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jueves, noviembre 30, 2006

Los abandonados


Imagen por Joy Phim




Soy una abandonada. Me cuesta decirlo, pero lo soy. No me ha sido simpático aceptarlo, incluso después de tanta terapia sicológica.

Que tu propia madre, a quien se supone le caigas bien desde que te trae al mundo, te haya dejado con otros para irse de parranda perpetua, no es un sentimiento para nada complaciente. Es la primera vez que lo acepto así, sin tapujos, sin etiquetas eufemistas. La cabrona me abandonó, se fue y me dejó, pero al menos, para mi fortuna, fui a tener a buenos brazos, a los de mis abuelos.

Entro en esta reflexión intimista porque hoy, precisamente, hicieron un círculo de oración en el lugar de trabajo a donde fui a dar un taller. Vega Alta. Estuve conduciendo desde las cinco y media de la mañana para evitar el tapón y llegué tan temprano que luego tuve que sentarme en el auto a esperar como tres horas. No me fue tan mal la espera. Escuché radio y me leí el manuscrito de un gran amigo a quien veré el viernes. En fin, lo del círculo de oración ecuménica era un acto de solidaridad por las víctimas de la violencia doméstica. Mientras todos bajaban las cabezas y oraban, unos en voz baja, otros en voz alta, otros con estruendos, dando saltitos y levantando sus manos, yo preguntaba ¿dios, dónde estas, por dónde andas?

Por supuesto que reflexioné y pedí lo imposible en algo así como un rezo malogrado: que no murieran más mujeres ni que sufrieran por el abuso físico o verbal. Ya estaba bueno, pero seamos honestos. Es un pedido sordo a una deidad sorda que se empeña en ignorarnos. Quizás es como dice mi amigo y colega escritor Isaac Cazorla: Dios es una mujer incomprendida. O quizás deba irme mejor por la línea del gran Carlos Esteban Cana cuyo fabuloso trabajo acaba de publicar en Bocetos de una ciudad silente: Día Internacional contra la Violencia de Género: Breves y sencillas reflexiones acerca de una epidemia. No sé, es todo tan confuso.

Imagino que habrá más abandonados como yo, con mejores o peores historias, que también se preguntan si es violencia este abandono injustificado. No lo entiendo. Siempre fui buena chica, siempre saqué buenas notas, nunca salí embarazada en la adolescencia e incluso esperé hasta los 17 para perder el himen. A pesar de eso, no me quisieron, no me quiso la mujer que me cargó nueve meses dentro de ella. Es algo que nunca entenderé. Sin embargo, ser parte del grupo de abandonados me convierte en un paria. Soy parte de una raza peculiar, soy una excluida. Quizás mi fobia a las pérdidas tendrá algo que ver con ello. Quizás, a partir de hoy, me haga bien comportarme a la altura de ser una abandonada más en el mundo. Aceptar el asunto. Actuar en conformidad.

Ficciones sobre el Cantar del gallo


Imagen por John Nieto



Me voy por ti, me voy por mí, me voy por nuestras familias. Se le olvidó añadir, llegué por ti, llegué por mí, llegué por las ganas de volver a querer tenerte entre mis brazos, después de trece años. La Reconquista del territorio virgen que siempre me ha pertenecido. Porque, de nadie más eres o has sido. Soy yo. Dueña y señora de tus orgasmos desde que aquella tarde te dolió la barriga saliendo de la clase de educación física. Y yo te miré. No como siempre, distinta. No como cuando te contaba que tocaba y me dejaba tocar de las vecinitas y las primas y tú, con aquellos ojos grandes, sorprendida, me confesabas que a ti, ni tu novio te había cogido una teta. Eras muy nena, muy naif. Y me dejabas informarte de mis aventuras y desventuras con las de mi mismo sexo. Quedabas mala, lela, atolondrada, pero querías seguir sabiendo y de vez en cuando, me lanzabas el comentario aquel de que eras mi mejor amiga y de que no me juzgabas. Que hiciera con mi vida lo que me diera la gana y que estarías siempre ahí para mí. Claro, siempre y cuando yo no te tocara. Siempre y cuando no violentara aquella amistad casta y pura que me ofrecías. Siempre y cuando me dejaras contarme que tu novio, por fin, te había besado de lengua y te había manoseado los muslos. Y tú con la cantaleta de monja, y yo con mis desaciertos más colorados. Abrir de nalgas, meter el dedo, lamer tu adentro. Todo eso con tus ojos grandes, abiertísimos, como únicos testigos de mi confesión altruista. Pero esa tarde te dolía la barriga y estábamos solas en el gimnasio, y yo me ofrecí a sobártela. Fue entonces cuando te bajó aquello. Aquel flujo por primera vez. Unas gotitas marrones, pelotitas nomás, que aparentaban plasticina gomosa y que te mancharon el panti. Entonces yo te expliqué lo que era, más allá de lo que te había dicho tu abuela sobre el canto del gallo. Estás menstruando. Es la primera vez. Y allí estaba yo para atestiguarlo y para darte masajitos en el vientre, mientras tú, temblabas. Quise limpiarte. Me dejaste. Pasé una toallita húmeda y luego una seca, y me percaté de tu pubis apenas florecido, lleno de vellos rizados y tenues. Tus muslos eran oscuros, como el resto de tu cuerpo. Te pedí permiso y asentiste. Entonces lamí, para secar cualquier otro vestigio de la borra de café aquella que te había bajado por el cauce.

