Páginas

lunes, diciembre 28, 2015

Los Mejores Libros del Año 2015 por Boreales


Felices fiestas.

Como es ya nuestra costumbre, incluimos la lista de lo que nos ha parecido son las mejores lecturas del año que se acaba, 2015.

Enhorabuena y les deseamos buenas letras también en 2016.

1. Los locos mueren de viejo (novela)
2. Queer brown voices (antología)
3. La casa en que vivo no tiene dirección (cuentos)
4. Cartas al agua (novela)
5. El abraso (cuentos)
6. Azábara (novela)
7. Borrador de autoayuda queer (ensayo)
8. Recuentos (poesía)
9. Historias para pasar el fin del mundo (novela)
10. Pajas (cuentos)

lunes, diciembre 14, 2015

Reseña sobre el libro ‘Pajas’ de Ricardo Martí Por Yolanda Arroyo Pizarro


Un corpus del desatino, de lo irracional y del absurdo
Reseña sobre el libro ‘Pajas’ de Ricardo Martí
Por Yolanda Arroyo Pizarro 

Tomé algunas clases con Ricardo Martí durante la Maestría de Creación Literaria que ofrece la Universidad de Sagrado Corazón. Muchos de sus escritos me sorprendieron, pero nada me preparó para este libro ingenioso, humorístico y a la vez triste. ‘Pajas’ es realmente una paja mental que nos cuenta la historia del mundo y quienes lo habitan, de lo inverosímil, de los absurdos del día a día y sus consecuencias. A veces se ríe, pero a veces queda esa amargura de saber uno que la existencia allí retratada es cruel. Y que se encuentra tan peligrosamente cerca.

Antes de exponernos a los 17 cuentos del libro, ‘Pajas’ se explica en este ‘Antes que nada’ del autor, en el que se nos pide reflexionar del por qué nadie se masturba mirando a las Meninas, aquel emblemático cuadro, considerada gran obra de arte, mientras comparamos razones de por qué al mundo se le hace tan interesante los pechos de una mujer. Es sublime y ridículo a la vez el exagerado poder que ejercen, y sin embargo, ahí están para recordarnos lo imbéciles que somos ante un pedazo de grasa y piel.

 El primer texto, ‘Amor en el siglo XXI’ no necesita de acotaciones ni mayores explicaciones. Es un diálogo que en tan solo una página expone la historia romántica de una pareja y de todo lo que se dicen y se dejan de decir por años de relación. La puesta en escena de la omnipotencia de un chiquillo que camina por el bosque, nos recuerda al dios al que tantos le rinden tributo en el cuento ‘Naturaleza’. En ‘La rasuradora’ quedan retratadas todas las obsesiones de las que somos capaces los terrestres; en ‘De noche en Vondel’ el amor homosexual es únicamente una más de las diferentes muestras de transgresión que carcomen los alrededores; en ‘Munchausen’, texto de los más logrados del conjunto, el autor escenifica su versión de un infanticidio desde un único y original método de narración, mientras el lector se da cuenta horrorizado que a la protagonista la aqueja el síndrome de Münchhausen, un trastorno mental que se caracteriza por los padecimientos inventados con el propósito de llamar la atención en otros. En este caso, la madre llama al hospital para que atiendan a su hijo, luego de que lo intenta asfixiar en varias ocasiones. Este cuento nos recordará algunos casos similares que se han dado en la historia en los que madres sometieron a sus crías a un infierno con tal de crear dolencias ficticias para asumir el papel de vulnerables y provocar compasión en terceras personas con esta mentira.



En ‘La nueva bandera’ se despunta todo un derroche de creatividad e imaginación. Es un cuento que personalmente le escuché leer al autor en uno de nuestros talleres de cuento y despertará la curiosidad y la simpatía de muchos asimilistas o autonomistas. ‘Las mujeres del togo’ es otra herramienta de ingenio. En el texto el autor pide al lector que le ayude a escribir el final, o cuasi final.

La neurosis que provoca Martí en los cuentos ‘Cien millones de amigos’ y ‘Milgram’ y que diseña desde los personajes que la padecen, se convierte en acertado cierre para una colección magistralmente orquestada. Los diálogos y el correcto uso del suspenso para atrapar al lector y que este no suelte el cuento, arropado a su vez por la neurastenia de querer saber el final, le permiten a ‘Pajas’ funcionar como un corpus del desatino, de lo irracional, del absurdo.

Enhorabuena a este escritor que se adentra en nuestra tradición literaria.

