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domingo, diciembre 21, 2014

Serie narradoras puertorriqueñas: Arlene Carballo y revertir la victimización de la mujer



Serie narradoras puertorriqueñas: Arlene Carballo y revertir la victimización de la mujer
Cómo escribí mi cuento favorito
Especial para Boreales de Yolanda Arroyo Pizarro

La idea para este relato me vino al leer la columna semanal “Antes que llegue el lunes” de la escritora Mayra Montero. El tema principal de aquella nota dominical no lo recuerdo, pero lo que no se me olvida fue que las últimas líneas Montero las dedicó a defender a Denissa, una joven vedette puertorriqueña arrestada en una redada de prostitución y quien se había convertido en el tema preferido de los medios noticiosos. Al final, y como quien no quiere la cosa, la escritora cierra sugiriendo que de ser Denissa, ella hubiera manejado las cosas de forma distinta.
Ese solo comentario me picó la curiosidad. Aunque yo no había estado pendiente de los pormenores del arresto, el exceso de publicidad hacía difícil no saber del caso. Pero, ¿qué tenía en mente Montero? ¿Y cómo revertir la victimización de esta mujer? Esa fue la chispa. De ahí comencé a construir la historia de una artista venida a menos que enfrenta un cargo de prostitución del cual se defiende con mucha astucia.
“Mechita gana una” me gusta porque incorpora elementos pintorescos del Puerto Rico del siglo XXI, retrata la farándula y los medios, tiene humor y la protagonista es muy lista. Este cuento figura en la antología de cuentos ‘Mujeres que se portan MAL’ publicada en el 2013.  

                                         “Mechita gana una” (fragmento)
 
La ramera percibió el orgasmo del hombre, se zafó del cuerpo y se fue a vestir. Era una de esas mujeres que le gustan a los hombres: con mucha teta, mucho culo, pero sobre todo mucha disposición.
Mechita lo escuchó pedirle una ñapa, pero se negó; otros clientes la esperaban. Fue cuando quiso cobrarle por el servicio que él se identificó como un policía. Ella intentó evitar el arresto al ofrecerle la denegada faena oral, pero ya era tarde.
—Venía a arrestarte de todas maneras, pero no pude resistir darme una gozaíta contigo...
Al llegar al cuartel de la policía, el semblante victorioso del oficial Hermenegildo Esquilado anticipaba la fama que le proveería ese arresto. Mercedes Montijo (Mechita cuando habitaba aquel otro mundo) era una artista desempleada de mediocres habilidades pero con suficiente factor de reconocimiento para que la prensa amarillista de la región se allegara hasta la comandancia a indagar sobre su notorio cambio de profesión.
Aunque llegó con más ropas que cuando animaba el programa De aquí a Piñones, la primera finalista del certamen de belleza Miss Guayama e intérprete del sencillo Arañándote el pecho llamó la atención de inmediato por lucir una espesa melena pelirroja, una minifalda estampada en imitación de piel de leopardo y una entallada blusa de cuero cuyos botones de presión se aferraban a la tela para contener unos magníficos senos tatuados con pequeñas rosas. Emisarios de la prensa farandulera ya rondaban el lugar, deseosos de una declaración y de fotos del fichaje de la olvidada actriz que de inmediato se transformaba en la etiqueta más accedida de los medios cibernéticos.
Ella pudo haber solicitado su representación legal, pero lo que buscaba era venganza por el abuso de otro agente más, por haberle informado a la prensa de su arresto y por la fanfarronería con la que Esquilado se conducía.

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