Veintidós años más tarde. Llego, hago de las mías. Hago mi acto de promesas no dichas. Apenas sugeridas y las creíste todas. Revuelvo el avispero. Y me despido. En contra de tu voluntad, te despides tú también. Te pregunto qué quieres y me dices: a ti. Me preguntas lo mismo y soy tan necia, tan hija de puta, que no se ya decirte te amo, que llevo meses sin siquiera esbozarlo. Que ya no basta pronunciarlo porque eres un manojo de vida pura y palpitante que se me sale de las manos. No sé cómo se trata a una mujer como tú. No sé cómo se le enamora, cómo se le mandan flores, cómo se le invita a cenar, cómo se le lee poesía ni cómo se le acaricia la espalda. Estoy acostumbrada a otros menesteres más cruentos. A catas de vino, a jugar golf, a vivir en mansiones y correr autos de carrera. Me voy por ti, me voy por mí, me voy por nuestras familias, he dicho y dejo la entrelínea abierta de que también me voy por las comodidades que no estoy dispuesta a renunciar, ni ahora ni más tarde. Me voy porque necesito una relación sin altibajos, y tú eres un altibajo que es una incógnita, que es mucha emoción, que es mucho sentimiento. Eres demasiada mujer que se me chorrea de las manos, no me cabes en ellas. Y me voy con el sabor de tu borra de café entre mis labios.

martes, noviembre 28, 2006

A lot like love


Me enamoré de otra película… soy incorregible.



"Brighter Than Sunshine" by Aqualung

I never understood before
I never knew what love was for
My heart was broke, my head was sore
What a feeling

Tied up in ancient history
I didnt believe in destiny
I look up you're standing next to me
What a feeling

What a feeling in my soul
Love burns brighter than sunshine
Brighter than sunshine
Let the rain fall, i don't care
I'm yours and suddenly you're mine
Suddenly you're mine
And it's brighter than sunshine

I never saw it happening
I'd given up and given in
I just couldn't take the hurt again
What a feeling

I didn't have the strength to fight
Suddenly you seemed so right
Me and you
What a feeling

What a feeling in my soul
Love burns brighter than sunshine
It's brighter than sunshine
Let the rain fall, I don't care
I'm yours and suddenly you're mine
Suddenly you're mine

It's brighter than the sun
It's brighter than the sun
It's brighter than the sun, sun, shine.

Love will remain a mystery
But give me your hand and you will see
Your heart is keeping time with me

What a feeling in my soul
Love burns brighter than sunshine
It's brighter than sunshine
Let the rain fall, I don't care
I'm yours and suddenly you're mine
Suddenly you're mine

What a feeling in my soul
Love burns brighter than sunshine
It's brighter than sunshine
Let the rain fall, I don't care
I'm yours and suddenly you're mine
Suddenly you're mine

What a feeling in my soul
Love burns brighter than sunshine
It's brighter than sunshine
Let the rain fall, I don't care
I'm yours and suddenly you're mine
Suddenly you're mine
And it's brighter than sunshine

De cuando seamos viejitos…
por Yolanda Arroyo Pizarro



El abuelo de mi esposo orina con la puerta del baño abierta. Anda por la tercera edad (ochenta y tantos) y el asunto no involucra únicamente a su olvidado pudor. Sin duda va más allá del decoro que los años te dan permiso a descartar. ¿Será eso cierto? ¿Será cierto que hay edades que nos dan el permiso para dejar de lado el respeto por el otro, de no tomar en cuenta las convenciones morales, familiares y públicas? ¿O es que la simple senilidad anula la vergüenza porque sí? Con este viejito no sé qué pensar, la verdad. Sin embargo, el asunto no se circunscribe a dejar la puerta del baño abierta para que las féminas que transitan el hogar nos escandalicemos o lo miremos con asco. El asunto se complica porque, este anciano que ultimadamente fue diácono de la eucaristía hasta sus días lúcidos, ahora se saca el miembro y lo deposita sobre el lavamanos. Y es allí precisamente donde vierte sus orines.

La escena la descubrí almorzando. Fue una verdadera sorpresa notar que desde el lugar en donde me hallaba sentada en la mesa, se divisaba el umbral del baño, territorio en donde él se estacionó para hacerme partícipe de su nuevo acto. Y digo nuevo, porque en días recientes se había orinado en una de las habitaciones de la casa, en donde convalece otra de las ancianitas que comparten el domicilio. Dejó su meao mayoritariamente sobre la colcha de la cama y el resto lo vertió en el piso. También me consta que en ocasiones, mientras camina, se saca lo suyo y fumiga el verde pasto del patio, o las losetas de los balcones. Por cierto que su esposa, también octogenaria y con extremada pérdida de la audición, se resbaló con una de esas humedades doradas que él había dejado sobre el suelo y terminó con una fractura de cadera luego de una caída apoteósica.

Indudablemente me llega a la memoria la imagen de mi abuelito, ya fallecido. Recuerdo que él también tenía sus peculiaridades sobre ir al baño a hacer número uno. Pasaba toda la mañana y la tarde sentado en el balcón, y para evitarse las correrías que le causaba la vejiga hiperactiva, justo allí, sentado en el sillón de mimbre, frente a una verja de rejas que lo dejaba expuesto a la vista inmisericorde de los transeúntes, se abría el zipper del pantalón bermuda a cuadros con olor a sudoraciones acumuladas durante la semana, y hacía su necesidad.

El asunto se vuelve toda una reflexión auto-intimista aunque no se quiera. Aunque intentemos ignorarlo, no se puede. ¿Llegaré a eso alguna vez, o a cosas peores so excusa de lo que nos hacen las décadas sobre el cuerpo y la mente? ¿Con qué perderé yo el pudor cuando me toque? ¿Con los peos en público, con sentarme patiabierta sin pantaletas, con no bañarme por días o semanas enteras? ¿Llegaré a pedirle a otro fulano que me limpie luego de haber echado mis heces al inodoro?