Reseña sobre el libro ‘Borrador de auto-ayuda queer y otros ensayos raritos’ de Lisette Rolón Collazo


Sobre borradores y manuales de auto ayuda revolucionarios
Reseña sobre el libro ‘Borrador de auto-ayuda queer y otros ensayos raritos’ de Lisette Rolón Collazo (Editora Educación Emergente, 2015)
Por Yolanda Arroyo Pizarro 

¿Y si soy niña que se mira al espejo y no se encuentra? Y no se encuentra por tu estúpida definición de ser niña, de tener que servirte, de ser inferior…
“Lo que no soy”. Performance escrito por Yolanda Arroyo Pizarro
y escenificado por Zulma Oliveras Vega
para el CLIQ Congreso De Literatura Queer 2015 en UPR Carolina, PR


Jossiana Arroyo, Elizabeth Crespo-Kebler, Efraín Barradas, Rubén Ríos Ávila, Jocelyn Géliga, Lourdes Torres, Mónica Lladó, Arnaldo  Cruz-Malavé y Lawrence La  Fountain-Stokes son algunos nombres de críticos y cronistas que me han hecho crecer en el entendimiento de lo que es la sexualidad anti heteronormativa, la sexualidad combativa, lo queer. Y lo hacen desde el panorama cultural artístico y literario puertorriqueño, uno de mis frentes favoritos. Desde sus incursiones academicistas hasta sus opiniones certeras que con cierta regularidad algunos publican por las redes sociales, estos nombres son brújula y compás para seguirle el paso al mapa de las construcciones y deconstrucciones orgánicas que se permean en los textos literarios con resonancia LGBTQ. Lisette Rolón Collazo, quien desde hace años ya esboza una denuncia contundente desde la gestoría de su editorial y la colección Queer-y, a la misma vez que ‘la monta’con el congreso Del otro lao en Mayagüez, viene a convertirse en parte referencial de ese grupo de valientes que pone por escrito un corpus teórico, vivencial y confesional sobre lo queer puertorriqueño.

Su más reciente libro ‘Borrador de auto-ayuda queer y otros ensayos raritos’ es esencial para el entendimiento de lo que muchos llaman ‘el pato y la pata boricuas’, ‘maricones y mariconas portorricensis’. Sabiéndolo, o sin saberlo, Rolón Collazo ha construido uno  de los libros más importantes de las letras puertorriqueñas. Incluso la prestigiosa autora y reseñista Marta Aponte Alsina ha dicho en días recientes lo siguiente sobre esta publicación:

«Si yo tuviera la arrogancia necesaria para hacer listas de libros "del año", este libro estaría en mi lista. Sí creo tener el entusiasmo necesario para reconocer a una escritora de gran aliento: Lissette Rolón Collazo. Este libro tiene muchos pasajes, muchas entradas y fuentes teóricas; lecturas, experiencias, afectos y pensamiento. No se notan las costuras porque se conjugan en la vida de una autora brillante, que es también mujer valiente y militante. De voces como la suya se ha servido siempre la nación puertorriqueña, voces que ya no pueden silenciarse, porque silenciarlas nos empobrece, nos disminuye, nos subordina. Pensemos en una nación queer, donde se celebren a plenitud la vida irreductible, la excepción a la regla; pensemos en una nación con rasgos gay, es decir, con vocación de alegría. Que viva Puerto Rico independiente. Que viva Puerto Rico libre.»

Durante la presentación del libro el pasado viernes 11 de diciembre de 2015.


En efecto, he leído este ‘Borrador de auto-ayuda queer y otros ensayos raritos’ y me veo reflejada en él. Toda mi bisexualidad, todo mi lesbianismo, todo mi pansexualismo. Veo a mi comunidad, a los que se han ido y a los que se han quedado; veo nuestras luchas, nuestras dolamas y nuestros aciertos. El “manual de auto ayuda” de Rolón trabaja muy ingeniosamente y muy elocuentemente las voces de la comunidad queer desde varios referentes necesarios y cuyas discusiones aún necesitan ser vocalizadas.

Ángela Alfarache en Identidades lésbicas y cultura feminista ha dicho: “El lesbianismo puede ser un hecho subversivo y de resistencia como forma de reacción y enfrentamiento con el poder”. Lo que dicta Alfarache es corroborado en las 84 páginas del ‘borrador’ de Rolón Collazo. Desde el prólogo en que se nos explica —muy a lo Paco Vidarte y su Ética marica— el uso y el contexto de la palabra queer en suelo boricua (“lo queer engloba una multiplicidad de prácticas contra-corriente que retan el sistema heteronormativo en toda su amplitud y complejidad siniestra”), hasta el cierre del libro con el ensayo “De la @ a la x”, dedicado a Gaddiel Ruiz Rivera porque este fue “el primero en pedirme que escribiera sobre la @ y la x”. En él intercala los valores de la lingüística a la hora de hacer revolución anti patriarcal.

La autora y su idea del cuerpo, y del amor lesbiano y homosexual, como entidad que se puede concebir para liberar un régimen hegemónico, edifica la identidad sexual subversiva para que desde el cuestionamiento se libere a la sociedad de la normatividad sexual represiva. Nos cuenta sobre las salidas del clóset, sobre la enfermedad de gente queer ancianos, de parejas que son hospitalizadas y a las que se les restringe el acceso por el asunto “ilegítimo” de no ser straight, el uso de los vocablos pata, pato, marica, los ritos y el matrimonio igualitario, sobre la muerte y lo profano-sagrado queer, etc.

