lunes, abril 02, 2007

Acabo de llegar del circo




Déjame contarte algo. La madre que me parió nunca me llevó a un circo. Ese es uno de los ítems de la larga lista de carencias que me acumuló la susodicha. Pero hoy fui a ése utópico lugar con la hija que yo parí.

Dice la luna de fuego que las utopías aún existen. No le creí hasta hoy. Dice que basta con creer en algo, en lo que sea. Yo hoy creí. Creí en mi Aurora y su primera visita al circo. Creí en su sonrisa de asombro, de perplejidad ante mi rostro iluminado por el brillo de su sorpresa. Coleccioné todas sus muecas, todo su estupor, y mientras sucedía me daba cuenta de las mías propias. De mis gestos respondiendo a los suyos. La mujer que desaparecía tras la aparición de un tigre; el fantasma de la opera que volaba por sobre nuestras cabezas, las gemelas chinas contorsionistas que asombrosamente giraban sus esqueletos desde donde y hasta donde les placiera; los malabaristas, los payasos, un manejador de pelotas importado directamente de España…

Mi hija brincó en el bomyiyumpin por primera vez y su cara era una orquestal armonía de colores. Giró sobre si y dio la vuelta en dos ocasiones. Mi hija se hizo voluntaria para un truco de magia dirigido por el propio The Majestix. Fue hermoso. El circo, el ser humano que alguna vez me saliera de adentro, la vida y sus regalos que ahora procuro encontrar cada día. Todo fue mágico.

5 comentarios:

J O E L dijo...

tan sólo me la imagino

qué emoción

Jorge Ariel Valentine dijo...

Una vez fuí a un circo. Había leones sin colmillos, elefantes enfermos y cuatro locos en motocicletas desafiando el "Globo de la muerte" a lo Evil Knievel. Ahh... apestaba a caca de camello también.

¡Qué bueno que lo disfrutaron!

Ver el restro iluminado de los hijos que parimos vale mucho más que todas las emociones acumuladas en una caja de cartón.

Anónimo dijo...

Me encanta cómo comenzaste tu escrito. Creo que todos tenemos esa "lista" que siempre seguimos llenando. Ahora, como dices, llevas a tu hija a algo que no pudiste disfrutar. Esa es la belleza de todo, que podemos "recobrar el tiempo perdido". Un abrazo, compañera.

Brenda Padilla dijo...

Que lindo Yolanda. Es muy cierto, ver las sonrisas tan maravillosas de nuestros pequeños es hermoso, nos dan vida. Yo también creo en las utopías, si dejamos de creer en ellas dejaríamos la lucha. Un mundo perfecto, un mundo mejor...si luchamos,todos, para tenerlo, claro que lo lograríamos. Gracias por tu abrazo cibernético el domingo...
Cariños
Brenda

Amarilis Tavarez Vales dijo...

Ahhh! Me has transportado al ventanal de la infancia perdida y al umbral de la ternura interminable. Hermosos momento para esas vidas que por nueve meses fueron una en una. Me han dao ganas de ver un nuevo circo (ya me canse de este que tenemos por pais).
Abrazos.
A.

Acerca de mí

Mi foto
Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, 1970). Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Fue elegida una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Acaba de recibir Residency Grant Award 2011 del National Hispanic Cultural Center en Nuevo México. Es autora de los libros de cuentos, ‘Avalancha’ (2011), ‘Historias para morderte los labios’ (Finalista PEN Club 2010), y ‘Ojos de Luna’ (Segundo Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El Nuevo Día), además de los libros de poesía ‘Medialengua’ (2010) y Perseidas (2011). Ha publicado las novelas ‘Los documentados’ (Finalista Premio PEN Club 2006) y Caparazones (2010, publicada en Puerto Rico y España).

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