En todas partes escucho que los viejitos se vuelven como niños, como bebés. ¿Es eso realmente lo que sucede? La curiosidad y la pena me aturden.

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Publicado originalmente en Derivas.

Mujeres víctimas de la violencia doméstica

Hay trabajo que hacer chic@s. Visiten éstas páginas. Me las enviaron por email. Corran la voz.

Marcha contra la Violencia domestica http://www.amnesty.org/svaw_dv/march/esl/

http://web.amnesty.org/actforwomen/index-esl

Museo Internacional de la Mujer http://www.imow.org/

Festival de cortometrajes http://hrw.org/iff/2006/london/films.html#killers_paradise

Womens peacemakers http://www.ifor.org/WPP/

Institutos de Investigacion sobre MUJERES

http://www.nikk.uio.no/index_e.html

http://webh01.ua.ac.be/women/noise/

http://www.sophia.be/

http://www.aucegypt.edu/academic/igws/mission.html

Las Moiras Espana http://www.lasmoiras.org/

Atlas de la diversidad http://www.atlasdeladiversidad.net/jsp/index.jsp?id=26644

http://www.awid.org/index.php

Information resources for womens studies http://www.library.ucsb.edu/subjects/women/women.html

Women's Institute for Leadership Development for Human Rights (WILD) http://www.wildforhumanrights.org/

http://www.feminist.com/violence/

http://www.unifem.org/

http://www.whiteribbon.ca/

Womens of Colors http://www.incite-national.org/

Coalition Against Trafficking in Women (CATW) http://www.catwinternational.org/

Catolicas por el derecho a decidir http://www.catolicasporelderechoadecidir.org/declaraciones-4.shtm

Isis Internacional http://www.isis.cl/

Equipo Nizkor http://www.derechos.org/nizkor/

Mujeres en Red http://nodo50.org/mujeresred/

Agenda de las Mujeres http://agendadelasmujeres.com.ar/index2.php?id=8&sector=medio

http://www.law-lib.utoronto.ca/diana/ Women's Human Rights Resources Programme (WHRR)

Anti-militaristas http://www.antimilitaristas.org/rubrique.php3?id_rubrique=55

http://womenshistory.about.com/od/goddesses/Goddesses_Legends_and_Mythical_Women.htm

Radio Internacional Feminista Costa Rica http://www.fire.or.cr/

Creatividad Feministas Mexico http://www.creatividadfeminista.org/

Las dignas El Salvador http://www.lasdignas.org/

http://www.stanford.edu/group/gender/

Trabajo con los hombres

http://toolkit.endabuse.org/Home

http://www.mencanstoprape.org/info-url2698/info-url.htm

http://tigger.uic.edu/~schewepa/STAR.htm

Red de masculinidades http://www.eurosur.org/FLACSO/lazoblanco.htm

No más violencia http://www.es.amnesty.org/nomasviolencia/

Diatriba de una chilla que no fue más que una chilla.
“Esta dichosa amistad que llevamos no funciona.”





No te entiendo, dices. Eres mi primera llamada del día, pero parece que esta amistad no funciona, dices. Amistad, le llamas ahora. A siete meses de compartires y dos decenios de vernos las caras, hoy, esto, se llama Amistad. Meses atrás era “el amor de toda una vida”. Era “lo único que anhela mi corazón”, era “lo más grande que me ha pasado”. Hoy, alegas tú, que le pones fin a esta amistad porque no funciona, porque yo, tonta de mí, no lo entiendo. Te agradó que compartiéramos, te agradó “verme”, un eufemismo para no llamarle a eso una buena chichada y nada más.

Soy como las amantes de incógnito, eso fui y eso soy. Las chillas que aspiran a ser más que chillas, estúpidas ellas. Imbéciles las pobres. Y eso no era parte del trato. Soy una aspirante ingenua a tenerte, pero olvidé o ignoré que en este juego no puedo tenerte, porque creí, estúpidamente creí, que yo era todo lo que decías meses atrás. El trato era otro, muy astutamente le pusiste nombre: Tuscany. Y el trabajo que estoy pasando es que me cuesta, me duele tragarme lo que soy ahora. Nada. Una amiga más, una relación más que pasó por tu catálogo, que se tiene que retirar para que tú, omnipotente ser, encuentres “tu paz”. Porque yo no te doy paz, soy un manojo de emociones al que tardarías un millón de años en descifrar, y aún así te quedaría corto el tiempo. Eso dijiste.

¿Por qué no bastó nuestra amistad?, preguntas y río a carcajada limpia.
Me gustó nuestro encuentro, dices. Me gustó haber tenido la oportunidad de decir tantas palabras, de haber vuelto a sentir. Ah, ¿es que se trataba de sentir? Para sentir tengo un juguetito que vibra, fíjate. No hubiese tenido que ir al confín lejano aquel, a un jurutungo que me alejó de gente a la que le importo. Yo pensaba que era un plan a largo plazo, esto. Vuelvo a llamarme imbécil. No, corrijo, no lo pensaba, me lo hicieron creer. Me lo hiciste creer.

Voy a tomar la decisión “yo” de ponernos en hold, declaras como un Zeus en su trono, y me vuelvo a destornillar de la risa. Veremos a ver cuanto dura ese hold, veremos a ver si hay vuelta atrás. Veremos. Simpática alegoría de los dioses del Olimpo. Una pena que no vivamos en la edad grecorromana. Tan, tan.


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Fragmento del cuento inédito “Lo que sienten las mujeres vacías”.

domingo, noviembre 26, 2006

Ficciones sobre La Otra




Vanesa lanzó el celular al suelo. Tenía rabia.

