En la “Fuga
de cerebros” de Juan Pablo Rivera hay también cantar del gallo. Lo queer viene
a ser la menarquía como día inaugural de la tristeza planetaria, metáfora que
aparece muy bien trabajada en el poema ‘Cardenales de verano’. En él, los árboles
producen el primer episodio de sangrado vaginal de origen menstrual. Entre los
versos se nos recuerda que todos, absolutamente todos, hemos venido de ser
mujer, de ser hembra y luego hemos mutado, dentro o fuera del útero desde la
voz de una abuela y los recuerdos hospitalarios de Arecibo, desde Hatillo,
desde la nieve y nos encontramos reflexionando sobre lo materno, lo matriarcal,
y por qué no, sobre esa primera hemorragia menstrual de la mujer.
El poeta también
nos asegura que es beneficioso escaparse de nuestro encierro. La cajita. El cerebro.
Fuguémonos de esa cárcel y vayamos a la página 28 en la rebelión de los sapos,
en donde se nos insta a alcanzar la victoria dejando de ser renacuajos. Y se
nos toma de la mano para que visitemos el zoológico que el autor nos muestra en
un bestiario de criaturas acaso inciertas: serpientes, vacas, águilas,
orangutanes, perros, peces. Especies de aquí y de allá que remozan la idea melancólica
del inmigrante, del que visita New Orleans, del que celebra San Valentin en el
invierno y azuza las memorias de una Habana distante. Hombres abrazados a
hombres. Hombres siendo abandonados por hombres.
‘Saldo de
muertos’ y ‘La fe de los ateos’ son ideogramas lúdicos que componen un
microcosmos por donde se derraman lágrimas de ironía. La complejidad de la
humanidad y sus contradicciones no dan espacio a respirar eficientemente, pero
el poeta espacia las ideas, las atrae con astucia, nos estrangula pocamente y
suspiramos mejor.
El tema más
logrado del libro desde mi visión, es el conflicto irresuelto del mito de la
madre adúltera o adulterada en las menciones juglares de Crisótemis. Se trabajan
otros mitos como el de Penélope, Perséfone, el Coloso, Antígona y el apocatástasis
entre símiles del derrumbe planetario y nuestra incapacidad de cambiar ciertos
designios. Cuando el poeta se extasía en el romance y construye los poemas ‘Journey’,
‘Lo que aprendiste de la rosa’, ‘Al amante dormido’, y ‘Así tú y yo nos
queremos’ las palabras transgreden la sensatez y nos recuerdan que están ahí y
que han sido construidas para que el sujeto las perpetúe.
Enhorabuena
por este poemario “Fuga de cerebros” de Juan Pablo Rivera publicado por Isla
Negra Editores.
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