Una voz en palabras para muchos
Por Gabriela Ortiz Díaz
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Empoderarse de la pluma para crear una historia radica en un proceso de introspección que, a veces, y más cuando la narración se basa en algo vivido por el escritor, se extiende por años. No hay duda de que las palabras pueden demorar en salir expulsadas hacia el papel en el vuelo póstumo rumbo a la transmigración.
Escribir también es un ejercicio que puede contrarrestar las diferentes crisis, postulado que bien insinúa el lema de la sexta edición del Festival de la Palabra: “Escribir en tiempos de crisis”. En ese sentido y ante la transformación de las maneras de escribir y leer que propicia la internet – hecho que para muchos representa una amenaza para estas prácticas – un escritor ejerce su deseo de hilvanar ideas en textos en respuesta a la crisis social de la época, además, para concienciar sobre algún tema, destruir estigmas y estereotipos, visibilizar y denunciar un mal social, incitar el cambio de palabras por acciones, o desahogar el ser.
Para la escritora puertorriqueña Yolanda Arroyo Pizarro, la escritura significa todo lo mencionado anteriormente y más: es un rescate de nuestra afroidentidad perdida, la que nos han negado al ponerle un velo a esa parte de la historia de nuestra formación racial. Esta prolífera autora de la actualidad de nuestras letras se destaca por su constante producción narrativa sobre la afrodescendencia y la diversidad sexual.
En una entrevista amena para la Fundación Nacional para la Cultura Popular, la ganadora en la categoría de cuento (con el manuscrito “Menorragia”) del Premio Nacional de Literatura 2015 del Instituto de Cultura Puertorriqueña, conversó sobre su proceso de creación.
El lector palpa el hilo conductor de las historias de Arroyo Pizarro al chocar con la viva representación que esta crea de las comunidades marginadas de nuestra sociedad: “A mí no me interesa escribir de los capitalistas, burgueses que se enamoran de otros capitalistas burgueses, de la gente millonaria que las tiene bien fácil”.
“El tema que repito en mis libros es el de la ancestría. Siento que a nosotros (los puertorriqueños) nos arrebataron el derecho de sentirnos orgullosos de los ancestros, más que nada de nuestras antepasadas. ¿Dónde están las mujeres que me formaron? Yo soy una mujer fuerte, pero es porque lo heredé de abuelas y tatarabuelas fuertes. ¿Dónde está esa gente? Esa ausencia me da coraje, me mueve a la denuncia, a querer escribir para que aquellos que padezcan esas mismas preocupaciones tengan una voz”, puntualizó tajantemente la escritora.
“¿Cómo haces para ser voz de tantos, de tantos sectores marginales de la sociedad?”, increpamos de inicio en la entrevista.
“De buenas a primera pienso en el asunto de la locura porque cuando un individuo dice ‘tengo más de una voz en la cabeza’, le adjudican características de loco”. De ser así, Yolanda vive la locura de tener tantas voces disidentes, esas que reflejan gente sufrida, pero combativa.
Aunque dice haber llorado mucho en el proceso de personificar esas voces a través de su personajes, en la actualidad ha logrado un balance emocional, lo que le ha permitido producir tantas historias y así “hacer algo por el mundo en miras de que haya un poquito más de justicia”.
Para lograr una conexión entre los reclamos de esas numerosas voces y las estructuras que amerita la literatura, ha estudiado y leído enfáticamente a escritores que tienen qué decir y saben cómo hacerlo: las estadounidenses Toni Morrison y Susan Sontag y los puertorriqueños Ana Lydia Vega, Magali García Ramis, Luis Rafael Sánchez, Mayra Santos Febres, Luis López Nieves. Además, ha tomado cuantiosos talleres de escritura y está terminando una maestría en Creación Literaria en la Universidad del Sagrado Corazón.
