Caribeñismo
y afropuertorriqueñidad al desnudo: las
guerreras de Yolanda Arroyo Pizarro
por:
Marlyn Cruz-Centeno
La
protesta al desnudo
Las minorías han necesitado
encontrar diferentes armas en la lucha de hacer valer sus reclamos a través de
la historia. De las revueltas y la lucha armada hemos visto cómo se ha
evolucionado a estrategias que, aunque se alejan de la violencia, no dejan de causar furor,
conversación y controversia, logrando la visibilidad internacional de sus causas,
y en ocasiones, cambios significativos en dirección a lograr una parte o la
totalidad de sus reclamos. El cuerpo se ha vuelto un arma con que se llama la
atención del mundo y se denuncia.
En enero del 2012, en Suiza, tres
mujeres jóvenes miembros de FEMEM, un grupo de protesta ucraniano, marcharon
con el torso desnudo por las calles portando letreros que leían: “Poor because of you” (Pobre por tu culpa). Las mujeres
intentaron trepar las rejas de un complejo privado enfrentando a gritos a la
policía. La noticia y la imagen de las mujeres viajó el mundo. El público no
pudo mirar a otra parte. El grupo se manifiesta a través de toda Europa
utilizando la misma táctica; las mujeres participantes se muestran mayormente
“topless” o con muy poca ropa en temperaturas heladas, con letreros
relacionados a su causa. Su “look”, la desnudez, obtuvo y obtiene gran cantidad
de atención al igual que la causa de su
denuncia en este caso: la esclavitud sexual, las agencias de matrimonio
internacional y el tráfico de mujeres. [2]
En
diciembre del 2005, en Puerto Rico, Carla Capalli, miembro y activista del
grupo Personas por la Ética en el Trato a los Animales (PETA) hizo una
manifestación semidesnuda portando
cadenas para concienciar el maltrato a los osos polares en los circos. Su
manifestación acaparó la prensa del país y la discusión pública y logró la
posterior enmienda a la Ley de protección de animales. Actualmente se prohíbe
que los circos ingresen osos polares en Puerto Rico para su utilización en las presentaciones.
En noviembre del 2011, la egipcia
Aliaa Magda Elmahdy, publicó una foto desnuda en las redes sociales (Facebook y
Twitter) con una nota que manifestaba: "gritos en contra de una
sociedad de la violencia, el racismo, el sexismo, el acoso sexual y la
hipocresía" ("screams against a society of violence,
racism, sexism, sexual harassment and hypocrisy"), ello como reto a la restrictiva estructura
Egipcia. Su acto fue diferente al de FEMEN y al de Carla Capalli, no partía de
un colectivo organizado ni representaba organización alguna sino que partía desde
su individualidad, pero tenía un efecto similar, el desnudo se utilizaba como
una catapulta a la visibilidad internacional dando atención a una causa, en
este caso las costumbres represivas de la mujer en Egipto. [3]
La
desnudez como herramienta de protesta tiene antecedentes más antiguos y se ha
utilizado por grupos organizados e individuos para llamar la atención a los problemas
sociales existentes: el maltrato a los animales, la guerra, la violación de los
derechos humanos, entre otros. [4,5]
En
estos casos hablamos de mujeres que provocan al “estatus quo” armadas de la
desnudez y la vulnerabilidad, obteniendo atención a sus causas, provocando
siempre la visibilidad.
En
el campo de la imagen visual, el fotógrafo Spencer Tunick es muy conocido por
su propuesta de fotografía a grandes masas de personas desnudas dispuestas en
formaciones artísticas que se sitúan en localizaciones urbanas o reconocidas. “Sus
imágenes provocan tensiones entre lo público y lo privado, lo tolerado y lo
prohibido o lo individual y lo colectivo.” El trabajo de Spencer Tunick
alrededor del cuerpo desnudo es también una confrontación a lo establecido y
ocasiona grandes controversias en muchos de los lugares donde hace sus
fotografías. Su sesión fotográfica más concurrida hasta ahora tuvo la
asistencia de 19,000 personas y no hubo pago de por medio a los participantes.