Mónica Lladó escribió sobre este libro para el periódico digital 80 grados una reseña extraordinaria, de la que citaré lo siguiente: “Los ensayos ponen el dedo en las llagas de la homofobia, la inequidad y la discriminación que en Puerto Rico les niega a las personas sus derechos, solamente por amar, ser y estar desde lo raro. Los escritos transitan por diversas reflexiones en torno a la injusticia, el discrimen, y la violencia que se manifiestan en el ámbito de la familia y en la sociedad, ya sea en la enfermedad, la vejez y hasta en la muerte.”(http://www.80grados.net/la-praxis-solidaria-de-lo-raro-en-borrador-de-auto-ayuda-queer-y-otros-ensayos-raritos/#sthash.mU3DrzYG.dpuf)



Mi ensayo favorito del libro de Rolón es aquel de la página 48, no solo por la emotiva dedicatoria, sino porque se trata de un planteamiento que me define. El mismo se titula: “Discriminaciones que se niegan a decir su nombre”. El juego del título para hacer referencia al libro Un amor que se atrevió a decir su nombre. La lucha de las lesbianas y su relación con los movimientos homosexual y feminista en América Latina de Norma Mogrovejo me fascina por demás. En su ensayo, Rolón menciona: “La patería está también maldita. No importa lo que se ha luchado y logrado: seguimos siendo blanco de queerfobia cotidiana que campea por su respeto en todas partes, en todas las instituciones, en todos los resquicios de esta bendita sociedad hetero por decreto. De poco nos sirve que tengamos una que otra famosa a quien tratan bien. Siempre abunda el insulto para la multitud anónima” (49). Acto seguido añade: “si eres pata, negra, gorda, de clase media para abajo —bien abajo— y vieja, para colmo, más te valiera no haber nacido. Y si además eres independentista y libre pensadora, peor todavía. El coro de prejuicios se te impone como una maldición de siglos. ¿Cómo se te ocurre existir en este mundo tan blanco, tan esbelto, tan bien matrimoniado, tan de gente de bien, tan conservador y colonial?”


Gracias, Lisette, por estas letras necesarias.

jueves, diciembre 10, 2015

Lee las primeras páginas de la novela 'Violeta' de Yolanda Arroyo Pizarro aquí...

I wish I knew how to quit you.
— Jack Twist in Brokeback Mountain 




Un color. Una mujer. Una flor. Una tía cómplice. La traducción de un nombre desde el idioma griego. Un primer beso, sentadas ambas en los asientos del auto prestado que ha facilitado el padre. El padre violador. El progenitor culpable que lo presta todo, que lo permite todo, que lo facilita todo con tal que no se entere la esposa, los otros hijos, la familia; con tal que la sospecha no vuelva a llegar a los oídos de la tía encubridora, cómplice por permanecer en silencio. Eso es lo que significa ‘violeta’. Un color. Una mujer. Una flor. Una tía cómplice. La variación de un nombre desde el calco idiomático griego del latín.
Toda la historia es contenida en ese segundo en que la mirada retadora de Violeta me observa. Violeta levanta la ceja, advirtiéndome. Somos contrincantes, parece decir. Y lo que es peor, parecemos decir ambas yo voy a ganar.
Aquí estamos. Una frente a la otra, gladiadoras. Dos muecas antipáticas que retozan en el juego de poder. Dos estelas, acaso devastadas, siendo perseguidas por la cola de un cometa y sus escombros. Vita Santiago es el escombro, es el asteroide que colisiona, es lo que nos mantiene conectadas a un odio ancestral.


Los pedazos de antimateria flotan y Vita es la mujer en el medio, botín de guerra. Ruinas que sobrenadan el espacio inaprensible de nuestros ojos rivales. ¿Será demasiado pretencioso pedirle a ella, a esa otra, que se levante y se marche? ¿Será demasiado jactancioso levantarme y largarme yo? ¿Seremos un cliché peleando por una mujer a la que se pretende amar, quien a su vez pretende o suponemos que solo ama a una de nosotras?
Vita Santiago es la manzana de la discordia, y allí estamos sentadas su mujer y yo, frente al escaparate de un restaurante en Condado.