Otro factor que le ha permitido ser altoparlante de voces disidentes es que ha optado por humanizar a los personajes, por hacer pregoneros y eco de muchos, por ejemplo, a Viti el de “Capitán Cataño y las trenzas mágicas” (2015), a todas las mujeres de “Negras” (2013), a Alexia la de “Caparazones” (2013), al abuelo Saturnino el que está de dentro “Animales de apariencia inofensiva” (2015).
En ese mismo proceso se ha dejado educar por los propios personajes, sobre todo en la etapa de investigación previa a la escritura: “me divierto y me entretengo (escribiendo), pero no pierdo de perspectiva que es un acto de educación para mí y para los lectores”.
Tus libros se han difundido por Latinoamérica. ¿Cómo se percibe la literatura escrita por mujeres en América del Sur?”, continúo la entrevista.
Yolanda Arroyo Pizarro, nacida en Guaynabo, pero criada en el barrio Amelia de Cataño, acepta que en América Latina todavía hay prejuicios contra la literatura hecha por mujeres. Sin embargo, su propuesta ha gustado en el Sur porque, a juzgar por ella, “en Latinoamérica ocurre algo ventajoso que en Puerto Rico no. Ellos tienen memoria escrita de esa época que yo siento que me han arrebatado: archivos, libros, documentos sobre la época de la esclavitud. En cambio en este País, como ha sido botín de guerra de alguna metrópoli, se han perdido esos archivos. No están, punto”.
“El escritor ejerce una profesión que está al margen de las corrientes laborales normativas de la sociedad. ¿Esa posición te permite identificarte más con los sectores marginales?”, le cuestionamos.
“Sí, porque observo el dolor desde adentro. Esa observación se ha nutrido con la lectura. El que lee bien y se entera de lo que pasa en el mundo, es bien poco probable que se quede del lado del que oprime”. La destacada narradora de historias utilizar la escritura como herramienta para denunciar la opresión porque “cuando uno ha visto el dolor de cerca, uno quiere hacer algo”.
“¿Cómo has podido posicionarte en el renglón en el que te encuentras dentro de la literatura puertorriqueña y latinoamericana?”, prosiguió la conversación.
“No sé cómo ha pasado. Lo que sí sé es que vivimos en un momento en que la cultura se ha democratizado por la internet. Antes, la mayoría de los textos que se escribían no salían de la academia, no bajaban al burgo. Eso ha cambiado y ha posibilitado que la literatura llegue a más gente”.
De hecho, Arroyo Pizarro fue de las primeras escritoras en Puerto Rico que abrió un ‘blog’ en el ciberespacio y que desde 2005 lo mantiene muy al día. Su éxito también se desprende de que además de su constante producción, vende sus libros en físico y digitalmente.
Entre otros galardones, Yolanda Arroyo Pizarro, recibió el Premio Nacional del Instituto de Literatura Puertorriqueña 2008 y el Premio Nacional de Cuento PEN Club 2013 con su libro “Negras”. Fue seleccionada en 2007 como una de las escritoras latinoamericanas más importantes por el Hay Festival en el Bogotá 39 de Colombia. Ha sido traducida al inglés, italiano, francés, alemán y húngaro. En 2013, participó en el congreso literario OWWA, Organization of Women Writers of África en Accra, Ghana.
Esta, novelista, poeta y ensayista, representante de la literatura puertorriqueña de la actualidad en las afueras del País, escribe por un propósito: “Todo lo que yo publico es una pregunta que le hago al mundo. O sea, yo no escribo porque tengo unas certezas, sino porque tengo unas preguntas”.
Precisamente, logra conseguir las respuestas a esas preguntas con las mismas experiencias que tiene en el transcurso de la redacción o “las que a raíz de la escritura me provee la vida”. Dedicarse de lleno a la escritura le ha permitido encontrarse y “tomarles el listado” a todas esas voces que encarnan sus personajes.
Luego de todo lo alcanzado hasta el momento, la apuesta de la escritora es continuar apelando a las emociones de los lectores mediante las líneas escritas, tal como hacen todos los autores que han sido un modelo para ella y para su trabajo creativo.
