Autores del País narran sus experiencias durante su estadía en la FIL-Guadalajara 2015
Por Mayra Santos-Febres / Especial para El Nuevo Día
Fuente original: http://www.elnuevodia.com/entretenimiento/cultura/nota/microcronicalagestadeguadalajara -2136524/
Llego como siempre llego a la FIL, electrificada. Es el 30 de noviembre. Son las 11 de la mañana y me toca sesión todo el día. El taxi me deja justo en frente del recinto ferial y se me expanden las pupilas. Sé muy bien a lo que vengo. Desde los 28 años lo sé. Esta no es la primera vez que me toca participar en la feria del libro más importante del mundo hispano. La más grande, además.
En la FIL participan más de 2,000 exhibidores, están invitados 200 autores. Las mesas de debates, actividades y congresos para profesionales, presentaciones de libros, visitas a escuelas y premios no caben en la imaginación. ¡Son tantas! El inicio de esta feria fue modesto, como suelen serlo todas las iniciativas de promoción literaria y de fomento a la lectura.
A la FIL Guadalajara le tomó 29 años convertirse en el goliat que es ahora. El año que viene celebrarán su 30 aniversario. Yo, la verdad, no sé a qué divina suerte le debo la experiencia de haber participado en este ruedo desde mis 28 años. Crecí y me hice escritora yendo y viniendo de la FIL. Esto me ha dado una perspectiva amplia de lo que es ser escritora en el siglo XXI. No basta con escribir buenos libros, estar bien preparada, hablar bien en público. Se trata de insertarse en un circuito profesional internacional. Ayuda si provienes de un país con tradición de presencia literaria. Si tu país no está presente en este circuito, no importa cuán bien escribas. Simplemente no existes. Debes estar tú y tu país. Tienes que representar una literatura. Debes estar tú, tus editoriales, otros autores que configuren un “corpus” de lo que es la “escena literaria puertorriqueña”. Si no, desapareces.
En español es potente, va en crecimiento y crea movimiento económico. La lengua, y por ende, su literatura, es una de las mayores fuerzas vinculantes para el desarrollo de una economía. La mera presencia de Puerto Rico en la Feria del Libro de Guadalajara es importante para el futuro desarrollo económico de Puerto Rico.
Me crié como escritora enredada en los tentáculos de la FIL Guadalajara, en su radio de acción. Gozo de afectos y de complicidades muy estrechas que nacieron precisamente en esa feria. Fui por primera vez en el 1998, como parte de una delegación boricua nutrida, cuando Puerto Rico fue invitado como país de honor. Regresé en el 2002, presentada como voz potente de la comunidad latinoamericana por el gran crítico peruano Julio Ortega. Participé junto a Jorge Volpi, Santiago Gamboa, Edmundo Paz Soldán, y otros escritores de fin de milenio en mesas a partir de entonces.
En la FIL conocí y trabajé junto a Rosa Beltrán, Premio Planeta del 1998, en un sinfín de proyectos. He fungido como jurado de varios de sus certámenes. En el recinto ferial de Guadalajara me reuní y me reúno con viejos y nuevos cómplices de las letras. Por eso tengo claro, clarísimo a lo que voy. Voy a trabajar de escritora y gestora cultural. Voy a venderme a mí y a mi país, como hacen los duros del ring de la FIL Guadalajara. Empuño mi arma certera, la que siempre me ha abierto puertas en este escenario: mi cerebro. Además, después de arduos trabajos y de terquedad inquebrantable, llego bien acompañada.
Conmigo viaja una modesta comitiva compuesta por los mejores cerebros literarios de mi país. Me hubiese gustado que fueran más, porque si algo sobra en Puerto Rico es talento literario. Pero el apoyo financiero que logramos a partir del Festival de la Palabra del 2015 no dio para más. (Quizás logremos mayores auspicios para el año que viene). Somos pocos, pero representamos bien el potencial de capital social y creativo de la isla. Me esperan 5 horas corridas de entrevistas con los medios del mundo iberoamericano y luego 2 días de citas con editoriales, directores de ferias y festivales iberoamericanos. Aquí se viene a trabajar duro. Por eso llego lista para la batalla.
Mi primera entrevista fue con la Jornada de México. Luego le siguen entrevistas con Chile, Panamá, radio local de Jalisco, otros dos medios mexicanos, otra entrevista de radio. Dan las seis de la tarde. Salgo a comerme alguito y a prepararme para la presentación de mi nueva novela “La amante de Gardel” que es a las 8 de la noche. El escritor mexicano Luis Felipe Lomelí me hace la gracia de presentarme en horario estelar. El día antes y también en horario estelar, Yolanda Arroyo, Premio ICP 2015 en cuento, David Caleb Acevedo, Premio ICP del 2014 en cuento, Ana Teresa Toro, periodista y revelación en novela del 2015 y Roxana Matienzo, con una novela que resultó tercera en ventas en Puerto Rico según encuesta de Libros AC 2015, mantuvieron embrujados a un auditorio lleno por más de dos horas corridas. Su mesa “Del cuerpo no hay salida: literatura y erotismo en Puerto Rico” fue todo un éxito. La mesa fue moderada por el Premio de Poesía 2011 del Nuevo Día, Alejandro Álvarez Nieves.