Respiro y mitigo la tentación de llevarme la mano al cuello para tomarme el pulso desde la vena de la nuca. Estoy afectada. Ella también lo está. A mí me encabrona su pelo lacio, largo, como el de las Miss Universe, y el tatuaje en su hombro derecho adornado con pétalos de orquídeas que asemeja una W, porque es el símbolo de la unión de la primera letra del nombre de ambas: Vita-Violeta. V y V. Un binomio que no puede ni debe permitirse. A ella es obvio que le molesta mi afro, los rizos despeinados que sobresalen del mismo y la intensidad de mi color de piel, negra bien negra, casi brillosa, y de seguro hasta mis libras de más. Es posible que eso último sea lo peor, lo que más la saca de quicio, dado el mantenimiento intensivo de abdominales pronunciados y piernas torneadas por el ejercicio cardio-pulmonar al que semanalmente se somete ella.
Más de una vez se habrá convencido de lo imposible de mi superioridad sobre sus ventajas. Gracias a mi no-esbeltez piensa que soy fácilmente desechable. Piensa o pensaba, porque si está aquí, frente a mí, luego de haberme pedido esta audiencia, es obvio que duda. Es obvio que no está segura de ella ni de sus tretas para mantener a su lado a Vita Santiago.
A pesar de mi visible voluptuosidad, de mis carnes grandes de mujer grande, de mis caderas y amplios glúteos cual venus de hotentote, y de las estrías que ella no puede ver gracias a las telas de mi atuendo, la esposa de Vita Santiago me teme.
Teme a mi seducción. Teme a mi astucia. Teme a los años de relación intermitente que me dan delantera. Porque ella, la doncella de la perfección estética llegó ayer, como quien dice. Son dos años de estar juntas, a lo sumo, si mal no recuerdo. Pero yo he estado aquí por más de veinte. Queriendo y sin querer. Jugando incluso el papel que ahora ostenta ella, el de esposa oficial. Y jugando el rol de amante pasajera, o de querida exótica, y hasta el de concubina geisha.  
Y para Violeta no es nuevo este asunto. Este asunto que tiene que ver conmigo. Vita Santiago le habló de mí tan pronto se conocieron. 



Tengo una situación complicada con una mujer que vive en Puerto Rico, te dijo durante la segunda cita. Y tú, Violeta, no te habías quedado atrás. Le dijiste que estabas casada con un piloto comercial. Casada y con un hijo. Un hijo que era de la primera esposa fallecida de él, y al cual tú habías casi criado, convirtiéndose aquello en una situación perfecta para ti que siempre habías deseado hijos, pero que no estabas dispuesta a embarazarte porque eso te dañaba la figura.
Ahora de seguro estarás comparando tu belleza refinada de tez morena clara, “trigueña” como la llaman tantos, con mi ordinaria piel prieta, con mi papada, con mis cachetes. Y de seguro te preguntarás qué ve Vita en mí. Qué sigue buscando aquí, entre estos muslos de textura de naranja. Al parecer es algo que tú no puedes darle. O si se lo das, se cansa de manera facilona y regresa a mi pulpa de parcha granulada. No lo entiendes, Violeta. Te miro con intensidad mientras pides el vino de la casa y me doy perfecta cuenta de que no lo entiendes. Ni lo entenderás.
Pienso que la conversación que nos disponemos a tener esta mujer y yo es un ejercicio fatuo, irremediable, que no nos llevará a ningún lado. Pero igual he accedido a encontrarme con ella por dos razones.
La primera es el desosirio  que siento en su voz cuando llama a mi oficina a principios de semana. Suplica que nos veamos. Dice que viajará desde el hogar que comparte con Vita en Estados Unidos porque le urge que hablemos de una buena vez. Mentirá sobre las razones de su viaje; dirá que se encuentra obligada a ver a alguien de la familia en Ponce. Tiene parientes en el sur de la Isla. Enfermará o matará a alguna tía abuela o prima segunda lejana.
Llora al teléfono. No puedo evitar decir que sí, levemente conmovida. La segunda razón por la que acepto, con algo de perturbación, es que tengo curiosidad por saber detalles del proceso de gestación de ambas, al que se expusieron el año pasado para tener a sus dos hijas. Siento morbosidad por descubrir algunos detalles. Vita no los menciona todos durante algunos de nuestros encuentros.
Viajo a verla en tres ocasiones: justo después de que se insemina, cuando cumple el primer trimestre de embarazada y luego a sus seis meses. En todas las ocasiones hemos hecho el amor, pero no he podido obtener de ella una confesión honesta sobre por qué ha accedido a dejar a un lado su estereotipada y por demás consabida actitud masculina para gestar vida en su vientre. Y eso me intriga. Quizás algo que diga su mujercita me lo aclare.


Mientras ordeno una copa de champaña al mesero, noto con el rabillo del ojo que Violeta me estudia. Pienso en todas las ocasiones en que ha debido descartar mi presencia como amenaza sintiéndose superior, con total ventaja, y sin embargo… sin embargo aquí está ahora, citándose conmigo, demostrándome sus inseguridades y dejándome saber cuánto teme. Porque teme. Teme perder a Vita Santiago. Por eso me ha citado aquí. Por eso ha viajado desde Castro, San Francisco. Por eso ha dejado la comodidad de su hogar amplio, de cuatro cuartos, aire acondicionado, calefacción  y piscina. Ha dejado a sus hijas bajo el cuidado de la niñera, la propia Vita, sus padres, abuelos consentidores, para volar y venir a verme. Quiere mirarme a la cara. Quiere decírmelo a los ojos. Ella. La mujer cuyo nombre es Violeta. Un color. Esta mujer sentada frente a mí. Una flor.  Como la primera que me regaló alguna vez Vita.
Pienso además en que Violeta es también el nombre de la tía cómplice que guardó silencio durante nuestra adolescencia cuando se enteró de lo que le hacía el padre de Vita Santiago a esta. ¡Cuánta coincidencia! Violeta es también la traducción al español de un nombre de raíz grecolatina: Iolante.
Mi nombre es Iolante. Esa soy yo. Ion significa violeta, ante, anthos significa flor. Pareciera que Vita Santiago colecciona todo tipo de violetas a su paso.
Y pensar en Vita Santiago, es pensar en nuestro primer beso, sentadas ambas en los asientos del auto prestado que ha facilitado el padre. Tenemos diecisiete años y salimos de la discoteca.






