catedrales sin crucifijos. Nunca faltan los suicidios inmortales, las bombas de golosinas y los tribunales telepáticos. El volumen de El anarquista convierte al texto en uno caótico, pero gladiador así como las metáforas en las que se comparan a Goliat y a Sansón con el resto de los mortales en el verso burlesco. Parecería además que El anarquista es un libro cuya apuesta es a finalizar la tolerancia, como si ya supiéramos que hemos tenido bastante, que hemos aguantado mucho abuso. Así como el poema que lleva ese título, ‘Tolerancia’ nos dice: “no le leas, no le escribas, déjale la alcantarilla./ Las aguas blancas y negras/ le edifiquen el calabozo./ Habla, quéjate, y protesta…” Punzantes son algunas de las invitaciones que nos hace el poeta.


Viajaremos a España, estaremos entre rivales y plagas, entre las embestidas y la lontananza del mar, danzaremos con piezas dedicadas a Octavio Paz y que llevan epígrafes de este, además de encontrarnos con un texto dedicado a Rafael Alberti en el que hallaremos la posibilidad de un plagio lúdico. El anarquista es un regodeo incómodo pero necesario, en el que se rebuscan los adentros.  Como el mismo poeta nos dice, hay que escudriñar cada órgano. Esta constante invitación a la acción convierte al libro en un frenesí impulsivo, súbito en el que a veces el lector se deja convencer de agarrar el puñal puesto que eso es lo único que tiene sentido ante tanta dejadez. El lector disfrutará además de poemas dedicados a Luisa Capetillo, a José Ferrer, a Venancio Cruz, a María Diepa, Noam Chomsky y otros referentes con los cuales suponemos el autor debe saldar cuentas. Será vital cuestionarnos entonces, cerrado el libro, si nosotros los lectores “¿lleguamos?”.

1 comentario:

  1. Gracias, Yolanda por esas palabras reconfortantes y por tu lectura. Es un honor.
    Un abrazo !!!

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