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martes, diciembre 02, 2014

Serie narradoras puertorriqueñas: Awilda Cáez y El amante que desaparece dos semanas



Serie narradoras puertorriqueñas: Awilda Cáez y El amante que desaparece dos semanas
Cómo escribí mi cuento favorito
Especial para Boreales de Yolanda Arroyo Pizarro



            Andrea perdió a su amante a finales de octubre del 89 y, dos semanas después, cayó el Muro de Berlín. Todavía le duraba el despecho la noche que observó en el noticiario a miles de alemanes en Checkpoint Charlie celebrando la eliminación de las restricciones para viajar de este a oeste. Pensaba en Fritz y en lo felices que estarían en medio del tumulto, disfrutando lo que tantas veces pensaron que nunca ocurriría. Pero luego de varios segundos se dio cuenta de que eso hubiese sido un disparate, porque ella era una mujer casada y no le convenía que la vieran paseando con un hombre que no era el suyo. Sí, Andrea estaba casada hacía nueve años con Heinrich, pero cada vez que se escapaba al apartamento de su amante hacía todo lo posible por olvidar ese detalle ahogándolo en la gran piscina de la culpa, aunque a veces la conciencia es como una pelota de goma imposible de hundir en el agua.

            Este es el principio de un cuento que pasó por unas cuantas versiones antes de llegar a la que se publicó en mi libro más reciente. La primera mostraba a una Andrea perdida en una ciudad que acababa de cambiar para siempre su historia con la caída del Muro de Berlín. Debe estar en algún archivo dentro de la computadora, de esos que se guardan por pena. La segunda versión contaba la vida de una Andrea sumisa y melancólica que esperaba en el parque frente a su apartamento el momento preciso para preguntarle a un saxofonista si había conocido a Fritz, y si podía decirle dónde encontrarlo. Ese cuento estaba a punto de ser incluido en el libro final, pero me di cuenta de que odiaba a la protagonista; me resultaba insufrible su sufrimiento. Decidí crear a otra Andrea, más mujer y menos víctima, una alemana desconfiada, atrevida. Así llegué hasta la última versión que incluyó a un marido supuestamente enajenado, una ciudad que derrumba sus muros y una Policía Secreta implacable. Lo que nunca cambié en las tres versiones fue el amante que desaparece dos semanas antes de que caiga el Muro. Hay un repique de curiosidad cuándo buscamos a alguien. Tratar de resolver el acertijo de la pérdida es una de las mejores artimañas de la imaginación. ¿Dónde se esconde Fritz? ¿Por qué no llama a Andrea aunque sea para confirmarle que la ha abandonado “como si fuera un libro que no dieron ganas de leer completo”?
            Me gustan las historias de mujeres cínicas y solas en grandes ciudades del mundo. Mujeres que disimulan sus sentimientos, que se desilusionan no porque alguien les mintió sino porque sienten que debieron prepararse mejor para recibir el golpe. Berlín traiciona a la protagonista porque las ciudades son infieles: ninguna se guarda para que una sola persona la descubra.
Escribí este cuento para que Andrea encontrara a su amante aun en medio del caos por la caída del Muro de Berlín. Puede ser que, al igual que sucede en la realidad, lo perdido aparezca cuando ya esté olvidado.

            

Cuento: “Pedazos”
Libro: Manchas de tinta en los dedos
País Invisible Editores, septiembre de 2013

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