Me dijo: Eres la misma, y no lo era. Me dijo: Eres igual de hermosa, y tampoco lo era. Tu olor es el de siempre. Adoro tu aliento. No mencionó las arruguitas, las canas, las patas de gallo, ni las libras que nunca se fueron con el postparto. En vez de eso, besó todas y cada una de las hendiduras dejadas por mi embarazo. Historias en surcos, ranuras en marcas indelebles, cicatrices de que soy un dios que crea gente dentro de sí. Mi barriga se tensa, vibra, se contrae. Lo de en medio puja mares de saliva.
Lamer estrías, succionarlas, morderlas, besarlas. Abrirme con su rodilla, y con su rodilla presionar, y con su pubis plano entrar; con dedos y manos y nudillos hacerme venir como nunca y como siempre.
2 comentarios:
Excelente!!!!!!!!!
La verdad es que nosotras nos miramos con horror en el espejo despues de tener un hijo...y ellos nos aman mas aun.
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