El primer beso lésbico de tu vida, te lo da tu mejor amiga. Aquella que sabe que eres heterosexual, que te asegura que respeta eso y que no cruzará líneas, aunque te aclara en cada oportunidad que te encuentra extremadamente atractiva.
Tu mejor amiga es aquella que te abraza y te permite llorar por el novio que te ha sido infiel. Es la que promete convencer a su padre de que te pague el colegio privado, para que no tengas que regresar a la escuela pública en el último año de high school debido a que en tu casa no les da el dinero para tu educación privada del año entrante. Es la que sabe de tu curiosidad hacia las chicas— ya se lo has confesado antes— pero te dice, con cierta astucia emocional que ni te avientes, que no vale la pena. Las mujeres son muy complicadas de por sí, y si encima entra una en relación amorosa con otra, la complicación es exponencial. Demasiado lío, te aclara.
Tu mejor amiga es también la que te acerca un ramo de lirios cala, de violetas africanas, de orquídeas de vainilla —que de seguro no ha podido comprar ella— la tarde en que celebran tu cumpleaños número diecisiete. La misma tarde en que se van a Viejo San Juan a celebrar, y la noche las encuentra metidas en una discoteca en la que bailan juntas, seductoras, para sorpresa de muchos presentes moralistas que se quejan con el manager porque entienden que ese tipo de comportamiento pertenece a otros lugares con una demografía más open. Y las echan. Caminan abrazadas, adoquines abajo, por las calles de la ciudad amurallada.
Esa es tu mejor amiga. La que responde en la afirmativa cuando suplicas, cerca de uno de los callejones, que te bese, que ya no soportas más. Es la que te dice, aquí no, puede pasarnos algo. Y te lleva hasta el auto prestado. Allí sella la promesa que desde hace tiempo y en silencio, se vienen haciendo.
Es la que se dedica a adorar tu cuerpo adolescente toda la noche, a abrir las cuencas con sus manos, esa nueva y desconocida genitalia que ahora se convierte en tu vicio. Vita Santiago te dice a toda hora, desafiando todo pronóstico, que eres la mujer más bella del mundo, y que portas el color violeta más adorable del planeta. El negro más negro y más aceitoso; el afro avoraginado más deseable, más mullido; el pubis más terso y acolchonado.

Vita se esmera además en encontrar similitudes de tu nombre en otros referentes y eso te endiosa. Para ella Eres la guardiana de Hércules, el subplot de Iolante y Calypso, un poema de Phillip Massinger. Hitopadesha, el folclor bengalí, un fragmento del Decamerón de Boccaccio, la ópera de un acto de Tchaikovski. Eres el personaje de La revuelta de Afrodita, tres especies de insectos, un ancestro de Poseidón y la mutante del universo X-men. Eres el prodigio lila, te dice al final de todos y cada uno de estos hallazgos, la jugosidad violeta.

La continuidad electrizante de nuestros discursos literarios en la FIL Guadalajara 2015


Pienso en la FIL Guadalajara y en la continuidad electrizante de los discursos literarios de todos nosotros, los escritores, esta especie de “ser humano” que no es feliz sino escribiendo, leyendo, metido entre libros todo el tiempo. Somos una criatura extraña, exótica, cautivante. Somos eso que una vez describiera Salman Rushdie y que desde 2010 se convirtiera en la cita que inicia mi novela ‘Caparazones’: “The human being is a storytelling animal, or, actually, the storytelling animal; the only creature on Earth that tells itself stories in order to understand what sort of creature it is.”



Una criatura que cuenta historias: Por Yolanda Arroyo Pizarro, novelista afropuertorriqueña


Autores del País narran sus experiencias durante su estadía en la FIL- Guadalajara

sábado, 5 de diciembre de 2015 - 12:00 AM


La fotógrafa de escritores Lisbeth Salas, como ya es reconocida en este recinto literario de la FIL Guadalajara, me pide que pose así o asá. Me invita a que me acerque o me retire, a que alce el mentón o despeine con mis dedos el afro que hace las veces de mi cabello. ‘Coloca tu mano derecha cerca del rostro’, me invita. ‘Ahora con tu mirada, búscame’, añade. Salas sabe manejarse en su oficio. Lo sabe a la perfección.

Lo que no sabe es que mis ojos la han abandonado para encontrarse con los de Salman Rushdie, que viene caminando a lo largo de la terraza del Salón de Autores de la FIL. Rushdie camina en medio de una caravana de guardaespaldas, pero eso no lo detiene para regalarme unas palabras: ‘Great photo’, pronuncia y me guiña un ojo, mientras sigue su andar hasta llegar tras bastidores a la sala en donde presentará su más reciente novela.