Por supuesto que había que rehusarse a ser mi paño de lágrimas. Ya eras paño de lágrimas de otra, la legítima, la que lleva tu apellido. ¿Para qué consolar a dos, si ya consolabas a una? Si ya tragabas las lágrimas de una… para nada deseabas otra que llorara también en tu vida. Que exigiera tus hombros, tu abrazo. Las mujeres somos complicadas. Muy mucho, como decía mi amigo argentino. De lo que habrá que acordarse siempre es del día que te pedí abrazarme y tratarme con dulzura y dijiste simplemente NO. No estabas en la disposición de invertir emocionalmente en eso. Tenías demasiadas cosas que robaban tu atención, ¿para qué invertir también en “la otra”? Creo que lo entendí todo. Hoy. Tarde, pero al fin. Eso debe salvarme de seguir en el círculo vicioso este. Eso debe sacarte de raíz de donde quiera que andes, porque no solamente me rondas el corazón, también giras por mi cabeza, por mis pulmones, por mi estómago, por las uñas de mis pies, entre mis dientes.

Salud con una copa de Rioja, para que me salgan ampollas y las pústulas alérgenas se me rieguen por todo el cuerpo.

sábado, noviembre 25, 2006

El Cáliz de la nueva literatura Puertorriqueña (Parte II)

El Cáliz de la nueva literatura Puertorriqueña (Parte II)
Serie de opiniones sobre el Arte de escribir
Por Yolanda Arroyo Pizarro


Al Nóbel de Literatura, Orhan Pamuk, le han preguntado “¿Por qué escribes?” Contesta él, que más bien, la pregunta debe ir por aquello de “para quién se escribe”, y añade:

“Los lectores de literatura de hoy esperan el nuevo libro de García Márquez, de J. M. Coetzee o de Paul Auster del mismo modo que sus predecesores esperaban la nueva novela de Dickens -como si fuesen las noticias de última hora. La lectoría mundial de novelistas literarios como éstos es mucho mayor que la lectoría que sus libros pueden alcanzar en sus países de origen. Los escritores escriben para su lector ideal, para sus seres queridos, para ellos mismos o para nadie. Todo esto es cierto. Pero es igualmente cierto que los escritores de literatura de hoy, también escriben para aquellos que los leen.”


A mis colegas escribientes les he hecho preguntas similares. En el caso de hoy, el gran Angelo Negrón, escritor publicado en la revista y colectivo Taller Literario, y poseedor de varios libros ineditos, ha contestado para mi insistente curiosidad esas tres preguntas que llevo haciéndole a mi grupo de literatos favoritos.

Las tres preguntas son:

1. ¿Por qué escribes?
2. ¿Qué papel juega la imaginación en la tarea y en la vida de un escritor?
3. ¿Se le pueden agotar los temas a un escritor?

Estas son las respuestas que muy amablemente don Angelo nos ha ofrecido:

1. ¿Por qué escribes?

Escribo porque si, porque me da la gana. Porque desde niño esa fue la manera que encontré de fugarme a un mundo mío donde no estaba el verdadero yo. Cuando voy juntando palabras con la única manía de llevarlas a un final, casi siempre predeterminado, los orgasmos de esta psicosis son tales que tengo que detenerme a disfrutar lo placentero que es leerme a mi mismo en la simbiótica forma de un desconocido. Que conste; no hablo desde mi forma ego centrista, (que si existe de forma sobresaliente y desarrollada en mí), esta vez platico desde la realidad que me acomete cada vez que al pasar los días leo algo que escribí y me pregunto quien era yo cuando junté tales palabras. Y es que escribir me aliviana el ser, me trastoca el alma enviándola a pasear con seres que desean ser tan protagonistas como yo de alguna hoja en blanco.

Algunos dicen que escribo bien, otros que me falta academia; a todos les digo que en el momento en que estoy frente a frente con una idea me abalanzo sobre ella. A veces la tomo por el cuello y la estrujo hasta matarla, otras, las más, las acaricio y les hago el amor con dulzura. En ambas ocasiones simplemente nace lo que tengo que decir y decirme. Tal como he descrito más de una vez:

“De seguro en el zafacón de los grandes escritores está la mitad de su obra más prodigiosa pues, aunque les salió del corazón, no era lo que dictaba el editor o lo que exigía, según ellos, su público lector. En mis líneas no existe nada estilizado. En realidad las palabras que tengo que decir salen del alma y las plasmo tal como son: sueños, pesadillas y desgracias. Que me perdonen pues los eruditos en las letras, los sabios en literatura; es que tal como me nombró alguna vez mi gran amigo y escritor Antonio Aguado Charneco; yo sólo soy un adicto de la palabra escrita...”

Si. Eso lo resume. Soy un tecato de la palabra escrita y ese es un vicio del que no quiero salir.

2. ¿Qué papel juega la imaginación en la tarea y en la vida de un escritor?

Algunos le llamamos musa, otros le decimos lado creativo, pero todos titulamos imaginación a la parte trascendental que en un sinnúmero de explosiones dieron vuelta al tornillo, o a la tuerca, para lograr de forma frenética crear el microcosmos que representa juntar palabras para contar o expresar algo.

Siempre he dicho que todos tenemos la capacidad de escribir la diferencia esta en querer hacerlo. Un ejemplo de esto es el siguiente: dos personas ven caerse un vaso de cristal al suelo. Uno lo vera hacerse añicos y seguirá su camino sin inmutarse. Otro en cambio, tratara de describir las vueltas que dio el vaso antes de caer. El sonido al hacerse añicos y la historia detrás de la persona que lo dejó caer, de la persona que recogió los pedazos o de algún presente que contempló la escena. Algo así como cortarse un dedo y que la sangre le traiga recuerdos al protagonista de la historia de aquella puñalada que recibió, que dio en el pasado o (en términos más idílicos) la vez que lloró lágrimas de sangre por un desamor. En fin, miles de historias podría salir de un suceso fortuito; todo dependerá de nuestras ganas de escribir y de utilizar nuestra imaginación como nos plazca. La imaginación es infinita; no sólo para quien escribe sino también para quien lee.

