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sábado, noviembre 29, 2014

Rubis Camacho sobre Mercenaria, poemario de Zulma Oliveras Vega


Breves notas sobre Mercenaria, poemario de Zulma Oliveras Vega

Por Rubis Camacho
Escritora puertorriqueña

I
“¿Quién dijo que todo está perdido?  Yo vengo a ofrecer mi corazón… Como un documento inalterable, yo vengo a ofrecer mi corazón. Cuando no haya nadie, cerca o lejos; yo vengo a ofrecer mi corazón… Cuando los satélites no alcancen, yo vengo a ofrecer mi corazón.”
Imposible leer Mercenaria de Zulma Oliveras Vega, sin recordar la gran pregunta que nos hace Fito Páez en su imperecedera canción Yo Vengo A Ofrecer Mi Corazón. Imposible leer Mercenaria y no regodearse en la letra de Sueño Imposible: “Llegar donde nadie llegó, vencer un invicto rival, tratar de alcanzar una estrella, seguir un ferviente ideal. Errar por caminos de azar, arder con el más vivo ardor, tratar de alcanzar una estrella, amar con el más puro amor… Ese es mi fin, ese es mi afán, más alto que el cielo, más limpio que el sol; y la vida perder si me falta el valor… Y tal vez, vuelva el mundo a encontrar una aurora de luz…” 
Sí, este aluvión de emociones lo provoca el libro “que reúne los escritos de una diosa guerrera reencarnada”, como se asegura en la página titular.
 Mercenaria  es una palabra que el Diccionario de la Real Academia Española define de la siguiente manera: “persona que por estipendio sirve en la guerra a un poder extranjero”. Posiblemente a esta definición se deba el que, por generaciones, el mercenario o mercenaria (personaje enigmático, figura de la sombra) arrastre  dudas sobre los postulados que sostienen su lucha. Se impone la pregunta: ¿Cuán honorables son los motivos que te impulsan a luchar en una guerra? ¿Cuánto vale un hombre o una mujer que toma la guerra como oficio?

 Zulma Oliveras Vega redefine el concepto. Bautiza las cosas con un nombre nuevo. Se enseñorea sobre la palabra como diosa reencarnada, y nos enseña que una mercenaria es: “Una mujer guerrera, guerrillera, soldada, descendiente taína que combate por convicciones amorosas en defensa de la patria y la amada. Guerrera que ha protestado en Palestina y ha sido encarcelada por la lucha en desobediencia civil de Vieques/ lesbiana y denunciadora de las inequidades del sistema, la sociedad y la falsa moral de los fundamentalistas.”
 A esta mercenaria la mueven los mismos ideales que al Quijote: “Porque Dulcinea, por mi tierra y por vos estoy empeñado en dar la vida…”  Desde esta nueva y maravillosa definición  hablaremos, de ahora en adelante, de la Mercenaria. Vamos a la forma.