Aquella frase bastará para que Lisbeth y yo, entre risas, nos disputemos de manera generosa la atención del autor de “Los versos satánicos”. ‘Que le gustan las morenas y por eso te encuentra tan fotogénica’ —dice ella. ‘Que le encanta tu trabajo fotográfico’—alego yo e insisto que en realidad lo que Salman ha querido decir es: ‘Great photo… grapher’, pero que se ha comido las últimas sílabas sin querer y por la prisa.



Antes de ese encuentro, ya he visto y disfrutado de Rushdie durante su conferencia magistral sobre Scherezada, y hemos compartido algunas frases tomando tequila en el Salón de Autores, mientras muy amablemente ha accedido a firmarme dos de sus libros. El tequila es el agasajo popular a toda hora en la FIL. Los mozos te lo sirven en el desayuno, el almuerzo, la cena y los entremedios. Se te acercan amistosos y en vez de café, te preguntan: “¿Un tequilita?”.



Pienso en la FIL Guadalajara y en la continuidad electrizante de los discursos literarios de todos nosotros, los escritores, esta especie de “ser humano” que no es feliz sino escribiendo, leyendo, metido entre libros todo el tiempo. Somos una criatura extraña, exótica, cautivante. Somos eso que una vez describiera Salman Rushdie y que desde 2010 se convirtiera en la cita que inicia mi novela ‘Caparazones’: “The human being is a storytelling animal, or, actually, the storytelling animal; the only creature on Earth that tells itself stories in order to understand what sort of creature it is.”

Pienso en la frase y en el día 29 de noviembre de 2015, el día en que nadie se salvó del cuerpo. La literatura puertorriqueña fue la protagonista de la conferencia “Del cuerpo nadie se salva: erotismo y literatura en el Puerto Rico actual”. El junte se llevó a cabo en horario estelar, 7:00 pm, en el Salón Alfredo Placencia, planta alta de la Expo. Pienso en todo lo que dijimos Roxana Matienzo, David Caleb Acevedo, Ana Teresa Toro, el moderador Alejandro Álvarez Nieves y yo. Pienso en que por más de dos horas, entre nuestras intervenciones y las inteligentísimas preguntas de los lectores que nos acompañaban, intentamos definir qué tipo de criatura somos.



Escribir literatura en Puerto Rico en 2015, es un acto continuo de rebeldía y definición. Somos criaturas escribas, somos criaturas apasionadas, criaturas eróticas. Inventamos, conformamos y creamos personajes y mundos que nos identifican. Ana Teresa Toro, por ejemplo, destacó el hecho de cómo la literatura erótica es un reflejo de la situación colonial que se vive en nuestra Isla. “El cuerpo erotizado es un filtro para entender otras cosas que tienen que ver con el lugar de dónde venimos”, puntualizó.

David Caleb Acevedo conversó acerca de cómo en su literatura erótica se coloniza el cuerpo (se colonizan patológicamente los cuerpos) y cómo se ataca de forma infecciosa a las criaturas que sobreviven esa colonización isleña, desde el cuerpo explorado e inexplorado. Alejandro Álvarez Nieves dominó muy democráticamente la moderación de la mesa y fue aplaudido cuando hizo énfasis en el idioma, acaso los idiomas que se hablan en Puerto Rico, y los variados intentos de subsistencia lingüística que se masacran o no diariamente en la colonia.




Roxana Matienzo destacó en su ponencia el rescate del erotismo sugerido, más bien que abiertamente descrito, en un directo contrapunto a las propuestas de Acevedo, Toro y mías incluso. Habló además de cómo un escritor tiene la responsabilidad de seducir al lector constantemente, acaso definiendo la identidad de la criatura que es o no es.

Pienso además en lo que a viva voz dije yo, y que sacó en principio algunas carcajadas, pero también una reflexión profunda entre los asistentes: “¡Estoy tan buena; yo estoy tan rica que nadie se me puede resistir!... Hablo acerca del cuerpo de la mujer colonizada; hablo de las mujeres nativas que fueron erotizadas sin permiso por los conquistadores, de las taínas y esclavas negras violadas. Eso es lo que parece pensar el opresor, el conquistador abusador macho, incluso el machista violador de la actualidad: "No puedo resistirme, ese cuerpo de mujer me provoca, ella es la culpable, ella y sus curvas, ella y sus pechos, y su entrepierna...". Lo sucedido durante la época de la conquista, no es nada distinto a lo que sucede hoy día. Y esto es lo que hay que denunciar. Esto es lo que denuncio en mis libros”.


Pienso en las criaturas escribientes que somos aquellos que asistimos en plan de autor a una actividad tan inmensa y tan intensa como lo es la Feria Internacional de Libro de Guadalajara. Pienso en quién soy y en cómo soy, pero más que todo pienso en el extraordinario privilegio de coincidir con tantas mentes que desde sus literaturas gestan y cambian el mundo en el que vivo. Eso también is a great photo.