3. ¿Se le pueden agotar los temas a un escritor? ¿Por qué?

Definitivamente NO se agotan los temas. Muchas veces podemos apasionarnos por alguno, es algo que me ha pasado y me seguirá pasando. Mi primer pensamiento cuando me sucede tal cosa es: No escribiré eso, ya he garabateado sobre el tema. Pero pasan minutos, horas o días y ese final que da vueltas en mi cerebro se siente incompleto. Quiere tener cuerpo, alma y lector. Si; algún leyente que descifre la maraña de ideas, que las sienta inconclusas para que les de su propio sabor al asunto. Y dejo de pensar en ellos, en los lectores, y pienso en mí porque pueden ser tantos leyentes, o tan pocos, que ese tema redundante en mí será para ellos, tal vez, uno singular.

Con la fotografía me pasa exactamente igual; me lleva a lugares similares a los que me llevan las letras. Cuando pulso el botón de la cámara, tal como cuando escribo o leo, se paraliza un instante de mi vida, pero se nacen escenas interminables.


angelo1

Angelo Negrón ha sido lo suficientemente amable como para cederme parte de su trabajo. Aquí reproduzco el escrito Amanecer en ti, publicado originalmente en su blog Confesiones. Que lo disfruten.


Abrí los ojos. En la oscuridad del cuarto sentí frío. Aún soñoliento traté de encontrar la sabana que supuse había tirado al suelo. Sólo logré caerme. Aturdido aún, busqué el interruptor y al hacerse la luz estrujé mi rostro. Un buen vaso de leche tibia me ayudaría a dormir, pero en la nevera sólo quedaba agua y un poco de soda. Recogí la sabana y apagué la luz. Traté de dormir. Mas la sombra del recuerdo invadió los lugares más recónditos de mi mente y de manera extraña apareciste. Vestías de rojo. Yo invoqué a tu amistad. Te sentaste a mi lado y comenzó todo. Las escenas pasaban frente a nosotros. La forma en que nos conocimos, la playa y las fiestas. Te convertiste en amiga real; en mi confidente. Te hablé de mis amores pasados, tú me hablaste de los tuyos. No había problemas a los que juntos no encontrásemos solución. Muchos vieron en nuestro afecto algo más que una amistad y nosotros no llegamos a percibir el amor o tal vez no nos atrevimos a cruzar tan inmensa frontera. Te apartaste de mí. Desapareciste justo cuando deseé traspasar el límite de la realidad. Sentí soledad y en loco desvarío grité tu nombre. Sudando frió descubrí que todo había sido un sueño. Fui a la nevera y bebí agua. Calmado me dispuse a dormir.

Volviste a aparecer más radiante que nunca. Descubrí, esta vez, que a tu belleza interior le acompaña la hermosura física. Nuevamente te sentaste a mi lado. Pude ver de cerca tus ojos, tu nariz, tus labios y quedé perplejo. Sonreíste. Permanecí inmóvil. No sabía qué hacer ni qué decir. Deseé acariciar tu cabello y besarte. No me atreví. Varios minutos estuve observándote. Permanecías callada y sonriente. Mirándome como nunca antes. Esperando de mí el dilema que no parecía resolverse. Tu mirada endulzaba mi vida y pensé: “Si es sólo un sueño, ¿por qué no intentarlo?”

Y sucedió. Me acerqué a tus labios. Los besé sutilmente. Tu respuesta fue cálida. Mi cuerpo tembló de ternura y el tuyo respondió a mis intenciones. Nos abrazamos. Beso tras beso dejamos de ser amigos para convertirnos en amantes. Fui desvistiéndote. Cuando cayó tu traje al suelo logró teñir de rojo toda la habitación. Tu piel era como un manto tejido de flores suaves y tersas. Acariciar tu cuerpo desnudo despertó en mí sensaciones olvidadas en la tempestad del recuerdo. Noté mis manos húmedas y mi pecho agitado. Mi erección seguía palpitante. Tu rostro continuaba excitándome aún cuando la corriente máxima del placer ya había pasado, aún cuando fuimos dos aves que volando hacia la eternidad quedaron levitando en el cielo. El amor te aprisionó en mi corazón y te deseé mucho más.

Concluí que sería capaz de desnudarte miles de veces, aunque no pudiera acariciarte, con la sola excusa de recorrer tu cuerpo con la mirada. Reconocí que admirarte sería parte de mi futuro inmediato y de mi vida entera. Supuse que estos encuentros volverían a suceder aunque estuvieras lejos de mi cuerpo y no me diera cuenta que mis manos apretadas contra mi sexo eran las domadoras de tanta pasión. Un hilillo de luz a través de la ventana me hizo comprender que amanecía. Miré a mi lado. Tú ya no estabas. Te fuiste con la noche, te marchaste con mis sueños mojados. Fue divina esta aventura nocturna. Si, fue espectacular, sobre todo amiga mía, porque al soñarla yo estaba despierto.


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Ver la primera parte de esta serie aquí.

jueves, noviembre 23, 2006

Carne bíf



Foto de H.R.Giger



Por Yolanda Arroyo Pizarro

Hoy mi cena de Acción de Gracias fue carne bíf, o “corned beef” con arroz guisado en salsa de ajo. Por tradición de la religión de mi esposo, hace siglos que no celebro el tan aclamado día de Thanksgiving, es por eso que en mi casa, ese día es como otro cualquiera. Le pregunté a la nena que qué quería comer y me dijo: carne bíf, mami, que la haces taaaan rica.

