(El hijo de la mujer y diez cuentos más)
Co-edición: Editorial Isla Negra / Editorial Ultimo Arcano
Autor: Eugenio García Cuevas
En la presentación de este libro de cuentos, García Cuevas, recibió de manos de un niño unas rosas amarillas. Quise traer ese suceso a esta reseña porque de alguna manera, con ese detalle, el cuento que cierra este libro, La temprana muerte de las rosas, saltó de la página y habitó entre los que asistíamos al evento.
Me explico: el conversatorio que inició el Dr. Fornerín con el autor en La Tertulia fue una especie de decálogo, reflexión necesaria que nos permitió conocer un poco más sobre la poética personal de este autor en lo que al arte de escribir se refiere, poética que en broma y en serio se expone también en ese cuento al que hago referencia.
Sujetos y predicados en un libro sencillo y poderoso. Aquí encontramos un lenguaje similar al del Quiroga de Los desterrados. Ambiente y tipos que con regularidad no armonizan con una gramática aséptica y acartonada. Todo lo contrario, en los cuentos que conforman este libro encontramos vida, experiencias, lo mismo que destacó Onetti de la genialidad literaria del argentino Roberto Arlt cuando dice: “Hablo de arte y de un gran, extraño artista. En éste poco pueden moverse los gramáticos, los estetas y los profesores, o mejor pueden moverse mucho pero no avanzar”. Y es que el propio Eugenio García Cuevas ha tenido que hacer síntesis (tal como lo confiesa el multifacético humanista Mario Cancel en una entrevista reciente) del poeta puntilloso de Estaciones encontradas (2000) y Descendientes del sonido (2007); del académico minucioso de Novela, historia y sociedad (1996), Literatura y sociedad (1998), Mirada en tránsito (1999); y del periodista docto de La palabra sin territorio (2004), A quemarropas (2005), y Lengua en tiempo (2006) para sumergirse en la narrativa viva de estos once cuentos. Incluso la poesía en algunos títulos (Naranjas amarillas en las calles, La temprana muerte de las rosas, Huyéndole al sol) es clave sutil para detectar al escritor sagaz. En varios cuentos vemos ecos de temas desarrollados por escritores como el Kafka de Ante la ley ( en Guardianes) y el Juan Bosch de La mujer ( en El hijo de la mujer). Cuentos como Aquella lengua y El tiempo de las ratas filtran a la memoria el efectivo uso de una atmósfera tejida con suspenso. Las historias además filtran en el proceder de los personajes un hálito de trascendencia. Por lo anterior, no es fortuito encontrar una mirada compasiva a las penurias que pasan los emigrantes e inmigrantes de diferentes latitudes. Por otro lado, los recursos del hilo, la aguja y la tela, el ajuste y el ruedo, herramientas de esa cofradía selecta que son los sastres, se extiende como leiv-motiv en la mayoría de las historias, a veces con mayor presencia, en otras como si de una brizna se tratara, una plumilla en el viento. Actitud lúdica pero no burlona de quien confiesa, en voz de su último narrador, el truco, el ardid, su prestidigitación: “organizo mis memorias por escrito para escribir algunos cuentos de la sastrería”.
Sujetos y predicados es una pieza que faltaba en el mosaico de la cuentística desarrollada en Puerto Rico. Espero que las flores amarillas que recibió Cuevas en la presentación, como las que recibió Lisandro Santiago, no me impidan seguir leyéndolo.
Al filo de la vida
Editorial: Mariana Editores
Autora: Helena Méndez
Al filo de la vida es un taller en sí mismo para los que desean manejar el escurridizo arte del cuento. Méndez, conocida en los linderos de la escritura creativa por haber sido la coordinadora del emblemático Círculo Literario Estudiantil del Recinto de Humacao de la Universidad de Puerto Rico, y por Hecho a mano, libro de cuentos realizado en conjunto con el escritor Andrés Candelario, obsequia al lector una exquisita colección de historias.
La escritora asume el rol de una efectiva y paciente tejedora, construye con sus cuentos un valioso tapiz. Aquí nada es hecho con prisa. Se ven los frutos de la paciente observadora. Según pasa el tiempo de lectura vemos lo que se quería plasmar en el lino: una narradora puede contar desde dos tiempos diferentes, tal como dos ríos tributarios se unen; un personaje reconoce lo que le ha ocurrido, de forma fortuita; un pensamiento casual puede expandirse como big bang antes de ser interrumpido; el desarraigo se presenta, mordaz y sin sigilo, en el regreso; la espiral del consumo social ofrece encarnaciones de Lady Machbeth; el desencuentro juega damas con el encuentro; un cotidiano ritual –el de la taza de café- humea reflexiones necesarias; es parpadeante la lucecita que sirve como brújula hacia nuevos horizontes; un giro inesperado completa el círculo; el auxilio emocional es limitado, residuos de un sistema discordante; una conversación es un dulce fruto; la cíclica disquisición debate entre el ir y venir con la propia estima; una enfermedad paterna provoca a la memoria; las cavilaciones no continuarán, los créditos de la película pasan, para un fiebrú de la literatura; y la probabilidad de que cualquier mañana la vitalidad corporal se desvanezca, esto en medio de una rampante soledad, integran el universo de Al filo de la vida. Los trazos son múltiples, las formas dinámicas, llenas de matices; hebras que dibujan al Puerto Rico contemporáneo del siglo XXI.
En estas páginas el poder de las imágenes otorga vigor a la narrativa, la utilización del contrapunto, las múltiples miradas dinamizan la forma en que los diversos actantes se involucran, incluso las de aquellos que no intervienen de manera directa; recursos que otorgan perfil propio a este libro de cuentos que tiene su mayor acierto en el lenguaje pulcro, impecable, que sostiene los relatos. Si hacemos analogía con la música del 60, esto es lo más cercano al sonido limpio que hizo del Pet Sounds de Brian Wilson y los Beach Boys una obra maestra.
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