Fotos: Zulma Oliveras Vega


La gesta de Guadalajara: Por Mayra Santos-Febres


Autores del País narran sus experiencias durante su estadía en la FIL-Guadalajara 2015     
Por Mayra Santos-Febres / Especial para El Nuevo Día
Fuente original: http://www.elnuevodia.com/entretenimiento/cultura/nota/microcronicalagestadeguadalajara -2136524/

Llego como siempre llego a la FIL, electrificada. Es el 30 de noviembre. Son las 11 de la mañana y me toca sesión todo el día. El taxi me deja justo en frente del recinto ferial y se me expanden las pupilas. Sé muy bien a lo que vengo. Desde los 28 años lo sé. Esta no es la primera vez que me toca participar en la feria del libro más importante del mundo hispano. La más grande, además.
En la FIL participan más de 2,000 exhibidores, están invitados 200 autores. Las mesas de debates, actividades y congresos para profesionales, presentaciones de libros, visitas a escuelas y premios no caben en la imaginación. ¡Son tantas! El inicio de esta feria fue modesto, como suelen serlo todas las iniciativas de promoción literaria y de fomento a la lectura.

A la FIL Guadalajara le tomó 29 años convertirse en el goliat que es ahora. El año que viene celebrarán su 30 aniversario. Yo, la verdad, no sé a qué divina suerte le debo la experiencia de haber participado en este ruedo desde mis 28 años. Crecí y me hice escritora yendo y viniendo de la FIL. Esto me ha dado una perspectiva amplia de lo que es ser escritora en el siglo XXI. No basta con escribir buenos libros, estar bien preparada, hablar bien en público. Se trata de insertarse en un circuito profesional internacional. Ayuda si provienes de un país con tradición de presencia literaria. Si tu país no está presente en este circuito, no importa cuán bien escribas. Simplemente no existes. Debes estar tú y tu país. Tienes que representar una literatura. Debes estar tú, tus editoriales, otros autores que configuren un “corpus” de lo que es la “escena literaria puertorriqueña”. Si no, desapareces.





El circuito del que hablamos es inmenso. Parece que no, pero sí. El español es lengua oficial en más de 28 países y la segunda lengua más hablada en el mundo. No es el inglés, es el español. Según proyecciones, para el 2050, Estados Unidos será el 2ndo. país de mayor hispanohablantes en el mundo. Esta cifra importa. Si antes la lengua era la compañera del imperio, ahora es la del comercio en el mundo global. Se estima que el 15% del producto interior bruto de un Estado está vinculado a la lengua. Por eso, los índices macroeconómicos de un país están vinculados al peso y potencial de su lengua oficial.


En español es potente, va en crecimiento y crea movimiento económico. La lengua, y por ende, su literatura, es una de las mayores fuerzas vinculantes para el desarrollo de una economía. La mera presencia de Puerto Rico en la Feria del Libro de Guadalajara es importante para el futuro desarrollo económico de Puerto Rico.
Me crié como escritora enredada en los tentáculos de la FIL Guadalajara, en su radio de acción. Gozo de afectos y de complicidades muy estrechas que nacieron precisamente en esa feria. Fui por primera vez en el 1998, como parte de una delegación boricua nutrida, cuando Puerto Rico fue invitado como país de honor. Regresé en el 2002, presentada como voz potente de la comunidad latinoamericana por el gran crítico peruano Julio Ortega. Participé junto a Jorge Volpi, Santiago Gamboa, Edmundo Paz Soldán, y otros escritores de fin de milenio en mesas a partir de entonces.

En la FIL conocí y trabajé junto a Rosa Beltrán, Premio Planeta del 1998, en un sinfín de proyectos. He fungido como jurado de varios de sus certámenes. En el recinto ferial de Guadalajara me reuní y me reúno con viejos y nuevos cómplices de las letras. Por eso tengo claro, clarísimo a lo que voy. Voy a trabajar de escritora y gestora cultural. Voy a venderme a mí y a mi país, como hacen los duros del ring de la FIL Guadalajara. Empuño mi arma certera, la que siempre me ha abierto puertas en este escenario: mi cerebro. Además, después de arduos trabajos y de terquedad inquebrantable, llego bien acompañada.


Conmigo viaja una modesta comitiva compuesta por los mejores cerebros literarios de mi país. Me hubiese gustado que fueran más, porque si algo sobra en Puerto Rico es talento literario. Pero el apoyo financiero que logramos a partir del Festival de la Palabra del 2015 no dio para más. (Quizás logremos mayores auspicios para el año que viene). Somos pocos, pero representamos bien el potencial de capital social y creativo de la isla. Me esperan 5 horas corridas de entrevistas con los medios del mundo iberoamericano y luego 2 días de citas con editoriales, directores de ferias y festivales iberoamericanos. Aquí se viene a trabajar duro. Por eso llego lista para la batalla.