No la hago tan rica como la hacía mi mamita, pero trato. Mami la confeccionaba con amarillos adentro o la mezclaba con maíz. A mí lo más que me gustaba era que después de la jartera, yo me tiraba en sus piernas, ella sentada en el sillón y yo en el suelo, y me hacía trencitas. Y yo me quedaba dormida mientras mami me hacía la cuerda trimurti aquella que se inventaba con mis alisados cabellos.

Estos son los peores días para mí, los que se acercan. Creo también que son los peores para todos aquellos que han perdido un ser querido. En mi caso, yo perdí a mis dos padres, los que me criaron, los de a verdura, con cuatro días de diferencia. Mami murió un lunes en la mañana y el jueves en la noche de la misma semana, papi, de la pena, también dejó de existir. Pensar en los festejos, en las celebraciones, en las fiestas que se avecinan y saber que por cuarto año consecutivo ellos no estarán, duele. Y sé que el dolor ése, aunque te digan lo contrario mil veces, no se marcha.

Anoche ignoré los textos bíblicos y los cánones teológicos que dicen que hablar con muertos no es de “gente buena”. Me pasé los estatutos por donde no me da el sol e invoqué a mami. La senté en el borde de mi cama. Le toqué las manos. Aproveché que estaba completamente sola en la casa y que a mis anchas podía contarle lo que me diera en gana. Le hablé de todo lo que había pasado en días recientes. Le hablé de la maravillosa Feria de Libro de Miami, le hablé del padre de mi hija y nuestro nuevo estatus, le hablé de esa aurora boreal que me salió del vientre hace ocho años atrás, de lo grande que estaba, de lo coqueta que era, y por supuesto, le hablé de ti. Me recordó lo mucho que siempre te quiso, a pesar de todas sus sospechas y prejuicios iniciales. Nos reímos. Me mandó saludos para ti y los tuyos. Le dije que estabas bien, aunque ya no estabas conmigo.

“Entonces duró poco, pero valió la pena…”—me dijo la sabia mujer que aún es y yo asentí. Y antes de dormirme hablándole, añadió: “A lo mejor no te acuerdes de esta charla, mi niña, pero mañana, cuando tu hija quiera comer, te pedirá carne bíf. Espero, entonces, que vuelvas a pensar en mí”.

Tuvo razón, eso pidió mi hija hoy, pero total, el recordatorio no me hizo falta. Siempre estoy pensando en mi mami.

miércoles, noviembre 22, 2006

Love Actually - She just realizes




Juliet: Oh, bingo. That's lovely. Well done, you. Oh, that's gorgeous. Thank you so much, Mark, this is exactly what I was hoping for. I look quite pretty. You've stayed rather close, haven’t you… (Pause)They're all of me.

Mark: Yeah. Yeah... Yes.

Juliet: But... you never talk to me. You always talk to Peter. You don't like me.

Mark: Hope it's useful. Don't show it around too much. It needs a bit of editing. Look, I've got to get to a...Iunch. Early lunch. You can just show yourself out, can't you? It's a...self-preservation thing, you see.

domingo, noviembre 19, 2006

FIL de Miami --Cierre
Fiesta de Gala Sábado en la noche

Ir al Raleigh. Rodearme de doscientos escritores y editores de habla española, inglesa, francesa, portuguesa e italiana. Sentarme con el grupo Alfaguara. Ver a Mayra ser el alma de la fiesta. “Estos boricuas son pura candela”, escuché decir a más de uno. Escuchar a Fernando Iwasaki darme la bienvenida y llamarme por mi nombre. Encresparme todos los vellos del cuerpo al saber que se acordaba de mí. Dialogar casi toda la noche de temas más allá de la literatura; la vida, las familias, los rompimientos. Mucho de amores y sentimientos. Poco de política y moralidad. Bailar salsa con Iwasaki. Bailar salsa con Iwasaki. Bailar salsa con Iwasaki. ¿Ya lo dije? Bailar salsa con Iwasaki. Regresar a mi hotel a las tres de la mañana. Priceless.


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sábado, noviembre 18, 2006

FIL de Miami
Tercera Jornada

Permitir que Bárbara Forestier me localizara y no llamar a eso una locura. Ser secuestrada por la mujer fascinante que es, y dejarme mangonear por ella todo el día. Acompañar a Mayra Santos Febres durante todo el trayecto y saciarme de su sabiduría. Encontrarme temprano en la mañana con Luis López Nieves y su esposa Mara Daisy Cruz, en la esquina de Alfaguara, en donde nos tomamos fotos con el hermosísimo y talentosísimo Santiago Roncagliolo. Almorzar en Key Biscayne un Filet Mignon que le roncaba la manigueta, cortesía de Editorial Planeta (Espasa, Calpe) y del gran Eugenio Maria. Volver a encontrarme con Claudia Piñeiro y que esta vez, me firmara su libro. Asistir a una de las mejores conferencias sobre novelística, que jamás haya disfrutado tanto en mi puta vida. Tomarme fotos con los tres grandes disertadores: Guillermo Fadanelli, Santiago Roncagliolo y Edmundo Paz Soldán. Conocer a Xavier Velasco y a Fernando Iwasaki. Todos me firmaron autógrafos. Caminar en el aire, estar en el Disney que añoro, conocer gente que admiro y hasta intercambiar correos electrónicos con ellos. La mujer de Fadanelli se llama Yolanda, como yo, y él me cantó la canción “Yolanda” de Silvio, al oído. Soñar despierta. Extrañarte nuevamente, pero esta vez con la certeza de que ya, hoy, nos hemos besado.