Los días subsiguientes, la delegación boricua siguió sentando pautas de excelencia en sus presentaciones. Sergio Gutiérrez, Premio ICP de novela 2014 y Nuevas Voces del Festival de la Palabra 2015, participó en mesas de la sección “Latinoamérica Viva” de la FIL Guadalajara, al igual que lo hizo Yolanda Arroyo. En estas mesas, la FIL presenta a su público lo más selecto de la literatura latinoamericana actual. El 1 de diciembre se presentaron los Premios Las Américas y el Premio Nuevas Voces al público mexicano. Mientras tanto, cada mañana de nuestra estadía, los escritores de la delegación puertorriqueña partían a participar de encuentros con jóvenes del programa escolar “Ecos de la FIL Guadalajara”. Este programa se dedica exclusivamente a crear nuevos públicos lectores.
Pero la estrategia de representación de la avanzada boricua se extendía más allá de presentaciones de autores. Con nosotros viajó José Luis Cedeño, productor general del Festival de la Palabra. Ni tonto ni perezoso, José Luis se ocupó de contactar periodistas y editoriales para ofrecerles a Puerto Rico como destino editorial y, a la vez, para ofrecer a autores puertorriqueños para engrosar fondos editoriales y ferias literarias. Su agenda fue certera y rindió frutos. Como resultado de las gestiones de representación de la delegación puertorriqueña se lograron resultados que sólo se logran de manera presencial: invitaciones de autores puertorriqueños a cuatro Ferias Internacionales (Oaxaca, Yucatán, Panamá, Costa Rica), oferta de coedición de antología Panamá-Puerto Rico, oferta de publicación de un libro de crónicas, entrevistas de autores con editores internacionales.
Más importante aún, contenta con nuestro desempeño, la gerencia de la FIL Guadalajara repitió su invitación a Puerto Rico. Quieren que durante el 2016 vuelva una delegación de escritores, esta vez más amplia. Para el 2016 y de cara a su 30 aniversario, la FIL Guadalajara quiere además que regresen los quioscos editoriales durante su jornada de exposición y venta de libros, como en los viejos tiempos. Hace rato que quieren que las editoriales de Puerto Rico vuelvan a la FIL. De buena tinta sé que ya hay gente moviéndose para lograrlo. Nosotros no fuimos más que una embocadura, el entremés de ese regreso que se gesta desde las instituciones editoriales que nos representan.
De una manera vertiginosa corre el tiempo. Se multiplican las entrevistas. No cesan las citas, los cafés, las conversaciones que proponen complicidades y proyectos en conjunto. El mundo hispanohablante viene a la FIL a eso. A vender, comprar, entrevistar, confabular, imaginar nuevos libros, nuevas presentaciones, nuevas maneras de entrelazar nuestras comunidades lectoras. Casi no hemos dormido. Llega el 3 de diciembre. Es hora de regresar a la isla.
El mundo literario sólo se conoce desde adentro. Hay que estar bien adentro para entender de qué se trata este circuito. En países periféricos como el nuestro, muchos todavía piensan que escribir es un “ejercicio intelectual y académico”, una aportación a “la tradición literaria nacional” o la defensa de una “identidad lingüística”. No niego que todo esto sea cierto. Sin embargo, si algo me recuerda cada año la FIL Guadalajara es que escribir es algo muy concreto. Es insertar a un país en el mundo. Este mundo es muy particular porque mediante el embrujo que es la literatura, de repente, un país se vuelve real. Significa para el mundo. Se “devela” su ubicación geográfica, su historia política, su potencial económico.
Siempre he pensado que sin Puerto Rico el mundo (y aquí me refiero al mundo entero, hable la lengua que hable) está incompleto. Tamaño es el valor que le asigno a mi pequeña esquina de universo. Porque creo en Puerto Rico, me tiro la maroma de fabularlo y de presentarlo al mundo todas las veces que sea necesario. Insisto en que es tarea de todos instaurar a nuestro país en la cosmovisión internacional. Por eso, este año regreso a la Isla muerta de cansancio, pero contenta de haber cumplido con la tarea. Ahora es cuestión de sostenerla. Gracias al cielo que cada vez hay más boricuas con quien compartir la encomienda.
Fotos: Zulma Oliveras Vega
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