Enlace originalL https://prpop.org/2015/10/una-voz-en-palabras-para-muchos/
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Empoderarse de la pluma para crear una historia radica en un proceso de introspección que, a veces, y más cuando la narración se basa en algo vivido por el escritor, se extiende por años. No hay duda de que las palabras pueden demorar en salir expulsadas hacia el papel en el vuelo póstumo rumbo a la transmigración.
Escribir también es un ejercicio que puede contrarrestar las diferentes crisis, postulado que bien insinúa el lema de la sexta edición del Festival de la Palabra: “Escribir en tiempos de crisis”. En ese sentido y ante la transformación de las maneras de escribir y leer que propicia la internet – hecho que para muchos representa una amenaza para estas prácticas – un escritor ejerce su deseo de hilvanar ideas en textos en respuesta a la crisis social de la época, además, para concienciar sobre algún tema, destruir estigmas y estereotipos, visibilizar y denunciar un mal social, incitar el cambio de palabras por acciones, o desahogar el ser.
Para la escritora puertorriqueña Yolanda Arroyo Pizarro, la escritura significa todo lo mencionado anteriormente y más: es un rescate de nuestra afroidentidad perdida, la que nos han negado al ponerle un velo a esa parte de la historia de nuestra formación racial. Esta prolífera autora de la actualidad de nuestras letras se destaca por su constante producción narrativa sobre la afrodescendencia y la diversidad sexual.
En una entrevista amena para la Fundación Nacional para la Cultura Popular, la ganadora en la categoría de cuento (con el manuscrito “Menorragia”) del Premio Nacional de Literatura 2015 del Instituto de Cultura Puertorriqueña, conversó sobre su proceso de creación.
El lector palpa el hilo conductor de las historias de Arroyo Pizarro al chocar con la viva representación que esta crea de las comunidades marginadas de nuestra sociedad: “A mí no me interesa escribir de los capitalistas, burgueses que se enamoran de otros capitalistas burgueses, de la gente millonaria que las tiene bien fácil”.
“El tema que repito en mis libros es el de la ancestría. Siento que a nosotros (los puertorriqueños) nos arrebataron el derecho de sentirnos orgullosos de los ancestros, más que nada de nuestras antepasadas. ¿Dónde están las mujeres que me formaron? Yo soy una mujer fuerte, pero es porque lo heredé de abuelas y tatarabuelas fuertes. ¿Dónde está esa gente? Esa ausencia me da coraje, me mueve a la denuncia, a querer escribir para que aquellos que padezcan esas mismas preocupaciones tengan una voz”, puntualizó tajantemente la escritora.
“¿Cómo haces para ser voz de tantos, de tantos sectores marginales de la sociedad?”, increpamos de inicio en la entrevista.
“De buenas a primera pienso en el asunto de la locura porque cuando un individuo dice ‘tengo más de una voz en la cabeza’, le adjudican características de loco”. De ser así, Yolanda vive la locura de tener tantas voces disidentes, esas que reflejan gente sufrida, pero combativa.
Aunque dice haber llorado mucho en el proceso de personificar esas voces a través de su personajes, en la actualidad ha logrado un balance emocional, lo que le ha permitido producir tantas historias y así “hacer algo por el mundo en miras de que haya un poquito más de justicia”.
Para lograr una conexión entre los reclamos de esas numerosas voces y las estructuras que amerita la literatura, ha estudiado y leído enfáticamente a escritores que tienen qué decir y saben cómo hacerlo: las estadounidenses Toni Morrison y Susan Sontag y los puertorriqueños Ana Lydia Vega, Magali García Ramis, Luis Rafael Sánchez, Mayra Santos Febres, Luis López Nieves. Además, ha tomado cuantiosos talleres de escritura y está terminando una maestría en Creación Literaria en la Universidad del Sagrado Corazón.
Otro factor que le ha permitido ser altoparlante de voces disidentes es que ha optado por humanizar a los personajes, por hacer pregoneros y eco de muchos, por ejemplo, a Viti el de “Capitán Cataño y las trenzas mágicas” (2015), a todas las mujeres de “Negras” (2013), a Alexia la de “Caparazones” (2013), al abuelo Saturnino el que está de dentro “Animales de apariencia inofensiva” (2015).