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Entrada de la Feria del Libro de Miami


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De izquierda a derecha: Santiago Roncagliolo, Mayra Santos Febres, Bárbara Forestier, Luis López Nieves, Mara Daisy Cruz y Yolanda Arroyo Pizarro.


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Yolanda Arroyo Pizarro y Claudia Piñeiro


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Conferencia de tres grandes autores


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Santiago Roncagliolo, Yolanda Arroyo Pizarro y Edmundo Paz Soldán.


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Con Guillermo Fadanelli


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Con Xavier Velasco


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Con Fernando Iwasaki


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Fernando Iwasaki, Mayra Santos Febres y Xavier Velasco.

viernes, noviembre 17, 2006

FIL de Miami
Segunda Jornada

Conseguir dos libros de Orhan Pamuk en el kiosko de Alfaguara por una cifra extraordinariamente bella. Ir a preguntar por López Nieves en el booth de Editorial Norma sólo para que me dijeran que se acababa de ir; había estado firmando ejemplares a todo dar. Esperar toda la tarde, hasta que cerraran las exhibiciones, para tomarle fotos a Roberto Ampuero. Decepcionarme ante la cancelación de su participación en la charla sobre la novela policial. Emocionarme de conocer a una nueva autora, Claudia Piñeiro, cuyo libro no pude comprar, porque me gasté casi todo el presupuesto del día en libros por demás invaluables. Ilusionarme con la idea de intentar comprármelo mañana. Regresar en Metrorail. Bañera caliente y lectura de Noveccento de Alessandro Baricco. Extrañarte, otra vez. Dulces sueños.

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jueves, noviembre 16, 2006

FIL de Miami
Primera Jornada

Llegar a las diez de la mañana al aeropuerto de Miami. Veinte minutos hasta el hotel. Mirar el río y sus barcazas por mi ventana. Dejar las maletas, ponerle baterías a la cámara, acicalarme un poco. Cruzar la calle y tomar en la esquina el Metrorail, que es un Tren Urbano, pero gratuito y que te pasea por toda la ciudad. Bajarme en la tercera parada. Ver todos los “booths". Caminar hasta el edificio uno, donde se llevaría a cabo la inauguración a todo dar del pabellón internacional del Miami Book Fair. Tomar fotos y tomarme sobretodo una con un hombre de ropa étnica y de rostro excéntrico. Dirigirme al edificio tres. Notar la fila descabellada que se hacía para poder entrar a la conferencia de Isabel Allende. Colarme, soy experta. Entrar al salón de más de cien filas de sillas, llenas casi todas, e identificarme como corresponsal de medios. Ventajas de esta vida. Ser escoltada hasta la segunda fila, burlando a los miles de otros personajes. Tomarle fotos a la mujer homenaje. Ver que sonriera para mi cámara. Ver que sonriera para mí. Regresar al hotel enseñoreada. Isabel estuvo deliciosa.

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Acaso soy la documentada...


Gracias, amigos. Son ustedes mi colección personal de afectos, mi racimo de latidos y palpitaciones.

Gracias por haberme leído, por haber tenido fe en mí y en mi primera novela, Los documentados, que hoy yace sobre mi escritorio, desfallecidamente orgullosa a la vez que plenamente feliz, luego de haber sido premiada en el Certamen del PEN Club de Puerto Rico 2006, el pasado domingo 12 de noviembre, en la Categoría Mejores Novelas Publicadas del 2005. El acto se llevó a cabo durante la Feria del Libro de mi país. Esta mención de honor es todo un honor para ambas, para ella y para mí.

A ella, todavía, se le sale una que otra lágrima por la emoción.

Metaliteratura en Imre Kertész
Por Jorge Valentine

Agradecemos al amigo Jorge Valentine por hacernos llegar esta gran reseña. Puedes visitar su blog en La Caja de Cartón de Ernesto Darien.



Premio Nobel de Literatura en el 2002 y primer escritor húngaro que recibe éste galardón, Imre Kertész nace el 9 de noviembre de 1929 en Budapest. A los quince años es deportado a Auschwitz y luego de una breve estadía –suficiente para vivir los horrores del Holocausto-, es trasladado a Buchenwald; de donde es liberado en 1945. Regresa a Hungría y comienza a trabajar en el periódico Világosság, hasta que es despedido en 1951 cuando el diario adopta el enfoque comunista. Itinerante y con miles de memorias a cuesta, trabaja en diversas ocupaciones hasta que decide dedicarse por completo a la traducción. Su primera novela, Sin destino, se publica en 1975, y desde entonces su carrera literaria, ignorada en instancias (el periodo socialista húngaro) y reconocida en otras (1989 y las manifestaciones políticas que desembocan en un cambio de régimen político), dibujan una de las trayectorias intelectuales más sólidas de nuestro tiempo.

A través de toda su obra, y particularmente en ésta, su más reciente novela, Liquidación (Felszámolas) el tema de Auschwitz prevalece sobre las existencias de sus personajes. Por ejemplo, los deseos de B y, cómo este castiga a su esposa Judit por querer traer al mundo de sufrimiento, un hijo que no han tenido. Indiscutiblemente, el tema atormenta al autor. Lo inferimos cuando repite, como eco hiriente, el mismo cuestionamiento en su novela de 1990, Kaddish por el hijo no nacido. Sin embargo, no es el único tema recurrente. La metaliteratura y el cumplimiento de la labor literaria o falta de, en Fiasco (1988), podría considerarse otro de esos temas que este hombre no puede soltar. Definitivamente, Kertész es un autor que, muy bien podría catalogarse dentro de su propia tradición literaria –al menos su texto no se compara estilísticamente con muchos de los autores “renombrados” de este lado del globo.

