(a Maritere Allaín)
Y si no te muerdes los labios
ni te sangran / si no gimes con los puños
ni las manos se te acalambran / entonces no me extrañes
Yolanda Arroyo Pizarro
Rara nuestra plática cotidiana
cabezas ardientes cuerpos claros
una mujer madura otra muy joven
Si es eso sólo lo que recuerdas
te conjuro a que te tornes en ventisca lila
en humo de cigarro en ceniza de jazmín
en mantras que vuelan con los polvos
del extenso desierto del remoto Oriente
Si ello es todo, amiga mía
¿qué fuimos entonces?
poco menos que un viento magenta
una llovizna matinal de Noviembre
unos peces esmeraldas
la cáscara de una manzana
oscuros años de alegría
azules tardes de tristeza
¿Tu desaparición inexplicable?
Ya no será necesario amar
la yerba fresca del camino
los valses de Felipe Pinglo
los viejos gatos taciturnos
ni al risueño ángel Narciso
Quedan sólo los astros del infierno
Tu llave extraviada engendra esta llama
¿un accidente imprevisible?
a pesar de tu silencio reinante
cuelgo mi vestido sobre la silla
no me encorvo
ni me dejo morir
Te irás cuando desees
como aquel tranvía con rumor de invierno.
Jueves, 29 Noviembre 2007, 11 am
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