En ese mismo proceso se ha dejado educar por los propios personajes, sobre todo en la etapa de investigación previa a la escritura: “me divierto y me entretengo (escribiendo), pero no pierdo de perspectiva que es un acto de educación para mí y para los lectores”.
Tus libros se han difundido por Latinoamérica. ¿Cómo se percibe la literatura escrita por mujeres en América del Sur?”, continúo la entrevista.
Yolanda Arroyo Pizarro, nacida en Guaynabo, pero criada en el barrio Amelia de Cataño, acepta que en América Latina todavía hay prejuicios contra la literatura hecha por mujeres. Sin embargo, su propuesta ha gustado en el Sur porque, a juzgar por ella, “en Latinoamérica ocurre algo ventajoso que en Puerto Rico no. Ellos tienen memoria escrita de esa época que yo siento que me han arrebatado: archivos, libros, documentos sobre la época de la esclavitud. En cambio en este País, como ha sido botín de guerra de alguna metrópoli, se han perdido esos archivos. No están, punto”.
“El escritor ejerce una profesión que está al margen de las corrientes laborales normativas de la sociedad. ¿Esa posición te permite identificarte más con los sectores marginales?”, le cuestionamos.
“Sí, porque observo el dolor desde adentro. Esa observación se ha nutrido con la lectura. El que lee bien y se entera de lo que pasa en el mundo, es bien poco probable que se quede del lado del que oprime”. La destacada narradora de historias utilizar la escritura como herramienta para denunciar la opresión porque “cuando uno ha visto el dolor de cerca, uno quiere hacer algo”.
“¿Cómo has podido posicionarte en el renglón en el que te encuentras dentro de la literatura puertorriqueña y latinoamericana?”, prosiguió la conversación.
“No sé cómo ha pasado. Lo que sí sé es que vivimos en un momento en que la cultura se ha democratizado por la internet. Antes, la mayoría de los textos que se escribían no salían de la academia, no bajaban al burgo. Eso ha cambiado y ha posibilitado que la literatura llegue a más gente”.
De hecho, Arroyo Pizarro fue de las primeras escritoras en Puerto Rico que abrió un ‘blog’ en el ciberespacio y que desde 2005 lo mantiene muy al día. Su éxito también se desprende de que además de su constante producción, vende sus libros en físico y digitalmente.
Entre otros galardones, Yolanda Arroyo Pizarro, recibió el Premio Nacional del Instituto de Literatura Puertorriqueña 2008 y el Premio Nacional de Cuento PEN Club 2013 con su libro “Negras”. Fue seleccionada en 2007 como una de las escritoras latinoamericanas más importantes por el Hay Festival en el Bogotá 39 de Colombia. Ha sido traducida al inglés, italiano, francés, alemán y húngaro. En 2013, participó en el congreso literario OWWA, Organization of Women Writers of África en Accra, Ghana.
Esta, novelista, poeta y ensayista, representante de la literatura puertorriqueña de la actualidad en las afueras del País, escribe por un propósito: “Todo lo que yo publico es una pregunta que le hago al mundo. O sea, yo no escribo porque tengo unas certezas, sino porque tengo unas preguntas”.
Precisamente, logra conseguir las respuestas a esas preguntas con las mismas experiencias que tiene en el transcurso de la redacción o “las que a raíz de la escritura me provee la vida”. Dedicarse de lleno a la escritura le ha permitido encontrarse y “tomarles el listado” a todas esas voces que encarnan sus personajes.
Luego de todo lo alcanzado hasta el momento, la apuesta de la escritora es continuar apelando a las emociones de los lectores mediante las líneas escritas, tal como hacen todos los autores que han sido un modelo para ella y para su trabajo creativo.
Enlace originalL https://prpop.org/2015/10/una-voz-en-palabras-para-muchos/