La de éste autor es una tradición que recurre a las herramientas que posee y se sale de lo convencional para ahondar –aunque algunos muy bien podrían decir que regodearse- en temas anteriormente trabajados, pues aunque es innegable el dinamismo narrativo que presenta en Liquidación, son evidentemente temas harto trabajados en sus pretextos.



"When I am thinking about a new novel, I always think of Auschwitz," dice el autor. En su Liquidación, un escritor llamado simplemente, B, sobreviviente de Auschwitz, ha cometido suicidio; Keseru, único amigo de B (o al menos eso piensa él) se sumerge en la revisión de los escritos que deja el difunto, pero no logra encontrar la novela inédita que está seguro existe. Es en este punto que comienza a develarse la historia detrás de B, su vida, sus amores, sus obras y las consecuencias de vivir en un estado de censura. Keseru está seguro de que la novela está en manos de su antigua amante Judit, pero ésta (sin conocimiento del editor) ya la ha quemado, pues la novela, no es otra cosa que la crónica de un matrimonio –B y ella metaforizados – marcado por un Auschwitz (tal vez inventado, tal vez irreal, tal vez latente en el espíritu de ambos), que tiene que ser liquidado para siempre.


Imre Kertész utiliza el recurso de la metaliteratura para adentrarnos en esos mundos particulares que representan cada uno de los personajes y etapas. En ocasiones podemos situarnos dentro de las incompletas obras de teatro de B –que quizás sean “ficcionalizaciones” de los personajes (recurso que separa al lector de la cotidianidad de la lectura tradicional)-; otras veces somos testigos presénciales de una confesión hecha a través de un fluir de consciencia, o se nos coloca dentro de una memoria, o leemos de manera inconspicua una carta, o simplemente quedamos a la merced del narrador omnisciente que surge cuando necesitamos saber.
Con su técnica narrativa, Imre Kertész, nos lleva en un viaje a través de las páginas encontradas en el despacho de ese escritor suicida que no nos quiso como testigo de su otra liquidación.


La novela es sencilla en conflicto (escritor muerto deja novela inédita para que sea liquidada junto con sus demonios personales), pero a su vez, es un escrito que posee una estructura tan difícil para “meterle el diente”-o los ojos, que sería más acertado-. Porque es necesario entender el trasfondo politicocultural del centro de Europa para, entonces, comprender el contenido sicológico de los personajes.

Admito que, debido a la intricada relación de voces y recursos narrativos dentro de la novela en ocasiones el lector podría sentirse perdido durante la lectura, pero a fin de cuentas es una cuestión de ritmo y cultura de lector –quizás estemos acostumbrados a cosas más tradicionales en términos narrativos-, pero definitivamente la novela tiene amplios méritos estilísticos, y en lo personal, muestra, con excelencia, la diversidad necesaria al momento de contar una historia.

¡En hora buena, he descubierto otro autor interesante para leer!


________________________________________
Kertész, Imre. Liquidación. México, Alfaguara 2004
Primera edición / ps.149

miércoles, noviembre 15, 2006

Premiada Awilda Caez

Felicitamos a la amiga y gran narradora Awilda Caez, ya que ha sido galardonada como Finalista en el Certamen de Cuentos del Centro Nacional de Escritores en Argentina.

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martes, noviembre 14, 2006

Un momento inspirador
Recital en la Biblioteca Carnegie

El amigo Carlos Esteban Cana ofrece una rosa a la mujer que gestó sus días, y luego nos agasaja con sus versos.



Video por Yolanda Arroyo Pizarro
(Espere unos minutos por el "buffering". Si no comienza automáticamente hacer clic en Play)





lunes, noviembre 13, 2006

Interludio desde Vieques con Glen Monroig
(y un minuto de silencio)


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¿Cómo estás tú?, preguntaste.
Estoy sin ti, así que mal. Obviamente.

¿Cómo están las cosas en tu hogar?, preguntaste.
Mi hogar, que eres tú, ya no está. Así que ya sabes. Lo sabes.

domingo, noviembre 12, 2006

Nadamos en el Amor

El recital que los amigos escritores Amílcar Cintrón Aguilú, Mairym Cruz Bernall, Carlos Esteban Cana y Ana María Fuster Lavín compartieron anoche con el público, se titulaba: NADA EN EL AMOR, DESDE OTRA VOZ.

Cuatro veces y un torbellino de talento, pasiones, risas, lágrimas fue lo que éstos amigos poetas nos regalaron. Nadamos en ese amor, y en ese amor nos contemplamos con la nada.

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sábado, noviembre 11, 2006

Velada con Magali García Ramis

Una mujer que conversa y hechiza mientras lo hace, esa es Magali García Ramis. En su conversatorio de anoche nos envolvió bajo su manto de recuerdos, collages, imágenes y palabras. La gestación literaria de su nueva novela Las horas del sur, fue lo que provocó el diálogo el viernes 10 de noviembre a las 7:00 p.m. en el Centro de Adiestramiento Profesional (CAP) del edificio Barat en Sagrado Corazón.

Las horas del sur es un texto de ficción histórica enmarcado en las postrimerías del siglo XIX y principios del XX. El evento estuvo dirigido por Isamari Castrodad y los estudiantes del programa de Maestría en Creación Literaria. Además, asistieron profesores, maestros de escuelas públicas y privadas del país, y público en general.

García Ramis es la autora de los libros de cuentos La familia de todos nosotros, y Las noches del Riel de Oro. Además de Las horas del sur, ha publicado la novela Felices días, tío Sergio.

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