[6]
El
desnudo, por tanto, es un vehículo que confronta a diferentes niveles y no es
sorpresa que se utilice cada vez más, combinado con alguna causa importante,
con la intención de lograr la atención de la comunidad y el gobierno nacional o
internacional.
Literatura y el desnudo como vehículos de
denuncia
En
el caso de la literatura, por otro lado,
esta se ha utilizado desde tiempos inmemorables para hacer denuncias. No es por
tanto sorpresa, que el desnudo y la palabra se combinen como una evolución casi
inevitable en las herramientas de denuncia.
En
el año 2005 el libro Los documentados,
de la escritora Yolanda Arroyo Pizarro, presentaba en su portada un par de pies
desnudos, pies de tez negra, mostrando los dedos, tobillos y parte del inicio
de las piernas que quedan cubiertas por las patas de un pantalón raído. Estos
pies desnudos se convirtieron en los representantes del tema central del libro:
la tragedia de los indocumentados y otras tantas vivencias en torno a su
experiencia como el machismo, la insatisfacción, la falta de dirección entre
los adolescentes, el consumo de drogas, el incesto, el discrimen, la
hipocresía, la corrupción, la burocracia, los abortos, y los prejuicios.
En
Ojos de luna, de la misma autora, publicado
en el 2007, la silueta en sombras de un cuerpo desnudo se presenta en la
portada. Sentado en el marco de una ventana a la luz de la luna, aparece custodiando
una colección de cuentos en que se toma conciencia de ‘voces y conciencias
abigarradas de: amazonas taínas, esclavas violadas, un hermafrodita zoofílico,
una esposa maltratada, un niño convertido en discípulo sexual.’ “Esta mímesis
que repasa el delirio de la historia desde la perspectiva de los “vencidos”, en
verdad inventa subjetividades contemporáneas resultantes de un devenir
minoritario políticamente motivado y replantea el espíritu de rebeldía radical
que la historia suprime.” [7]
En
la portada del libro Las negras, publicado
en el 2012, una mujer desnuda del torso hacia arriba, se cubre con las manos
las orejas, y los brazos —de manera natural— cubren los pechos al aire, mientras
ella mira de frente al lector, al futuro lector o a quien sea que sostiene el
libro. La negra se viste tan solo de un collar, un sombrero tejido y tinta de
tatuaje en el antebrazo izquierdo. La dedicatoria del libro parece decirlo todo:
“A los historiadores, por habernos dejado fuera. Aquí estamos de nuevo...
cuerpo presente, color vigente, declinándonos a ser invisibles...rehusándonos a
ser borradas.” La autora denuncia la invisibilización de las negras en la
historia. “Las negras nos
transportan al mundo de la esclavitud paridora según algunos teóricos de la
modernidad. [...] Yolanda Arroyo Pizarro, su autora, nos sumerge en la violencia que los códigos de la época validaban mediante un
derecho patriarcal. Su escritura, que es totalmente transgresora, se cuela por
entre los intersticios más íntimos de lo sexual para presentar los cuerpos
devaluados y atormentados. Aquí sexo y tortura van de la mano. Lo (in) justo
está justificado en función del poder económico que explota los sujetos
femeninos como fuente de nuevos ingresos y de placer. El derecho está
codificado en función del poder que se ejerce sobre las otras no solo como
trabajadoras, también como reproductoras.” [9]
Arroyo
Pizarro funge como antóloga en los noveles libros de poesía y narrativa
lesboerótica en los años 2010 y 2012 respectivamente. Sus portadas son
reincidentes en la línea del desnudo femenino. El primero nos muestra un cuerpo
de mujer en una pose casi acrobática, un cuerpo doblado a la mitad que se mira de costado; vemos las nalgas
iniciando la imagen y los muslos tocando los pechos, las rodillas a nivel del
rostro que no se ve. La portada de la selección de 2012, por su parte, nos exhibe
una mujer desnuda y alada como si fuera
un hada, sentada con las rodillas recogidas cercanas al torso. Estas antologías
son las primeras de temática lesboerótica en el país natal de la bravía autora,
Puerto Rico.
Su
libro Lunación podría ser el que
viste la portada que más impacta visualmente. Presenta un desnudo frontal en que se mira la mujer desde la cabeza hasta
casi las rodillas, mientras muestra el pubis, los senos y parte del rostro.