Mi primera entrevista fue con la Jornada de México. Luego le siguen entrevistas con Chile, Panamá, radio local de Jalisco, otros dos medios mexicanos, otra entrevista de radio. Dan las seis de la tarde. Salgo a comerme alguito y a prepararme para la presentación de mi nueva novela “La amante de Gardel” que es a las 8 de la noche. El escritor mexicano Luis Felipe Lomelí me hace la gracia de presentarme en horario estelar. El día antes y también en horario estelar, Yolanda Arroyo, Premio ICP 2015 en cuento, David Caleb Acevedo, Premio ICP del 2014 en cuento, Ana Teresa Toro, periodista y  revelación en novela del 2015 y Roxana Matienzo, con una novela que resultó tercera en ventas en Puerto Rico según encuesta de Libros AC 2015, mantuvieron embrujados a un auditorio lleno  por más de dos horas corridas. Su mesa “Del cuerpo no hay salida: literatura y erotismo en Puerto Rico” fue todo un éxito. La mesa fue moderada por el Premio de Poesía 2011 del Nuevo Día, Alejandro Álvarez Nieves.


Los días subsiguientes, la delegación boricua siguió sentando pautas de excelencia en sus presentaciones. Sergio Gutiérrez, Premio ICP de novela 2014 y  Nuevas Voces del Festival de la Palabra 2015, participó en mesas de la sección “Latinoamérica Viva” de la FIL Guadalajara, al igual que lo hizo Yolanda Arroyo. En estas mesas, la FIL presenta a su público lo más selecto de la literatura latinoamericana actual. El 1 de diciembre se presentaron los Premios Las Américas y el Premio Nuevas Voces al público mexicano. Mientras tanto, cada mañana de nuestra estadía, los escritores de la delegación puertorriqueña partían a participar de encuentros con jóvenes del programa escolar “Ecos de la FIL Guadalajara”. Este programa se dedica exclusivamente a crear nuevos públicos lectores.

Pero la estrategia de representación de la avanzada boricua se extendía más allá de presentaciones de autores. Con nosotros viajó José Luis Cedeño, productor general del Festival de la Palabra. Ni tonto ni perezoso, José Luis se ocupó de contactar periodistas y editoriales  para ofrecerles a Puerto Rico como destino editorial y, a la vez, para ofrecer a autores puertorriqueños para engrosar fondos editoriales y ferias literarias. Su agenda fue certera y rindió frutos. Como resultado de las gestiones de representación de la delegación puertorriqueña se lograron resultados que sólo se logran de manera presencial: invitaciones de autores puertorriqueños a cuatro Ferias Internacionales (Oaxaca, Yucatán, Panamá, Costa Rica), oferta de coedición de antología Panamá-Puerto Rico, oferta de publicación de un libro de crónicas, entrevistas de autores con editores internacionales.

Más importante aún, contenta con nuestro desempeño, la gerencia de la FIL Guadalajara repitió su invitación a Puerto Rico. Quieren que durante el 2016 vuelva una delegación de escritores, esta vez más amplia. Para el 2016 y de cara a su 30 aniversario, la FIL Guadalajara quiere además que regresen los quioscos editoriales durante su jornada de exposición y venta de libros, como en los viejos tiempos. Hace rato que quieren que las editoriales de Puerto Rico vuelvan a la FIL. De buena tinta sé que ya hay gente moviéndose para lograrlo. Nosotros no fuimos más que una embocadura, el entremés de ese regreso que se gesta desde las instituciones editoriales que nos representan.
De una manera vertiginosa corre el tiempo. Se multiplican las entrevistas. No cesan las citas, los cafés, las conversaciones que proponen complicidades y proyectos en conjunto. El mundo hispanohablante viene a la FIL a eso. A vender, comprar, entrevistar, confabular, imaginar nuevos libros, nuevas presentaciones, nuevas maneras de entrelazar nuestras comunidades lectoras. Casi no hemos dormido. Llega el 3 de diciembre. Es hora de regresar a la isla.


El mundo literario sólo se conoce desde adentro. Hay que estar bien adentro para entender de qué se trata este circuito. En países periféricos como el nuestro, muchos todavía piensan que escribir es un “ejercicio intelectual y académico”, una aportación a “la tradición literaria nacional” o la defensa de una “identidad lingüística”. No niego que todo esto sea cierto. Sin embargo, si algo me recuerda cada año la FIL Guadalajara es que escribir es algo muy concreto. Es insertar a un país en el mundo. Este mundo es muy particular porque mediante el embrujo que es la literatura, de repente, un país se vuelve real. Significa para el mundo. Se “devela” su ubicación geográfica, su historia política, su potencial económico.

Siempre he pensado que sin Puerto Rico el mundo (y aquí me refiero al mundo entero, hable la lengua que hable) está incompleto. Tamaño es el valor que le asigno a mi pequeña esquina de universo. Porque creo en Puerto Rico, me tiro la maroma de fabularlo y de presentarlo al mundo todas las veces que sea necesario. Insisto en que es tarea de todos instaurar a nuestro país en la cosmovisión internacional. Por eso, este año regreso a la Isla muerta de cansancio, pero contenta de haber cumplido con la tarea. Ahora es cuestión de sostenerla. Gracias al cielo que cada vez hay más boricuas con quien compartir la encomienda.


Fotos: Zulma Oliveras Vega