II

Un híbrido  es un todo compuesto por elementos de distinta naturaleza. Mercenaria, como texto, coquetea con lo híbrido. Es un poemario y también es un diario de viaje que comienza en octubre de 1970. Estas páginas recrean la formación de una familia militante en San Germán. La Mercenaria  sale de las aguas de Puerto Rico, pasa por California, aterriza en Palestina, África y otras partes del mundo. Un viaje al estilo de Ulises, rey de Ítaca, personaje llamado a sobrevivir  las pruebas de un mundo injusto y sus devaneos. Un diario de viaje al estilo de Fray Servando Teresa de Mier, el fraile agónico que rescata el gran escritor cubano Reinaldo Arenas en  su libro El mundo alucinante. Al final de la novela el fraile afirma: “Y heme aquí, tropezando constantemente contra los edificios y la gente a causa de esta continua neblina que envuelve todo este brumoso Londres… A lo único que no podré acostumbrarme es a vivir entre la mezquindad y el engaño…” Zulma Oliveras Vega se niega a la neblina, a la mezquindad y al engaño. La autora “quijotea”, lucha por enderezar entuertos. Por eso este libro es también una lista de tareas, un álbum de recuerdos, una sucesión de promesas, una canasta de símbolos, un canto a la esperanza, una reflexión ética sobre los poderes temporales que gobiernan, lo que llamó Carpentier “El reino de este mundo”,  pero sobre todo, este libro es un proyecto de vida. La voz poética viene con mochila, y trae el alma como trae el rostro, limpia de maquillaje. No hay máscara, ni pose, no hay grandilocuencia ni verbo reticente. No hace falta. Viene con la ilusión de la palabra. Se detiene a decirnos  que el mundo es un absurdo largo. cito de su poema Mercenaria: “Vengo  de la tortura, del silencio y la mordaza…Yo, que estoy limitada por mi espejo, además de por mi cama, veo causas en el color, además de en el sexo, y me siento aquí preguntándome cuál de mis yo sobrevivirá a todas estas liberaciones”. Cierro la cita.  En el siglo de las comunicaciones, la globalización, la cientificidad desbordada, la voz lírica confiesa “vengo del silencio, de la tortura y la mordaza. De golpe nos pone frente a lo obtuso del orden establecido.
III
Contenido
Abre el poemario  con una confesión (formulación que se hace  de la propia vida), pero esta confesión es una especie de soliloquio íntimo donde la voz poética revela las fisuras que el caos del mundo esculpen en su espíritu: “Confieso no creer en un solo padre todopoderoso. Mi inventora es Pachamama. Confieso, mi mejor razón para vivir es en armonía y rebelión.” La religión institucionalizada no le ha servido a la Mercenaria. Se nutre del vínculo sagrado con la tierra. Vive en armonía y rebelión. Parece una antítesis, pero no olvidemos la máxima de Sun Tzu en El arte de la Guerra, texto escrito para el último tercio del siglo cuarto antes de Cristo, “Quién quiera la paz, debe prepararse para la guerra.” Por eso no es extraño el lenguaje bélico del poema: “Y me entrego como bomba suicida, si tan solo pudiera renacer y explotar otra vez en el siguiente centro de corrupción”. No hay ingenuidad en la voz poética. Sabe que los sistemas son implacables; por eso afirma “Renacer, explotar, Renacer, Libertar.” Expresa la lucha cíclica, es decir, la continuidad del mal requiere la continuidad del bien.
Los poemas que siguen abordan los siguientes temas: la inconformidad con el estado de cosas que deben ser redimidas, entre ellas el maltrato a la niñez (“Prometo no besar de lengua a nadie de cinco años); un reclamo de pulcritud y decencia en los órdenes gubernamentales (“Los gobiernos son payasos, nosotros sus espectadores, se ríen burlándose de la ironía, mientras succionan el jugo hasta el gajo como bufones.”), la necesidad de gritar lo turbio desde la experiencia de la vida limpia y honesta (“Prometo echar ácido en el rostro a quien me confiese haberlo hecho.”), el redescubrimiento de los grandes modelos de nuestra historia (“Defiendo la patria junto a Albizu, ¿dónde están mis camaradas?”), abierta alusión a Julia de Burgos y su papel definitorio en la lucha por la libertad de Puerto Rico, la defensa de los derechos amatorios y sexuales que implica dar al traste con la doble moralidad de los santurrones, de los encapsulados y de los perdidos en el amor (“Confieso que me gusta una negra, descendiente  cimarrona, que me hierve la sangre y me amarra con sus pestañas.”), lo erótico explicito (“Los autos continúan pasando durante el rush hour, y me pregunto si alguien asumirá que somos las del viernes de chillería… Esta vez llueve tan fuerte que la tarde parece noche, nadie se fija en nuestro carro, ni la policía se baja a investigar. Todos quieren llegar a sus hogares y salir de estas lluvias, menos nosotras. Aprovechas para abrir tus piernas. Me las ingenio para meter mi mano en tu falda. Tu cueva se desborda como represa del Carraízo. Los gritos de éxtasis se pierden con los truenos de la tarde en la curvita del grajeo.”), el cuerpo como habitáculo sagrado (“Yo soy mi cuerpo, mi templo, mi escudo, mi prostíbulo”), y la verdad como bandera ( “Soy mercenaria y disparo las verdades de mi historia escondida”).
Mercenaria es un texto autobiográfico, auto referencial, objeto y sujeto del amor a la humanidad, a la vida, al sueño de una sociedad justa para todos y todas. Mercenaria es un evangelio, porque es una buena noticia.
Nelson Mandela, Nilda Medina, Ernesto Che Guevara, Mahatma Gandhi, Marilyn Buck, Rafael Cancel Miranda, Jesús de Nazaret, Oscar López Rivera, Teresa de Calcuta,  Pedro Albizu Campos, Juan Antonio Corretjer, entre muchos, han afirmado que un mundo mejor es posible, que la utopía de una  aurora nueva es alcanzable. A esta lista, añádase el nombre de la Mercenaria Zulma Oliveras Vega.


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