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lunes, agosto 24, 2009
Ver desaparecer al gato
Escuchar maullar al gato. Notar que su plato de comida y su caja de arena están intactos. Irte a trabajar preocupada. Regresar en la tarde. Ver al gato que te mira, pero que no se levanta a recibirte. No corre a tu encuentro. De hecho mira para el lado. Escuchar maullar al gato. Notar que su plato de comida y su caja de arena están intactos. Acariciarlo y preguntarle qué pasa, Momo. Qué sucede hermoso Mozart. Wolfgang Amadeus, por qué no comes. Ver vomitar al gato. Ver que no toca la nueva comida que le cambiaste y que no toma agua. Mirar los ojos de preocupación de tu hija. Mirar los ojos anémicos del gato. Ver tu rostro en el espejo que se preocupa por Mozart y que piensa en la ex dueña abandonadora que, a su vez, se marchó abandonándolo a él también. Dormirte pensando en el gato. Dormirte preocupada por mañana. Mañana ya no es mañana, es hoy, y escuchas el silencio sin maúllo. Temes que no haya sobrevivido la noche. Irte a trabajar luego de asegurarte que sigue acongojado y débil, pero aún respirando. Regresar en la tarde. Ver al gato que te mira, pero que no se levanta a recibirte. No corre a tu encuentro. Escuchar maullar al gato. Notar que su plato de comida y su caja de arena están intactos. Tomarlo en brazos, con ayuda de la hija y la ausencia del abandono. Entrar por las puertas de cristal de Emergencias Veterinarias 24 horas. Varios centenares de dólares más tarde, una radiografía y un laxante a ver si la obstrucción de su intestino mejora. A ver si no hay que operarlo. Verlo triste. Verte triste tú. Dormirte pensando en el gato. Dormirte preocupada por mañana. Mañana ya no es mañana, es hoy, y el gato no come ni bebe agua. Marcar el teléfono de la ex dueña abandonadora de gatos. Consultarle sobre el gato. Escuchar Métete al gato por el culo o hazlo en pincho y cómetelo. Llevar al gato a que lo atiendan de nuevo. Dejarlo desahuciado. Solo, rodeado de otros gatos y otros perros desconocidos. Firmar, por si acaso, la hoja de la eutanasia. Desahuciado, como algunos amores. Eutanasiado, como algunos amores. Ver desaparecer al gato.
Ay Yolanda, no se si son los días en los que vivo, pero comprendo la tristeza que ese gato mostró, pero sobre todo admiro, la valiente tristeza de quien lo acogió a pesar de asecharle la asfixia por la noche. Te adoro amiga!
ResponderBorrarJosé