Impresiona ver la parte superior del cuerpo con un atado que podría traer a la
mente del observador el “bondage” (práctica erótica que consiste en atar a la
pareja durante el sexo). Se puede presumir por la postura que se observa que la
modelo tiene los brazos atados a su espalda.
En
el libro de ensayos, memorias y reglas de escritura La Macacoa, publicado en el
2012, Yolanda nos presenta a una mujer negra que parece que nos mira, y que
además tiene una apariencia andrógina, sin cabello. Su boca abierta casi nos grita mientras se
cubre los senos desnudos con sus manos. A través de los ejercicios de escritura
propuestos en este texto, invita al nuevo escritor a sumergirse en un proceso
de confrontación creativa. Provoca al lector inevitablemente con temáticas
subversivas, refrescantes, pero siempre
conscientes de los temas sociales que sintonizan la caribeñidad y la
afrodescendencia de la propia autora y de sus coterráneos.
Alinear
los libros mencionados y otras publicaciones de Yolanda Arroyo Pizarro, lado a
lado con las portadas mirándonos, nos haría pensar que estamos frente a una
manifestación de protesta desnuda. Traería a la mente las fotografías de las activistas de FEMEM o un ejercicio
fotográfico de Spencer Tunick, sin duda.
Yolanda
Arroyo Pizarro es una escritora transgresora. El contenido de sus libros aborda
los temas de visibilidad de las minorías, siendo temas fundamentales en sus publicaciones
el lesbianismo y la negritud. La
escritora puertorriqueña imprime una poderosa carga de denuncia en sus letras
y logra, me atrevería a decir casi
siempre, provocar al lector y en ocasiones hasta incomodarle. Su elección de imágenes para las
portadas de sus libros es una confrontación adicional. Arroyo Pizarro ha armado
sus libros, ha vestido sus letras infractoras, con un ejército de mujeres
desnudas.
Las
personas que compran los libros de Yolanda Arroyo Pizarro quedan infectadas con
el virus de la disidencia y se vuelven partícipes en la denuncia. Quienes los
adquieren, protestan junto a Yolanda. La
desnudez de las portadas en las manos del lector (incluso desde el anaquel) se
vuelve un acto de revolución visual y el contenido marca y trastoca, con sus
planteamientos al desnudo, las causas más lógicas y básicas desde la igualdad y
equidad humanas.
Yolanda
Arroyo Pizarro deviene pionera en utilizar en cada uno de sus libros esta
táctica/estrategia-contenido/portada que sin lugar a dudas será emulada por
otros escritores y artistas puesto que la integración de las artes de la
palabra y la imagen es poderosa y efectiva.
La
próxima vez que adquiera un libro de Yolanda, mírelo bien. Desde la portada se estará
acercando a un texto muy lejos de ser inofensivo. Si lo hace, irá usted muy
bien armado.
Notas:
Datos de la autora:
Marlyn Cruz-Centeno
es poeta y narradora puertorriqueña. Administra el blog de escritura creativa
Marlyn Cé (www.marlynce.wordpress.com). Sus escritos son reflejos de las
experiencias que se adquieren al vivir y sobrevivir en una isla del Caribe. Ha
publicado sus trabajos creativos en diferentes medios, entre ellos, el
semanario Claridad, la Antología de poetas y escritoras puertorriqueñas
Cachaperismos 2010 y en espacios
virtuales. Participó como editora de la revista virtual cultural Corpóreo. Ha
cursado talleres de creación literaria con las escritoras Yolanda Arroyo
Pizarro, Mairym Cruz Bernal y en la Universidad del Sagrado Corazón con Yolanda
López López. Para Marlyn Cruz Centeno la escritura, dice ella, es su única
ancla a la cordura. Le maravillan los medios sociales, así que pueden conseguirle
en Facebook (marlyn centeno) y en twitter (@marlynpr). Es amante del vino, los
chocolates y de su hijo (en diferente orden). No se imagina un mundo sin
palabras. Trabaja en su primer poemario con fecha tentativa de publicación de
octubre 2013.