La familia adoptada me recibe de vacaciones navideñas y Miami vuelve a darme la bienvenida, esta vez en un rol más digno y formal. Soy la novia, la cuñada, la hija política que añora el sueño estable. El vuelo de dos horas y media me ha servido para reflexionar en todos los otros papeles ejercidos a priori: chilla, amante, querida, traidora, adúltera, complicada. Hoy lucho por portarme de manera reivindicada, si eso fuera posible.
Durante el aterrizaje me entero que tembló la tierra dejada atrás. Mi hermosa Isla sufrió un ataque de asma (o incredulidad) de 5.4 en la escala Ritcher. ¿Se creerá mi cuento? ¿Me permitirá seguir? ¿Aprobará mi pretendida nueva vida? Solo sé que los días siguientes pintan por ser confortables y que la brisa fresquita de Bayside me recuerda que soy una polifonía cambiante… para siempre.
Intentaré, otra vez, el juego a la casita, el papel de ciudadana responsable y útil. Intentaré de nuevo los votos, las promesas de buena conducta, la aportación civica y de buenos modales dentro del núcleo comunitario. Ojalá y no la cague… y si la cago, ojalá y no la embarre tanto.
Felices Whatevers.
1 comentario:
¡¡¡Qué buena está esta escritura!!!
¡Así me gusta!
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